miércoles, 28 de septiembre de 2011

Conflictos del agua en el sur de Africa (2005)

domingos de La voz
2 de enero del 2005
La Voz de Galicia

Aquí el agua no mata


Conflictos del agua en el sur de Africa

El maremoto de Asia tiene su contraposición en el delta del Okawango, un río que llena de vida las arenas del Kalahari.

Aparte de Galicia, sólo la desértica Botswana respeta tanto la lluvia. Su
moneda nacional es el «pula», que significa agua, y su dios es Ngami, el Señor del Líquido Elemento. Allí, una botella de agua mineral es tan valiosa como un diamante de sus minas.

ENRIQUE V. PITA | TEXTO Y FOTOS
(Nota: algunas fotos son de José Luis Cadahía)

El cauce del Okawango recorre 600 kilómetros del sur de Angola y 400 de la
frontera de Namibia. El delta, una de las joyas naturales del mundo mejor conservadas, preserva una gran biodiversidad. Desde el aire se distinguen las manadas de elefantes, cebras o ñus, que pastan en las islas y juncales de este pantano.

Junto a las palmeras y baobabs conviven leones, hipopótamos o águilas pescadoras. El río, que no cubre por la cintura, se ha convertido en la principal fuente de ingresos de Maun, la ciudad de donde parten los makoristas, los tradicionales remeros de las canoas de madera.

Pero estos piragüistas y pescadores han hecho saltar la alarma pues
temen que las aguas del pantano desaparezcan en los próximos meses y con ellas la rica fauna.

El dedo acusador de los makoristas apunta a la construcción de una presa en el curso alto del río por parte de Angola. Además de reducir el cauce del auga, estos embalses impedirán la llegada de sedimentos que alimenta la vida en este oasis de 15.000 kilómetros cuadrados en las puertas del Kalahari y donde residen 100.000 habitantes.

Los nativos sospechan que ni siquiera la estación de lluvias podrá regenerar la vida. Maun es la ciudad de donde proceden los makoristas del delta. Sus casas bajas con porche recuerdan a los pueblos fronterizos del Oeste americano, con la diferencia de que en los arrabales proliferan
las pallozas circulares con tejado de paja y paredes de colores. Éstas
son construidas con bloques de cemento o latas de Coca-Cola o cerveza
apiladas.

En Main Street, la calle principal, se halla la cadena de comida rápida
Nando’s, coronada por el gallo de Barcelos. En esa zona se celebra a diario el mercadillo, repleto de tiendas chinas de ropa o peluqueros
ambulantes, estos últimos instalados en casetas de madera decoradas con muestras de cortes de pelo pintados a mano. Ahora, muchas familias abandonan el campo y se instalan en las chabolas de los arrabales de Maun, algunas con antena parabólica. Las chozas se extienden a lo largo del cementerio, con las tumbas cubiertas de toldos verdiblancos, y el basurero,
rodeado de restos de chatarra, el cual conduce a la arenosa entrada
del delta. Es allí donde las agencias occidentales reclutan a los
makoristas. A escasos metros, los babuinos y sus crías revuelven en
la basura, junto a perros palleiros famélicos.

En los patios se ven mujeres tendiendo la ropa o limpiándose los dientes y a decenas niños que corretean y saludan siempre sonrientes. Sus hermanos mayores visten uniforme y están por las mañanas en la escuela. Algunos
fotógrafos sostienen que los niños africanos son felices pero la edad
media de vida en Maun no supera los 45 años. Por ello, es difícil ver
ancianos en las calles. Algunos habitantes tienen la costumbre de
caminar deprisa e incluso corriendo, como si el tiempo se acabase.

Los makoristas son reclutados en Maun por las agencias de turismo
sudafricanas. Entre los piragüistas está Freddy, uno de los remeros
más jóvenes de la ciudad. Su sueldo se basa principalmente en las propinas de los turistas, unos tres dólares por dos días de travesía, incluidos
safaris por las islas de palmeras y cruceros para presenciar el rojo atardecer y el tenue brillo de la Cruz del Sur en el cielo austral.

Freddy aspira a convertirse en guía y dedica sus ratos libres a leer un desgastado libro en inglés que identifica las especies que pueblan el delta. Su familia forma parte de los pescadores del pantano, donde capturan
en una jornada docenas de carpas blancas y otros exóticos peces que cocinan en una hoguera a la cena, acompañado de arroz y salsa verde.
Freddy dedicó dos meses a vaciar el tronco de ébano y construir su makoro, una inestable canoa de baobab.


El makorista Philip es uno de los guías más experimentados de la zona. Ha
recorrido durante años las islas del delta, distingue la mejor madera seca, reconoce las huellas de las pistas de elefantes y sabe evitar el viento para que las fieras no olfateen su olor. También ha sido profesor en Maun y habla inglés fluidamente.

Con tristeza, Philip, sentado junto al esqueleto de un elefante muerto
hace dos meses, señala con su mano hacia una planicie repleta de árboles muertos. «El delta se está muriendo. El año pasado, el agua inundaba esta zona y ahora sólo vemos arena y juncos secos».

Los makores miden cuatro metros de largo y sólo pueden transportar a dos personas sentadas sobre haces de paja y su equipaje. Continuamente, estos
gondoleros de África deben achicar con una esponja la proa, reforzada con tiras de neumáticos.

Pero lejos de cantar como los venecianos, los makoristas –entre los que hay muchas muchachas- mantienen un semblante serio durante la travesía, pues en los juncales acechan sorpresas como los hipopótamos o los elefantes que cruzan de isla en isla.

El makorista Philip descarta que la estación seca haya originado la desertización, que evapora le 96% del agua del delta. Philip culpa a las
presas, centrales hidroeléctricas, canales y acueductos que Angola está construye en el curso alto del Okavango, más allá de Rundu y las cataratas Popa. Las orillas del Cubango fueron controladas por la guerrilla Unita durante 27 años de guerra civil, lo que ayudó a preservar la biodiversidad del río. La firma de la paz el año pasado ha agilizado los proyectos hidráulicos del gobierno de Luanda, quien planea construir diez presas.

Pero Angola no es el único que amenaza al delta. Namibia ya tuvo que desistir de levantar una central hidroeléctrica en los rápidos del Popa tras una denuncia que advertía del irreparable daño medioambiental. Este desértico país quiere ampliar su sistema de canales y tuberías en Rundu para extraer agua del Okavango y abastecer a la población de la capital.
Y Botswana ha desarrollado otra presa en Mopipi para abastecer a la mina de diamantes de Orapa. La otra amenaza es el proyecto de un trasvase de agua del río Zaire al Okavango, vía Angola.

UN RÍO SEPARA LAS FÉRTILES GRANJAS SUDAFRICANAS DEL ERIAL DE NAMIBIA

El agua también equivale a riqueza en Zimbabwe. Un ejemplo son los vendedores ambulantes de las cataratas Victoria, quienes venden colgantes con la imagen de Ngami, el dios del río Zambeze. A unos cientos de kilómetros, la región que baña el Okavango también se llama Ngamiland, tierra del Dios agua. Allí, el makorista botswano Philip teme por el futuro del delta. «Angola retendrá el agua hasta que llene su embalse. Pero en los dos próximos meses, el nivel del delta seguirá bajando y, sin agua, la fauna desaparecerá. Cuando llegue la estación húmeda ya será tarde pues nada habrá sobrevivido». Este recuerda que el 20% de la riqueza de Botswana procede del turismo en el delta. El otro 60% se
obtiene de las minas de diamantes, explotadas por la firma De Beers.
Y es que las centrales hidroeléctricas se han convertido en un símbolo de progreso para el África Austral y a la vez fuente de conflictos.

Un ejemplo es Zimbabwe, país que comparte con Zambia las cataratas Victoria. El cauce de esta caída del río Zambeze a cien metros de altura, «descubierta» por el misionero Livingstone, ha disminuido debido a las presas construidas por los gobiernos de Lusaka y Luanda. En el billete de 500 dólares zimbabwés (equivalente a 0,18 euros o a un pula) figura
la imagen de una central térmica y en el de 100 un gigantesco embalse.

Ese es el ideal de desarrollismo que defiende la República Sudáfricana, el gigante económico de la zona. Matt, un profesional blanco de Johanesburgo, sostiene que el modelo sudafricano, «donde se aprecia el valor del dinero», debe servir de inspiración e impulso para el resto de África. Para entender el mensaje basta con acudir a la frontera con Namibia, en la orilla sur del río Orange. Las granjas y ranchos sudafricanos, propiedad
de colonos afrikaners, producen, con la ayuda de molinos de viento y sistemas de irrigación, extensos campos de cultivo cuyo verdor contrasta con la desértica orilla de su país vecino.

Retirado Nelson Mandela, el poder económico de Sudáfrica continúa en manos de los blancos, quienes, junto a los asiáticos, detentan de la propiedad del 90% de los negocios. Las tiendas, restaurantes o farmacias pertenecen
a blancos pero son atendidas por personal negro, mano de obra barata. Éstos ocupan las casas de cemento que, a diferencia de las favelas brasileñas, están rodeadas de muros de hormigón y alejadas de las urbanizaciones de chalés con piscina, césped y alarma antirrobo. Estas pobres ciudades satélite proliferan en los arrabales de las autopistas de Ciudad del Cabo o en el extrarradio de los pueblos agrícolas de estilo holandés cercanos al río Orange. Estas humildes viviendas también son
visibles a un lado de la carretera de Swakorpmund, la capital turística
de estilo bávaro en la Costa de los Esqueletos de Namibia. Lo mismo
ocurre en los accesos de Balvis Bay, el puerto del Atlántico que linda con las dunas del desierto namibio y donde fondea la flota pesquera gallega.

Incluso las discotecas tienen mayoritariamente clientes blancos o negros, con distinta música y precio para cada etnia. Muchos afrikaaners, descendientes de los colonos holandeses, son amigables mientras saborean
la cerveza nacional Castle pero se ofenden cuando el forastero les
pregunta por Soweto, el barrio marginal de Johanesburgo. La población de este conjunto de bloques de viviendas humildes -la más cara cuesta 1,2 millones de euros- fue duramente reprimida durante el apartheid político que concluyó hace una década. Ahora es un reclamo turístico y Winnie Mandela, la ex mujer del primer presidente negro, se deja fotografiar con los visitantes en la puerta de su casa.

Pero tras las sonrisas está la realidad: los rands siguen sin llegar a los bolsillos de los 43 millones de habitantes. El proyecto de Pretoria para fomentar una clase media capitalista entre la población de color no da sus frutos. El mayor nivel de vida sólo ha alcanzado a los funcionarios y políticos. Al amanecer, miles de trabajadores de color cruzan a la carrera los pasos elevados de la autopista de Ciudad del Cabo rumbo a las fábricas del puerto mientras los directivos blancos [y la nueva clase política negra] lo hacen en automóvil.

El auge industrial y minero atrae a inmigrantes del Norte y un ejemplo cruel de esta miseria es que los leones del parque natural Krugger se han especializado en cazar y devorar a numerosos ilegales que cruzan la frontera.


El origen de una guerra
La moneda de Botswana se denomina pula, que significa agua. El líquido elemento es más valioso que los diamantes en este arenoso país del Africa Austral, barrido por el desierto del Kalahari.
La explotación de los recursos acuíferos de los ríos fronterizos Okavango, Chobe y Zambeze se ha convertido en uno de los cinco mayores conflictos internacionales por el agua. Botswana incluso libró una guerra contra su vecina Namibia por la posesión de la isla fluvial de Kasikili-Sedudu del río Chobe, que acoge a 60.000 elefantes y miles de gacelas.

Tras las pisadas de Livingstone (2004)

culturas 28 de febrero del 2004
La Voz de Galicia

Tras las pisadas de Livingstone (2004)


SE CUMPLE UN SIGLO DE LA MUERTE DEL PERIODISTA HENRY M. STANLEY Y 150 AÑOS DESDE QUE EL MISIONERO AL QUE FUE A BUSCAR EN EL CORAZÓN DE ÁFRICA EMPRENDIESE SU EXPLORACIÓN

texto: Enrique Vázquez Pita

fotos: José Luis Cadahía y E. Vázquez Pita

En 1868 estalla la Revolución Gloriosa en España que destrona a Isabel II. El New York Herald envía al periodista John Rowlands, quien firma sus crónicas como Henry Morton Stanley, a entrevistar al general Prim. El corresponsal, curtido en la guerra de Secesión americana y las campañas indias, presencia los combates en las barricadas de Zaragoza y Valencia.
En octubre de 1869, el cronista, que reside en la calle de la Cruz, en Madrid, recibe un telegrama de su director, James Gordon Bennet, para que se reúna urgentemente con él en París. Stanley registra en su diario: «Me dijo que debía escribir la crónica de la inauguración del Canal de Suez, algunas observaciones sobre el Alto Egipto, las excavaciones de Jerusalén
y Crimea, la política siria y turca, los proyectos de Rusia en el Cáucaso,
la situación en Persia, una mirada a la India y finalmente,... ¡buscar a Livingstone en el África ecuatorial!».
La expedición en busca del misionero y explorador escocés concluyó en 1871 en el lago Tanganika con aquel «Doctor Livingstone, I presume?». Sir Stanley, apodado Bula Matari (Rompedor de Rocas), falleció el 10 de mayo de
1904 en Londres, hace cien años.
Su último deseo fue reposar en la abadía de Westminster junto a
Livingstone, «como era correcto», pero el obispo se opuso.

La gran hazaña de Livingstone se forjó hace 150 años. El 31 de mayo
de 1854, David Livingstone rechazó la oferta para embarcarse hacia Inglaterra desde Sao Paolo de Luanda, el puerto colonial portugués
en Angola. Prefirió internarse en las selvas, con 114 porteadores, y
alcanzar el corazón de África en una travesía repleta de horrores. El
misionero presenció crueles actos de esclavismo y canibalismo y criticó
la poligamia. En noviembre de 1855, el explorador abandonó el río Linyati, en el Chobe y «descubría» las cascadas que los nativos batonga llamaban Mosi-oa-Tunya (El humo que truena). El doctor las rebautizó como Cataratas Victoria, en honor a su reina. «Escenas tan maravillosas tienen que haber sido contempladas por los ángeles en su vuelo», anotó el misionero
en su diario, reforzado con tapas metálicas. Ciento cincuenta años después, la séptima maravilla natural del mundo sigue cautivando al viajero. La atronadora cortina de vapor de agua pulverizada se eleva en el cielo y es visible a 20 kilómetros de distancia.

Livingstone inició su aventura africana en 1840, en el puerto sudafricano de Ciudad del Cabo,en el que sobresale su meseta Table Mountain, a la que se asciende en teleférico y desde la que se divisa el cabo de Buena
Esperanza. El visitante todavía puede pasear por las coloridas casitas del barrio malayo, el Bo-Kaap, que alojaba a los esclavos musulmanes y donde ahora ruedan series de televisión. Y al caminar por los bares y galerías
de arte del Strand uno rememora los salones de Bourbon Street de Nueva Orleáns, pero sin ambiente.

Los bóers holandeses de Ciudad del Cabo le boicotearon el viaje
al misionero británico, quien se ganó el respeto de las tribus hostiles
tras denunciar el esclavismo. Siglo y medio después, el fin del segregacionismo choca contra un muro invisible: la propiedad. Es
fácil de comprobar que existe un apartheid invisible: los dueños
de las tiendas, los bares o las farmacias siguen siendo blancos
o asiáticos. Los zulúes tienen difcultades para incorporarse a la
economía de mercado. «El capitalismo sudafricano es un modelo a exportar al resto de Africa», defiende Mattew, un descendiente de los colonos afrikaners.

FRONTERA POLVORIENTA
El río Orange es la polvorienta frontera que separa la verde Sudáfrica
de la arenosa Namibia y de las resecas y amarillentas hierbas de la estepa del Kalahari. Esa fue la ruta que siguió Livingstone, donde casi se muere de sed y sobrevivió al ataque de un león.

En un remoto paraje del Orange, una colona afrikaner aparca descuidadamente
su desvencijada camioneta en la puerta del ultramarinos, junto a una chatarrería y una gasolinera de BP. La mujer, de unos 40 años, sienta a su pequeña hija en el mostrador y atiende cecijunta a los clientes. Uno se
pregunta qué diablos le ha traído a este solitario páramo. Es hora
de aprovisionarse de agua. Cuanto más arriba, más rands costará. El
líquido elemento tiene tal valor que Botswana denomina pula (agua) a su moneda nacional.

La siguiente etapa es Windhoek, la capital namibia, donde los armadores gallegos negocian acuerdos de pesca mientras la flota congeladora fondea en
Balvis Bay. La bulliciosa ciudad, plagada de centros comerciales, está a las puertas del desierto del Kalahari, cruzado ahora por una autopista. «Es una inmensa llanura con hierbajos amarillos. No merece la pena», asegura un sudafricano. Poco ha cambiado en esta arenosa planicie desde que la atravesó Livingstone. Seguramente, el también fue observado por los monos babuinos, que saltan las cercas de alambre y vagan por las
cunetas de las carreteras.

Las arenas del Kalahari mueren en el delta del Okavango. Es el único gran río del mundo que desemboca en un desierto. Los pescadores todavía navegan
por los juncales en sus piraguas de madera del baobab, llamadas makoros. La guerra civil de Angola ha preservado la fauna local pero los nativos lamentan que la ex colonia lusa construya ahora presas en el curso alto del río Cubango. «Retienen el agua, el pantano se seca y los peces habrán muerto cuando regrese la estación de las lluvias», afirma un makorista de
Maun, la villa próxima.

En el bullicioso mercado de Maun pasean mujeres herero, vestidas
con el típico traje victoriano y gorro diseñado por la puritana
esposa de un pastor protestante. Mientras, los comerciantes chinos
han sembrado Bostwana de tiendas de ropa.

Livingstone llegó en 1855 al Chobe, ahora un parque natural protegido de Bostwana donde los turistas navegan en barcaza para fotografiar la fauna salvaje en las islas. Allí viven en libertad manadas de cebras y spring-books (gacelas Thomson), búfalos, leones en plena riña, martínes pescadores que se sumergen en picado, pelícanos, águilas imperiales,
cocodrilos que devoran una cría de hipopótamo y elefantes que se recogen al atardecer.

Los lugareños residen en unas pallozas circulares, construidas con latas de coca-cola aplastadas como bloques. Una mona babuina y sus crías remueven en un contenedor de basura, mientras desfilan a su lado escolares uniformados.

Por doquier, los carteles del gobierno advierten del peligro del sida, que afecta a uno de cada tres habitantes. Y a pocos kilómetros, en Zambia, comienza la zona de riesgo de la malaria.

Pasado el Chobe, es fácil divisar la nube de agua de las cataratas Victoria. La ruta hacia las cataratas continúa por la carretera de
Zimbabwe. Al contrario que en otros países del sur de África, las
calzadas carecen de alambradas y son cruzadas por elefantes y cebras, como bien advierten las señales de tráfico. Así se llega al bullicioso pueblo de Vic Falls, el único que no se ha resentido de la crisis económica de Zimbabwe, que enfrentó a los nativos con los granjeros blancos de la antigua Rhodesia. Las cosas van mal y eso se nota en el precio de la moneda
oficial, que se paga tres o cuatro veces más caro en el mercado negro. Algo que no ignoran los vendedores ambulantes, la mayoría descalzos y con ropas raídas, quienes muestran a los turistas unos colgantes de madera que
ellos denominan Ngami (Agua).

Ngami es el nombre del lago que localizó el misionero escocés en su primera ruta por el Kalahari. Livingstone dio con el curso de las grises y turbulentas aguas del río Zambeze y poco después topó con El humo que truena. Una placa a los pies de la estatua del explorador, ataviado con su
característica gorra, recuerda que fue el «primer hombre» que presenció la caída de 545 millones de litros de agua por minuto por una estrecha falla de 107 metros de altura y 1,7 kilómetros de largo. Habría que matizar: primer hombre blanco. Pero en los años 50, antes de la descolonización, el
gobierno de la antigua Rhodesia no reparaba en esos detalles. Para
compensarlo, el gobierno nativo obliga ahora a pagar diez dólares más a los ciudadanos británicos por el visado.

El líquido pulverizado de las Vic Falls rebota y asciende en una densa columna que empapa a los visitantes desprovistos de chubasqueros. Merece la pena ver este salto, alegrado por el arco iris. En el curso bajo, aventureros y deportistas hacen rafting en canoa sobre los rápidos
más espectaculares del mundo, seguidos por la aviesa mirada de los cocodrilos. Son los mismos que luego saborean en el famoso restaurante Mama África un puré de patatas con carne de venado y aromática salsa.

Sobre los acantilados se divisa la depauperada Zambia, a la que se accede por el legendario puente de hierro sobre el Zambeze. Todos los días, camionetas con decenas de mujeres cruzan la frontera desde la cercana ciudad de Livingstone para vender fruta y artesanía de madera, tela y yeso. Basta con cruzar la mitad del puente para poder decir que has pisado el corazón de África. La orilla norte del río Zambeze, en Zambia, está poblada de jirafas, elefantes y hipopótamos. Las barcazas y cruceros continúan en dirección a Angola y se detienen ante la rojiza puesta de
sol.

Livingstone prosiguió su ruta por este río hasta desembocar en la costa de Mozambique. Fue el primer europeo, que se sepa, que cruzó a pie el continente africano de oeste a este.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Galicia-Portugal "Cortaron el cordón umbilical" (2011)

GALICIA - PORTUGAL «Cortaron el cordón umbilical»

La Voz viajó en el tren Vigo-Oporto, que dejará de operar el domingo
Autor: E. V. Pita
Localidad: Oporto
Fecha de publicación: La Voz de Galicia , 6 de julio de 2011

Son las 7.40 horas. Un billete para Oporto. La cajera de la estación ferroviaria de Urzaiz sonríe: «No va a durar mucho». La línea cierra el domingo. El tique cuesta 3,05 euros de Vigo a Valença. El revisor luso cobra el resto. La máquina que cruza la raia es un viejo modelo de Comboios de Portugal (CP) con 160 plazas y que recuerda a los míticos camellos cargados de estudiantes a Santiago. Arranca con seis minutos de retraso con una veintena de viajeros en cuatro vagones modernizados. Los más madrugadores han sido unos mochileros y peregrinos del norte de Europa, profesionales portugueses y obreros.
La noticia de que CP va a suprimir el próximo domingo la línea de Vigo a Valença ha caído como un jarro de agua fría. «Lo uso muchas veces porque vivo en Marín y es muy práctico porque me acerca a Vigo y luego puedo viajar cómodamente a Oporto, para visitar a mi familia», dice Natalia Freitas. Ella, sus dos niños y el gato son los únicos ocupantes del vagón de cabeza. Ahora busca una alternativa: «Tendré que tomar un bus porque, si no, debería ir en avión desde Santiago».
El segundo vagón es ocupado por ocho extranjeros. Una pareja de mochileros, con la concha de Santiago, cubren un bono Interrail, y otra joven consulta su portátil. «Es la primera vez», relata una familia en inglés.
El tercer vagón es el más animado. Dos profesoras brasileñas de la Universidad de São Paulo trabajan con su ordenador portátil apoyado sobre una maleta. Asistieron en Vigo a un congreso de educación y ahora van a otro en Braga. Se enteraron de esta línea por Internet el año pasado. «Nos llevamos un susto al saber que iban a quitar el tren, fue una sorpresa», dicen.
El abogado lisboeta Vitor Gomes fotografía la ría desde la ventana e interviene en la charla: «Es una pena que no haya más frecuencias. Lo hubo tres veces por día». Este profesional viaja desde 1999 desde Madrid a Lisboa, con parada para dormir en Vigo y sigue a Oporto, donde cambia de tren. Gomes tiene su propia teoría sobre la supresión del servicio. «El tren de la CP llega a Vigo al mediodía y está parado siete horas. Eso no es rentable porque el material hace falta abajo. Portugal necesita esas motoras, sobre todo en el corredor de Lisboa al Algarve. Esto es lo mismo que ha pasado en Badajoz». Su solución es sencilla: un tren de Vigo a Valença, y allí hacer el transbordo.
La primera parada es Redondela. Suben una decena de pasajeros, entre ellos un estudiante cargado de maletas y dos turistas brasileños. Cuando el convoy cruza el puente internacional del río Miño, los pasajeros se levantan y disparan sus cámaras.
El tren de la playa
Llegada puntual a Valença. Los peregrinos con mochila se apean y suben casi un centenar de pasajeros que lo usan como cercanías para desplazarse a Viana do Castelo y otras villas de la Costa Verde. Los paneles digitales promocionan el servicio veraniego: «Nom perda tempo en chegar á praia». El viaje es agradable, con un paisaje repleto de viñas, marismas, playas bravas, coloristas iglesias, chalés de estilo racionalista y mansiones coloniales. El revisor de la CP cobra 9,35 euros por el trayecto a Oporto. «No sé por qué van a quitar la línea de Vigo», admite. Los vagones van atestados, con ancianas labriegas, jóvenes con portátiles o MP3 y raperos. En Barcelos, el convoy se cruza con el tren a Vigo.
Sergio Miguel Enríquez Sousa estudia biología molecular en Santiago, pero su familia reside en Lisboa. «Esto me pilló por sorpresa. Hace seis años que hago este trayecto de un tirón, con un transbordo en Redondela. No sé cómo voy a hacer ahora para ir a los exámenes de septiembre porque el tren me va a dejar tirado en Valença por falta de combinaciones con Tui. Nos han cortado el cortón umbilical entre Lisboa y Santiago», dice.
Tras tres horas de ruta, el tren llega a la terminal de Campanha. Tres turistas gallegos siguen en metro ligero hasta la más céntrica estación de São Bento. A una manzana, en Os Aliados, para el autocar de Autna, que cobra 12 euros por el servicio a Vigo, que dura 1 hora y 40 minutos.


viernes, 23 de septiembre de 2011

Crisis: Rescate de Portugal, el país amanece conmocionado (2011)

Rescate: Portugal amanece conmocionado (2011)


Publicado el 8 de abril del 2011 en La Voz de Galicia
http://www.lavozdegalicia.es/dinero/2011/04/08/0003_201104G8P6991.htm

«Me marcho para Brasil», dice una comerciante de Valença que cierra su negocio tras 20 años. «El país está todo triste», admite un empresario.


E. V. PITA
VALENÇA / ENVIADO ESPECIAL


Son las nueve de la mañana y  ya se ven los primeros turistas mirando los escaparates de las tiendas de toallas de la Fortaleza, en Valença. Aquí viven del turismo español. Parece una mañana normal si no fuese porque
los portugueses se han desayunado con portadas como «Portugal pede ajuda» o «Sócrates forçado a pedir ajuda». La petición de rescate a la UE y al FMI ha dividido a los portugueses, pero a nadie lo pilló por sorpresa.
«Tenía que pasar, se veía venir», comenta un cliente del quiosco.

Una vendedora de toallas admite que no comprende la mecánica macroeconómica que implica el rescate financiero, pero su intuición le dice que algo va mal. «No sé si era necesario o no, pero me basta con lo que he visto de los países que han pedido ayuda, como Grecia o Irlanda,
y que no les ha favorecido nada», comenta.

El propietario del bar Limoeiro, João de Amorin Gomes, es de los que apoya la medida del Gobierno. «Era lo correcto, no teníamos alternativa. Peor ya
no podemos estar, Portugal está todo triste, nadie confía en el otro, los salarios bajan y el coste de la vida aumenta. La gente está endeudada y con la soga al cuello, si España cae no sé qué va a pasar», augura. «A vosa
crise é a nosa», añade la camarera, que se sorprende al oír que en España hay «cinco millones» de parados. Una clienta sexagenaria que siguió atentamente por televisión el discurso de Sócrates se ríe nerviosa: «¿Crisis, qué crisis?».

La vendedora de paños del bajo colindante, María Sameiro, está sentada en la terraza sin pedir nada. Tras 20 años, cierra su tienda «por saturación [cansancio]y por la crisis. Ya no hay algodón porque China lo acapara todo. Ahora voy a hacer cursos de formación porque me pagan con fondos de la UE. Quiero marcharme a Brasil con mi hija. Ella es ingeniera medioambiental y allí trabaja de lo suyo», dice. «Muchos no cierran porque no tienen valor», añade. ¿Cómo resistir con un IVA al 23%?

Quizás la Fortaleza viva en una burbuja económica, sostenida por el turismo español. Pero en la ciudad nueva, en la calle de los bancos, también se respira tranquilidad. Solo un mendigo que pide limosna junto a un cajero automático se lamenta ante los agentes de policía: «En Rumanía no hay trabajo».

Probamos a solicitar un crédito en un banco para abrir un negocio y comprar un coche de lujo. Para el negocio, depende. Del coche, ni hablar. En toda la mañana, ningún cliente ha comentado nada del rescate en el
Santanter Totta. «Los españoles vienen a preguntar más», explica
la directora Luisa Lopes. En la Caixa Geral de Depósitos, los
clientes tampoco han corrido a retirar sus ahorros. «La gente no
se ha enterado», admite fuera de micrófono un ejecutivo.
Un inversor español cree que «aquí se han levantado en shock,
no se dan cuenta de lo que se les viene encima. Esto es una gota
más porque aquí no vivieron los años de bonanza de España. Cuando caiga...». Otro hombre de negocios añade: «Incluso en la crisis hay buenas oportunidades, solo hay que acertar».

El dueño de un almacén de combustible, Antonio Sousa, aparca su Mercedes en la milla de oro de Valença y elogia la medida. Hace poco despidió a 3
de sus 20 empleados y va a comprar a Tui productos más baratos. «La ayuda es el mejor remedio, pero llega tarde. Muchos se van a arrepentir de no querer tomar medidas más duras como pedía Sócrates. En 1982, funcionó.
Serán tres años de ajustarse el cinturón, pero los que vivimos la pobreza sabremos sobrellevar los tiempos duros".


«Voy a Tui a por combustible y alimentos, aquí los impuestos están muy altos»

Joaquim Romeu, funcionario público de Valença, sigue de cerca los rescates. Suelen venir seguidos de despidos de trabajadores públicos. Ya ha habido recortes para los empleados del Estado que ganan más de 1.500
euros. Los impuestos han disparado el precio de los coches nuevos, «diez mil euros más caros que en España». Las bombonas de gas valen 25 euros y,
al otro lado del Miño, no pasan de 12. La gasolina del automóvil cuesta 1,54 euros y la de moto, 1,84. «Y encima quieren subir el IVA al 25%», afirma Joaquim.

Este ha aguzado el ingenio y cruza el puente para abastecerse en España de alimentos y combustible. «Lo que han conseguido los políticos es que Tui
no se vaya abajo, porque recibe divisas portuguesas, de aquí el dinero huye», dice.

La comerciante María Amoeda piensa lo mismo: «El que tiene dinero no quiere investir. Nadie compra un piso porque no le van a pagar el alquiler. Los créditos están más difíciles. En Francia o Navarra la crisis se nota menos que en Galicia».

«Sufriremos la intervención 3 o 4 años», vaticina una empleada de banca

La directora del Santander Totta, Luisa Lopes, es una de las personas mejor informadas de Valença. La petición de ayuda ya estaba descontada por los analistas. «El FMI va a instaurar unas reglas que debemos obedecer
como Grecia e Irlanda y pasaremos por momentos difíciles para controlar el gasto. La intervención de la UE conducirá a reglas para despedir funcionarios públicos, controlar las importaciones, recortes en los salarios mínimos, las pensiones, vacaciones y pluses de natalidad. No hay ningún milagro detrás», dice.
Advierte que en los rescates de 1970 y 1980, el FMI llegó a obligar a vender las reservas de oro del país: «Ahora, tendremos que sufrir la intervención durante 3 o 4 años». Y cree que Portugal ha reaccionado con serenidad porque «estamos acostumbrados a vivir con dificultades; los españoles están más preocupados porque la crisis les llegó de golpe».

Frases
«Es una gota más porque aquí no vivieron los años de bonanza que
tuvo España».
«La ayuda del FMI es el mejor remedio, ya funcionó en 1982, pero llega tarde»

lunes, 19 de septiembre de 2011

Luna de miel «on the road»: Yosemite Park, Las Vegas, Ruta 66, Grand Canyon y L. A. (2011)


Publicado en el suplemento Fugas de La Voz de Galicia el 16 de septiembre del 2011, pagina 12 y 13

Luna de miel «on the road»: Yosemite Park, Las Vegas, Ruta 66, Grand Canyon y L. A.


Muchos recién casados alquilan una autocaravana o una Harley-Davidson y se lanzan a la aventura de cruzar los desiertos de Nevada y vivir los espectaculares atardeceres de Arizona.


E. VÁZQUEZ PITA | Tirar millas por el Oeste americano hace hervir la imaginación de muchos turistas. Distancias enormes y galones de gasolina.
Quienes disfruten su luna de miel allí vivirán una romántica aventura por interminables carreteras rectas que cruzan inhóspitos desiertos, montañas rojizas castigadas por el viento, ciudades repletas de casinos que imitan la torre Eiffel o Roma o moteles sacados de una escena de Psicosis. El camino no tiene pérdida: basta con seguir a
las parejas de moteros en Harley-Davidson que quieren llegar a tiempo al atardecer del gran cañón del Colorado.

Al volante, uno se siente protagonista de road movies como Thelma y Luise, Corazón salvaje o París-Tejas. Por ello, muchos recién casados (o que pronto unirán sus vidas tras una rápida ceremonia en un casino de Las Vegas sin validez legal en España) eligen la carretera para cruzar el país de los cow boys durante tres semanas. El
cambio de moneda abarata el viaje. Un desayuno cuesta 3 dólares pero el turista europeo paga 2 euros. La otra ventaja es que en Estados Unidos basta con mostrar el carné de conducir español y una tarjeta de crédito para alquilar un coche (más tasas y seguro).

Otros optan por conducir una autocaravana, casas con ruedas tan
grandes como autobuses. El itinerario pasa inevitablemente por la boscosa Arizona (fuera tópicos), Nevada y parada final en Santa Mónica, la playa de Los Ángeles (allí dicen L. A.).

Ellos solos, su vehículo y el asfalto. Y no faltan atractivos: puestas de sol anaranjadas en Red Canyon y Sedona, las más bellas del mundo con permiso de Fisterra, un paisaje de vértigo en el Grand Canyon, noches locas en Las Vegas y parada en los bares llenos de recuerdos de la mítica Ruta 66.
San Francisco es un buen punto de salida. Un apacible aperitivo comparado con lo que se avecina. Allí, hay una nube parada sobre la bahía, así que la primera compra será una sudadera y un biberón-cantimplora para mantener caliente el café. Por el frío.
Para visitar la isla-prisión de Alcatraz conviene reservar por Internet tres semanas antes. Y es obligado cruzar la interestatal 101 por el puente Golden Gate, mejor con niebla.

La segunda parada es el parque de Yosemite. Lleva dos horas cruzarlo. Allí reinan las secuoyas, árboles altos como rascacielos, los mayores seres vivos. El valle glacial reserva otras sorpresas, como un pico redondo (el Half Dome) partido por la mitad. Hay que reservar cama con meses de antelación. Y ojo con los osos, que roban la
comida en los coches de los turistas.

La luna de miel on the road sigue por el Death Valley, un paraje lunar tan desolado que hay que llevar botellas de agua y comida para varios días.

 La siguiente parada es Las Vegas, una ciudad temática plantada en medio de la nada. El mejor plan es reservar una habitación en algún casino de la bulliciosa Las Vegas Boulevard, como el Luxor, que imita una pirámide egipcia, el Caesar Palace, que parece un circo romano, o el Venice, con góndolas.

Todo está pensado para que el visitante se sienta cómodo y por eso han instalado escaleras mecánicas para cruzar los pasos elevados o un tren monorraíl que pasa por los casinos. La musiquilla y los destellos de las máquinas incitan a gastar en una ciudad abierta las 24 horas. El dinero se evaporará en fichas, tiendas de superlujo, restaurantes de moda, espectáculos musicales o museos de la serie televisiva CSI. La casa siempre gana, pero el jugador paga por sentir unos minutos de emoción. Un consejo para el recién casado: no caiga en la tentación de aceptar publicidad callejera de chicas y gogós (recuerde que lleva a su esposa cogida de la mano).

La siguiente escala está en el Grand Canyon, a cinco horas en coche de Las Vegas por la interestatal 40. Este tramo coincide con la mítica Ruta 66 entre Williams y Flagstag, donde se cruzará con parejas de moteros con pañuelo y chupa de cuero. Si desayuna en el Galaxy, se sentirá transportado a los años 50 como en Regreso al futuro.

El parque nacional del Gran Cañón está rodeado de bosques, lo que rompe el tópico de Arizona.Suele haber tormentas. Para dormir en una cabaña, reserven con un año de antelación, pero la recompensa es irse a dormir tras pisar acantilados de vértigo y estremecerse con atardeceres rojizos con la salida de la luna tras las montañas. Dicen que la cara norte es más impactante. pero el camino es largo.

En Sedona, escenario de películas  de vaqueros, la puesta de sol tiñe de amarillo los montes en forma de mesa. La visita incluye paisajes desolados como Diablo Canyon, Meteor Crater, el castillo de Moctezuma o las reservas de navajos y hopis. Al volante, uno se inquieta cuando asoman por el espejo retrovisor las chimeneas de un truck (camión) como en El diablo sobre ruedas. Será un largo trecho hacia Los Ángeles. Mejor, en avión.


LAS VEGAS
ESPECTÁCULO, CASINOS Y LUJO
¿Quiere gastar su dinero? Las Vegas es el  mejor sitio: boutiques de lujo, casinos abiertos las 24 horas, bodas y musicales.

GRAND CANYON
EL VÉRTIGO DE LA NATURALEZA SALVAJE
Sus cumbres son el fondo de un antiguo océano y su cañón, fruto de la erosión del río Colorado. Atardeceres inolvidables.

RED CANYON
LOS MÁS BELLOS ATARDECERES
Escenario de las películas de John Wayne y Ava Gadner, el Red Canyon y Sedona muestran el lado romántico del Oeste.

RUTA 66
MOTEROS QUEMANDO RUEDA
Esta mítica carretera es motivo de orgullo turístico para los poblados y bares que atraviesa desde Chicago a Los Ángeles.


El Gerês, ante un futuro incierto (2010)

LA LUCHA CONTRA EL FUEGO

LA VOZ EN EL GERêS

El Gerês, ante un futuro incierto


Los vecinos del parque nacional portugués consiguieron salvar sus casas, pero se enfrentan ahora a una ardua y todavía lejana reforestación de pinos, eucaliptos y especies autóctonas como el carballo
Autor:
E. Vázquez Pita
Fecha de publicación:
6/9/2010
Agosto es el mes más cruel, criando lilas de la tierra muerta, mezclando memoria y deseo, removiendo turbias raíces con altas temperaturas. Parafraseando al poeta T.?S.?Eliot, el verano sorprendió a los vecinos del parque nacional de Peneda-Gerês. Esta extensión, que supera los 700 kilómetros cuadrados y que fue abierta en 1971, es ahora tierra baldía.
La entrada al parque por Ponte da Barca, a media hora de Tui, no puede ser más desoladora. Árboles retorcidos por el calor intimidan al visitante mientras algunos operarios con motosierras limpian de matojos las cunetas. Eso no parece echar atrás a dos cicloturistas franceses que siguen la carretera en dirección a la frontera y la villa gallega de Lobios.
El camino hacia el interior del parque depara inmensas panorámicas de los cañones del Limia, cuyas laderas aparecen calcinadas a escasos metros de las casas. Un viejo Renault-4 de color verde sube por la estrecha y serpenteante carretera de Vilarinho de Quartas. El coche y el agua del río Limia son las únicas notas de color verde en un paisaje carbonizado. Aún es pronto para hablar de reforestación con los vecinos, tras quince días de tregua. «No sabemos qué vamos a hacer ahora», comenta un ganadero. Han sido víctimas de una caída de fichas de dominó. El fuego se inició fuera del parque y se extendió sin control. Allí limpian los montes y nadie escatimó medios para apagar los incendios. Llegaron a participar 700 bomberos.
El mayor incendio duró quince días en Terras do Bouro y arrasó Vilarinho das Furnas, Serra Amarela, Lindoso y Mata de Cabril. Ardieron 3.529 hectáreas de carballos, árboles resinosos y matorral. Este siniestro amenazó los alrededores del municipio de Lobios y el parque de O Xurés, una zona de gran valor histórico porque la cruza la antigua calzada romana que unía Astorga con Braga. Los gobernadores de la época inscribieron su nombre en los mojones que numeraban las millas. Los excursionistas pueden, además, recorrer una senda repleta de pozas que permiten bañarse en los riachuelos.
El Instituto da Conservação da Natureza e a Biodiversidade (ICNB) confirma que este fuego comenzó fuera del parque del Gerês, lo mismo que los otros dos mayores incendios de agosto en la zona. Los datos provisionales se basan en las evaluaciones del terreno y de datos cartográficos. En Arcos, Travanca, Mezio y Soajo se perdieron 2.465 hectáreas de foresta, entre ellas pino silvestre autóctono. El fuego duró diez días, y algunos bomberos que intervinieron en la extinción hablan de tres mil hectáreas calcinadas.
Esta zona del río Lima (Limia, en Galicia) está plagada de leyendas. La más conocida habla de una legión romana comandada por Junio Décimo Bruto y que se negó a cruzar el río por miedo a perder la memoria. El general vadeó el caudal a caballo y desde la otra orilla llamó por sus nombres a sus más asustados subordinados. Así pudieron avanzar hacia el fin del mundo.
El tercer incendio de gravedad se situó en Brufe, Calcedonia, Gerez y Vilar de Veiga y duró ocho días. Solo el cuarto fuego, el de Fafiao, con 689 hectáreas quemadas, se inició en el propio parque. Ardieron pinos silvestres y bravos, eucalipto, mimosas y matorral.
De estas áreas arrasadas, el 18% eran de conservación de la naturaleza y el resto estaban destinadas a actividad humana. Al menos, 724 hectáreas quemadas gozaban de protección total, sobre todo en Mata do Cabril. Dañaron tejos y nidos de halcón peregrino. La zona donde había menor actividad humana fue la que sufrió menos daños, aunque lo devastado equivale al 2% del parque.
Todo apunta a que las autoridades ampliarán ahora el número de cortafuegos para frenar el avance de los incendios.

California y sus contradicciones (2011)

California y sus contradicciones (2011)

Pese a un PIB de un billón de euros, bordea la quiebra


Publicado en La Voz de Galicia, sección Economía el 4 de septiembre del 2011

(Aclaración posterior a la publicación del artículo: en un foro en inglés, un ciudadano dice exactamente que "si fuésemos un país, las agencias nos calificarían con la nota A--". Y es cierto, si California fuese un pais, pero no lo es. Como bien dice el alcalde de Los Angeles en una entrevista a El Pais publicada el mismo día, California no puede quebrar técnicamente porque es un estado dependiente de la reserva federal)

Autor: E.V.Pita
Redacción / La Voz

Playas de aguas frías, veranos nubosos, extensas cosechas de vino y una larga polémica por la tardanza en construir una línea de tren de alta velocidad. ¿Galicia? No. Hablamos de California, el Estado más rico y poblado de Estados Unidos. Si fuese un país, la costa de Los Ángeles a San Francisco figuraría entre la octava y décima potencia económica mundial, por encima de España. Acoge a dos universidades de élite, Stanford y Berkeley, empresas de tecnología punta como Google y Facebook en Silicon Valley, extensos latifundios vinitícolas y bodegas en Napa Valley, así como la poderosa industria cinematográfica de Hollywood. «Quiero quedarme aquí porque es donde está lo último en alta tecnología», comenta un universitario taiwanés mientras bebe un café de caramelo de la cadena Starbucks. Como él, miles de asiáticos han desembarcado en el Estado Dorado para hacer su sueño realidad, como antaño atrajo a misioneros españoles y luego buscadores de oro.

Sin embargo, California acumula numerosas contradicciones. Las hay a miles. Factura 1,5 billones de dólares (un billón de euros), un PIB parecido al de Italia, pero el Gobierno está al borde de la bancarrota. «Nos van a poner la clasificación A--», advierte un ciudadano en un foro on-line.
En Santa Bárbara, un enclave turístico con pelícanos y dunas protegidas, los bañistas toman el sol rodeados del chapapote que, supuestamente, vierten la flota pesquera y cuatro plataformas petrolíferas ancladas en el horizonte.

En San Francisco, miles de sintecho, algunos con graves enfermedades mentales o de drogadicción y alcoholismo, vagan con sus carritos de la compra por Market Street, la arteria más céntrica de San Francisco, a escasos metros de las sedes de Wells and Fargo o Bank of America, este último fundado por un emprendedor de la fiebre del oro. «Estás muerto», le dice un vagabundo barbudo a un asustado turista que espera a la puerta del hotel.

Pero la mayor contradicción es el tren. Aunque parezca increíble, la ciudad de Los Angeles, con 17 millones de habitantes en el área metropolitana, y San Francisco, con 7, no están conectadas directamente con un servicio ferroviario. La franja de Sacramento a San Diego, entre 900 y 1.000 kilómetros, suman 34 millones de habitantes, doce veces Galicia. Por carretera son cinco horas de viaje, siempre que se evite la mítica Big One que recorre la tortuosa costa. El servicio ferroviario de Amtrak cubre la mayoría de los tramos con trenes de doble piso pero, a veces, los pasajeros tienen que apearse en estaciones intermedias, como Santa Barbara, y continuar en autocar, a lo que se suman retrasos de casi una hora. Numerosos turistas que regresan en coche del parque Yosemite se ven atrapados en un cruce de Escalón durante 20 minutos por los que circulan kilométricos trenes de mercancía, con hasta 200 vagones. Y los diarios de San Francisco dedican páginas enteras al servicio de metro ligero Bart, al que tildan de obsoleto.

Otras veces, hay pocas frecuencias de trenes, como el Caltrain, un tren de cercanías de San Francisco a San José, que pasa por Palo Alto, Stanford y Mountain View (Silicon Valley) cada hora. Numerosos profesores y expertos informáticos que pierden por un minuto el tren, hacen tiempo en la estación de Palo Alto navegando con sus iPad a la espera del próximo. Las obras del nuevo Hight Speed Rail, bautizado por la prensa como el Bullet Train (tren bala), empezarán en el 2013 y será el primero en construirse en Estados Unidos para circular a más de 250 kilómetros por hora, pero los ciudadanos se oponen por su alto coste, cuyo presupuesto se ha disparado a 63.000 millones de dólares.

Google sale del garaje y lidera la nueva economía en Silicon Valley (2011)

Google sale del garaje y lidera la nueva economía en Silicon Valley (2011)

La «cibercity», que genera el 6 % del PIB de California, vive su mayor bum

Publicado en la sección de Economía de La Voz de Galicia
Autor:  E. VÁZQUEZ PITA
Localidad: MOUNTAIN VIEW / LA VOZ
Fecha de publicación:  11/9/2011
La UE ha puesto sus ojos en Silicon Valley -el parque tecnológico cuna del chip, Google y el iPad, en el sur de la bahía de San Francisco- que sobrevivió a la crisis de las punto.com del 2000 y vive un bum. Las casas allí valen casi un millón de dólares. El recorrido por este gigantesco polígono muestra cientos de empresas emprendedoras de la nueva economía de la información (26 ya están en la lista Fortune). La comisaria de la Agencia Digital Europea, Neelie Kroes, visitó la cibercity para exportar los secretos de la cultura del garaje a Europa. Justo en una época con despidos en la cúpula de Yahoo y cuando Facebook proyecta un megacampus para 10.000 empleados.

Ajetreado día en la calle Market Street de San Francisco. Una profesora de inglés sorbe café de su biberón-cantimplora y teclea «Santiago de Compostela». El proyector muestra una vista área de la capital gallega en el encerado electrónico del aula gracias a Google Maps. Un ingeniero coreano recién graduado la reconoce: «Yo he peregrinado allí y a Fisterra». Estos milagros son posibles gracias a las tecnologías que nacen en Silicon Valley. Esta tecnópolis, que da trabajo a casi 400.000 ingenieros, se extiende a lo largo del Camino Real, la ruta de los misioneros españoles del siglo XVIII. Hoy, en los márgenes de la Interestatal 101, que une San José con el puente del Golden Gate, se asientan gigantes de la era digital como Google, Twitter, Oracle, Apple, Adobe, eBay, HP, Yahoo!, Intel o la NASA.

¿Cuál es la clave del éxito del motor de la industria de la tecnología de la información? La pista nos lleva a Palo Alto. Desde la estación del Caltrain, un shuttle (bus gratuito) traslada a los visitantes a la Universidad de Stanford, rodeada de bosques, campos deportivos y aulas e iglesias de estilo colonial español. En un tablón de anuncios, un profesor recluta voluntarios para un experimento de reconocimiento de rostros. Este campus de élite cobra hasta 12.000 dólares por un curso veraniego. Estudiantes de doctorado que recalaron allí, como Sergey Brin y Larry Page, fundaron el buscador Google en un garaje tras necesitar toda la potencia de los ordenadores del campus.

Hoy, ambos son millonarios y su sede ocupa el complejo de edificios llamado Googleplex, que atrae como un imán a los turistas. Los visitantes se apean en Mountain View o Palo Alto y buscan un bus urbano que los acerque al campus tecnológico. Llueven peticiones para hacer tours por la empresa, pero Rachel, una portavoz, lamenta que «es imposible atenderlos».

Desde la Interestatal 101, es fácil divisar la sede de Oracle o la NASA. El campus de Google está señalizado con unas gigantes flechas rojas, un guiño al localizador del Google Maps. Los turistas miran a hurtadillas por las ventanas para comprobar si son ciertas las leyendas sobre su cultura informal del trabajo, con ejecutivos en sudadera, mesas de billar, comida y gimnasio gratis. Sí, es cierto que los empleados se mueven en bicicletas. Los edificios están decorados con coloridas sombrillas, estaturas gigantes de pasteles, galletas o el Android, pianos de cola en la entrada principal o una réplica a gran escala del extraterrestre Alien. Este valle genera el 6 % del PIB de California, 77.000 millones de euros.

Al regresar a la carretera, el conductor echa un vistazo a su GPS y observa el denso tráfico de coches, la mayoría de marcas japonesas, lo que explica la decadencia de Detroit. Si alguien duda del éxito de las tecnologías de la información puede asomarse a la tienda de Apple en la comercial tercera avenida de Santa Mónica Beach, en Los Ángeles. Dentro, cientos de clientes examinan las últimas novedades del iPad. Al lado, hay una tienda de Zara, cuyo fundador Amancio Ortega es citado en un libro de gramática inglesa como ejemplo de emprendedor.

¿Seguirá Irlanda la estela de Grecia? (2010)

Viaje a Dublín (publicado en Sección de Economía de La Voz de Galicia)
Publicado en La Voz de Galicia ( 18 de abril del 2010 )

Enlace permanente: http://reportajesdeevazquezpita.blogspot.com/2011/09/seguira-irlanda-la-estela-de-grecia.html

¿Seguirá Irlanda la estela de Grecia? (2010)


El Tigre Celta es la letra I del grupo de países PIGS, con un déficit fiscal del 14%, un paro del 13% y dos bancos zombis

Autor:
E. Vázquez Pita

Irlanda era un país pobre, pero en 1973 ingresó en la UE y las recetas neoliberales acabaron disparando su economía. El cebo de los bajos impuestos y la escasa regulación atrajo al dinero y, en el 2000, el crecimiento del producto interior bruto tocó un techo del 9,4%, el triple de lo normal en Europa. El país de nuevos ricos fue apodado el Tigre Celta para compararlo con la dinámica Asia. Diez años después, la burbuja estalló y el aquel tigre es ahora solo un zombi. En el 2009, su PIB cayó un 7,9%, el déficit público trepó hasta el 12% y el paro supera ya la barrera del 13%, el sexto más elevado de la UE.
Irlanda tiene el dudoso honor de representar la letra I de las siglas PIGS, término utilizado para englobar a países con graves problemas de déficit y del que también forman parte Portugal, Grecia y España. Atenas acaba de recibir un salvavidas de 30.000 millones de sus socios europeos y Dublín puede ser la próxima ficha en caer. Así lo cree el columnista financiero David McWilliams, de The Sunday Business Post , quien asegura rezar para que el pánico no se extienda como la pólvora.
La primera impresión del viajero que llega al aeropuerto de Dublín es la de un lugar gris al que le vendría bien una mano de pintura. Las infraestructuras son la asignatura pendiente del país, pero no hay que engañarse. Al salir a la calle, uno descubre la colosal silueta de la nueva terminal, un huevo metálico de estilo high-tech. Las grúas trabajan a pleno rendimiento. El ferrocarril y la autovía a Galway también han sido modernizados a tiempo. Entonces, ¿es tan grave la crisis en Irlanda?

La renta per cápita de los irlandeses sigue en el 134%, por encima de la media europea y de España. Es la herencia del bum de los noventa, cuando la construcción y los microchips hacían correr el dinero. Impuestos baratos atraían a los inversores americanos y al capital alemán. Ahora, Irlanda recorta el gasto para atajar su deuda, un 60% del PIB.

«Esto ya no es lo de antes», refunfuña un taxista. «La culpa es de gente como Quinn», dice una residente. Durante la bonanza, el multimillonario Sean Quinn pidió un préstamo al Anglo Irish Bank para comprar acciones del propio banco, en el que, cuando estalló la crisis, el Gobierno tuvo que tapar un agujero de 180.000 millones. Lo que queda ahora es una ciudad fantasma de oficinas acristaladas, hoteles sin clientes, campos de golf sin socios y chalés adosados vacíos. Y una enorme deuda que pagar.


El ladrillo se hundió, pero la informática continúa atrayendo a los inversores

Los irlandeses tienen una anécdota para todo. Muchos han fijado ahora su atención en el edificio del Banco Central. ¿Por qué tiene todas sus ventanas tapiadas? Cuentan que, hace tiempo, una ley estableció que que cada ciudadano debía pagar impuestos según el número de ventanas de su casa. Algunas iglesias de Dublín y el Parlamento las tapiaron todas para ahorrar. Allí está situado ahora el Banco Central, que se ha marcado el objetivo de reducir el déficit público hasta el 3% cuando hace tres años se dedicaba a inyectar capital en los mercados internacionales. La luz solo entra por un patio del Banco Central, un lugar lugrube comparado con las nuevas oficinas acristaladas de los Docklands, donde los peatones pueden ver absolutamente todo lo que pasa dentro.

La crisis ha golpeado más fuerte en Waterford, al sur, la quinta ciudad del país. La famosa cristalera que alegraba la ciudad era todo un emblema industrial, pero ha cerrado sus puertas para trasladarse a China. La deslocalización ha dado la puntilla a esta zona.
Con Dell pasó algo parecido. La multinacional americana de ordenadores se instaló en Limerick, pero hace seis meses decidió trasladarse a Polonia, para ahorrar costes.? El ladrillo cayó pero el microchip ha sobrevivido. El suelo barato atrae a inversores tecnológicos de Estados Unidos. La red social Facebook acaba de instalar una central de servicios al cliente, y la red de negocios Linkedln, otra. Hay oportunidades para los teleoperadores porque es un país barato que habla inglés.


Los Docklands, herencia de una época de bonanza


Los años de bonanza tienen su espejo en los Docklands, una zona de diques abandonados en la desembocadura del río Liffey en Dublín. En diez años, se levantaron decenas de edificios de oficinas, de estilo h igh-tech , plazas y centros comerciales con boutiques y comida internacional. Las terrazas siguen llenas, pero los inmuebles parecen desangelados como si fuese un barrio fantasma. Carteles de «To Let» (Se alquila) asoman por las ventanas camino al nuevo puente de Calatrava que simboliza la lira, y al teatro O2. El Gobierno acaba de ampliar la línea de metro ligero Luas para atraer residentes.? El estallido de la burbuja inmobiliaria obligó a los obreros polacos a volver a su país, pero las tiendas especializadas en productos del Este siguen abiertas.
En Galway, la segunda ciudad del país, que acoge a una gran comunidad gallega, la construcción de chalés adosados cesó de repente. «Hubo un auge de la especulación, muchas urbanizaciones nuevas», recuerda Susana Fernández, una economista coruñesa que trabajó en el audiovisual de Galway.

La clase media de Irlanda, lastrada por las hipotecas, se afana en buscar gangas

Los desempleados rondan los 300.000?y la renta per cápita se desploma

La señal de que algo va mal saltó durante las fiestas de San Patricio, a mediados de marzo. El consumo de cervezas Guinness en las calles de Dublín descendió respecto a años anteriores. Era la mejor prueba de que hay crisis y de que la clase media irlandesa consume menos, empobrecida por los créditos e hipotecas pedidos en el pasado. En dos años, la renta per cápita ha pasado del 145 al 134% de la media europea.
Basta con pasear por la bulliciosa calle de la moda, Henry Street, donde se concentran las cadenas de grandes almacenes H&M, Zara, Marks & Spencer o la exitosa Pennyes (Primark). Decenas de clientes salen por las puertas de Pennys cargados de bolsas de papel. No son víctimas de una fiebre consumista, sino que se aprietan el cinturón. Las estudiantes del Trinity College encuentran allí grandes gangas, como camisetas a cuatro euros y vestidos a cinco. Hay prendas por dos euros, más baratas que en los bazares chinos. Pennys hace su agosto en plena crisis. En la esquina de los grandes almacenes, un homeless se acurruca en un saco de dormir.

La inflación del 2009 ha aupado los precios por encima de los españoles. En las calles secundarias, los escaparates lucen tentadoras ofertas y saldos. Hasta Burger King promociona el Eurosaver (Euroahorro). Y en el centro comercial de St. Stephen los clientes desayunan y miran, pero no tocan los diamantes.
Un paseo por Temple Bar, la calle de copas de Dublín, revela que, como en España, la crisis no ha cerrado ningún pub pese a que el país ronda los 300.000 parados. Pero la capital es joven y nadie se priva de su pinta de Guinness a cuatro euros; o de una botella de Albariño por 30. Las terrazas rebosan de clientes y las adolescentes visten lo más posh. Caminan con tacones de aguja hacia los clubes nocturnos privados del barrio georgiano, un distrito para ricos de la capital. Al amanecer, la luz muestra hileras de carteles colgados que anuncian traspasos de oficinas. Hay pocos negocios cerrados, la mayoría son inmobiliarias.
En los barrios del norte ha surgido una nueva clase social: los nackers, una tribu juvenil de flequillo y sudadera. Eternos parados, son pensionistas. «Mejor, no tener nada con ellos», advierte un residente. El colchón para un paro del 13,2% es la paga social, unos 600 euros. El desempleo es inferior que en España (19%) y muchos obreros de la construcción han regresado a sus países de origen. La pobreza sigue oculta. En la capital, son escasos los indigentes que duermen a la intemperie. En villas como Donegal, ninguno. En Dublín, decenas de rumanas piden limosna en el puente Ha Penny. Antes, había que pagar medio penique de peaje por cruzar el río. Ahora, está flanqueado por jóvenes de apariencia sana que padecen problemas de droga, sentados en silencio con un vaso de plástico vacío en la mano. Algunos critican que la paga social incentiva la pereza. Pero Irlanda, pese a ser un país católico, parece más próxima al sistema neoliberal del Reino Unido y Estados Unidos que al bienestar europeo. Ir al médico no es gratis y el que puede contrata un seguro privado.
La crisis ha generado irritación, pero pocas protestas callejeras. En los soportales del histórico edificio de Correos, donde se libró un episodio de la independencia irlandesa, se manifiestan a diario speakers que recogen firmas por todo: contra el aborto, en apoyo del Sinn Féin o contra la pederastia religiosa. Nadie contra la crisis. A la vuelta de la esquina, ante la puerta de un Zara, un grupo de Socialist Workers corea por megáfono consignas contra la banca y clama por una revuelta.
Pero la crisis ha tenido un malsano efecto secundario: el racismo. Hace una semana, varios miles de inmigrantes se manifestaron contra el asesinato de un estudiante adolescente de origen africano. La tensión crece.

Añadido del autor: en el artículo original pubicado en la sección de Economía de La Voz de Galicia el 18 de abril del 2010 figura un pequeño paquete qe ha pasado desapercibido al volcar la información en la web. Dicho paquete recoge las quejas de un irlandés por las medidas que ha tomado su gobierno para atajar la crisis: congelación de salarios de los funcionarios y otros ajustes. Esta receta sería aplicada a España unos meses después.
Salarios congelados en Irlanda (último paquete del reportaje de Economía de La Voz de Galicia.
«Tenemos los salarios congelados mientras suben los impuestos»

Autor: E. Vázquez Pita


Javier Berrocal es un informático de A Coruña de 27 años que trabaja en Dublín. «Un amigo me dijo que había muchas oportunidades, que alguien que no hablase inglés podía colocarse de camarero. Pero un mes después de llegar aquí leí en la prensa: '' Recesión'' », relata. Salió adelante. «Pasé por varias entrevistas y una empresa informática me contrató en dos meses», dice.
Un amigo suyo, Iosaf, un ingeniero de informática de 31 años vive la crisis más de cerca. «Ahora esperas menos tiempo por una mesa en los restaurantes», comenta. Asegura que en los centros comerciales, la gente pasea más que antes, cuando se les veía cargados con bolsas. «Tenemos los salarios congelados mientras suben los impuestos», relata dejando entrever cierto enfado.

101 ideas para disfrutar gratis de Dublín y buscar buenas gangas (2010)

Ocio en Irlanda (Fugas, La Voz de Galicia - 30/4/2010 )

Publicado en La Voz de Galicia , suplemento Fugas, 30/4/2010
Fotos de Martina Miser

http://www.lavozdegalicia.es

Enlace al texto:
http://reportajesdeevazquezpita.blogspot.com/2011/09/101-ideas-para-disfrutar-gratis-de.html

101 ideas para disfrutar gratis de Dublín y buscar buenas gangas


La capital del río Liffey ofrece visitas guiadas a pie sin pagar, museos de entrada libre y ecotaxis por la voluntad

Autor:
E. VÁZQUEZ PITA

Primera lección sobre Dublín: mire a la derecha antes de cruzar. La frase «Look right» escrita en el suelo de los pasos de cebra advierte de que los vehículos circulan en sentido contrario. Segunda lección: todos le contarán que han visto pasar en su coche a Bono, el cantante de U2, o que coincidieron con el actor Pierce Brosnan en un pub.
Al igual que en Galicia, la ciudad descrita por Joyce adora la cultura del tapeo. Lo que asombra de la capital de Irlanda es su ambiente joven, cosmopolita y universitario. «Aquí nadie te mira por tus pintas raras», dice un residente. Las chicas visten arregladas para tomar una pinta por el bullicioso Temple Bar. Por contra, los hombres salen en camiseta y vaqueros.
Otro atractivo de la urbe bañada por el río Liffey es que el turista puede hacer 101 cosas gratis, entre ellas navegar en barcaza. La lista de 10 Free Things difundida por la oficina de turismo de Irlanda ( http://www.visitdublin.com ) propone a los turistas descargar de Internet los iWalk, archivos MP3 con una explicación sonora del itinerario, y oírlos en su reproductor mientras camina.
El forastero puede sumarse a un tour gratuito a pie con Neweuropetours.com. Los guías son voluntarios, visten un chaleco rojo, hablan español y salen de la plaza del City Hall, junto al Dublin Castle. Ese es el kilómetro cero, el corazón del Pantano Negro, como lo bautizaron los vikingos. Al terminar el recorrido de tres horas, los guías pasan la gorra, pero las divertidas anécdotas históricas que relatan merecen la propina. Por ejemplo, una vez 19 irlandeses tomaron el Ayuntamiento y declararon la independencia y casi conquistan el castillo. Huyeron al verlo vacío porque temían una trampa. En realidad, era domingo y los ingleses se habían ido a las carreras de caballos. Un detalle: la puerta del fortín está coronada por la estatua de la Justicia británica, de espaldas al pueblo, sin venda, mirando la espada y con la balanza inclinada. La torre guarda un secreto: allí fue encerrado el hijo del jefe de un clan gaélico. Los ingleses le pusieron de cebo vino gratis en un barco. Ya habrá deducido que los nativos sienten especial cariño por sus vecinos. Otro tema de charla y debates sin fin: la cerveza, ¿negra o rubia?
En la misma plaza del City Hall, frente a la tapería Salamanca, verá aparcadas una docena de bicis que se pueden alquilar a partir de medio euro (y 150 de fianza) para recorrer las llanas calles, aunque el barrio moderno de las Docklands es de los pocos con carril bici. Otra novedad en Dublín son los ecotaxis (Eco Cab), versión moderna de los rickshaws de la India. Los carreteros que pedalean están contratados y hacen la carrera gratis para dos pasajeros, que solo pagan la voluntad.
Otra oferta es el Early Bird, similar a la happy hour inglesa. Entre las cinco y las seis de la tarde, muchos restaurantes, como la taberna internacional Gruel, dan dos menús al precio de uno. Es tentador para el bolsillo, pero ¿qué estómago latino tolera cenar tan temprano?
La entrada a ocho museos es gratuita. Recomendable la National Gallery, con algún Picasso y otras obras valiosas. En un lateral del parque de St. Stephen?s Green, los artistas callejeros exponen sus cuadros al aire libre. Ojo con las pinturas copiadas de fotos, pues son lenguajes distintos.
Con la crisis económica, Dublín es ciudad de gangas. Son baratos los grandes almacenes Penneys (Primark) de Henry Street (la calle tiene plantado un pincho de acero de 100 metros de altura). En un lateral, verá un mercado de fruta a buen precio. Si prefiere bocadillos sanos y caseros pase por el Organic Food Market, cerca del mercadillo de libros del Temple Bar. Con todo lo ahorrado, lleve a los niños a ver los duendecillos del museo Leprechaun.

LAS MOMIAS DE TOM Y JERRY
Misteriosa cripta de la Christ Church. Dublín es una ciudad católica que estuvo dominada durante 700 años por Inglaterra. Es un crisol de la cultura celta (del norte de España, que dejó el gaélico), vikinga, normanda y sajona. Toda esa historia queda recogida en la cripta de la Christ Church. En una tumba aparecieron un gato y un ratón momificados.



Todo Dublín
en cinco horas
y 8.000 pasos


El coruñés Javier Berrocal guió a La Voz a pie por pubs, mercadillos y parques que todo visitante novel debe conocer.

El lema de Dublín es «Having the craig!» (pasátelo bien). Con esa filosofía, Javier Berrocal, un informático coruñés de 27 años
que trabaja en Dublín y escribe el blog Más Guinness por favor!!!,
hizo de guía para La Voz durante cinco horas a pie. Por suerte, la ciudad es llana.
El itinerario arranca del Trinity College, donde estudiaron Swift (Gulliver) o Bram Stoker (Drácula). Tras pasar por la estatuade Molly Malone, Javier se sumerge en la bulliciosa calle de tiendas Grafton, animada por guitarristas callejeros. Pasa de largo por el escaparate de Bewleys y sus tentadoras muffins (magdalenas) y ataja por la glamurosa calle Wicklow (Hermes o Louis Vuitton). Entra en el mercadillo St. George Arcade Market y rebusca ofertas entre los vinilos de U2 y Rolling Stones.
Cerca, en el Powerscourt Tower Center, los dublineses desayunan rodeados de tiendas de diamantes y joyas de 12.000 euros.

Parada obligatoria en el Café en Seine, de lujoso decorado art-decó. Un camarero madrileño sirve un capuchino a tres euros. «Llegué aquí y un mes después leí: “Recesión”. El gallego es mucho de decir que si la cosa está chunga, cojo la mochila y me largo», comenta Javier. Opina que los irlandeses son «muy afables, medio sajones, medio latinos». Cerca está el Sansara, un glamuroso cóctellounge, y el Dawson Lounge, el pub más pequeño de Dublín, al que se baja por unos estrechos escalones.

Parada de descanso en el césped del St. Stephen’s Green Park para disfrutar de los finos rayos solares y oír a un músico callejero que toca un óvalo metálico celta que genera sonidos zen. Tras cruzar el barrio
georgiano, con sus puertas de colores y clubes privados nocturnos («Krystle es el más pijo, hay colas»), Javier pasea por el relajante Gran Canal. La ruta de 8.000 pasos termina en Jo’Burgers, con sus hamburguesas
gigantes, y en una licorería que vende albariño. El regreso al centro, en el tranvía Luas.

India, ¿nuevo gigante económico? (2006)

India, ¿nuevo gigante económico? (2006)


(La Voz de Galicia, E.V.Pita, 5 noviembre 2006)
Publicado en

http://www.lavozdegalicia.es/hemeroteca/2004/09/18/3035444.shtml

el 5 de noviembre del 2006, sección Economía

Crónica | Examen al futuro tigre asiático

India, ¿nuevo gigante económico?

La patria de Gandhi crece a un ritmo del 8% anual y los expertos vaticinan que será una superpotencia en pocas décadas. Pero la mayoría del país vive en la miseria.

E. Vázquez Pita
(Nueva Delhi)

Una turista entra un poco asustada en la lúgubre consulta de una astróloga del pueblo de Malawa, en las afueras de Nueva Delhi. La cliente se sorprende al oír la inconfundible musiquilla que abre el sistema operativo Windows.

La vidente examina la pantalla y teclea la fecha, hora y lugar de nacimiento de la mujer que desea conocer su futuro. Un sofisticado programa matemático calcula las posiciones de los planetas y
elabora en unos minutos la carta astral completa, que sale por la impresora.

Éste podría ser un símbolo de los grandes cambios económicos que acontecen en la India, el futuro tigre asiático, cuyo producto interior bruto crece a un ritmo del 8% anual desde hace tres años. Y eso a pesar de su pésimas infraestructuras viales.

Quizás el lugar donde mejor se aprecien estos avances es Bangalore, la ciudad preferida de los hindúes para vivir y la segunda para ganar dinero (después de Bombay). No es extraño. Bangalore es la meca de los más brillantes informáticos de la India, que trabajan
en pulcros campus que poco tienen que envidiar a Silicon Valley.

Por este motivo, las empresas de telefonía de Estados Unidos acuden aquí a subcontratar empleados para atender los servicios 902 al cliente. La gran ventaja es que los teleoperadores hindúes
hablan inglés, tienen una gran formación académica y cobran diez veces menos que un norteamericano.

El salario medio mensual en la India es de 15.000 rupias (270 euros), cantidad con la que «se puede vivir dignamente». Lo normal es cobrar tres veces menos.

La alianza con Estados Unidos parece casi natural. Por todo el país proliferan las academias y colegios privados que ofrecen másteres para preparar el examen de ingreso en las universidades del socio americano. Cada año, salen de las 292 universidades dos millones de licenciados, de los que 150.000 son ingenieros. Una de sus especialidades es el software, que exportan incluso a China. El negocio ya alcanza los 50.000 millones de dólares anuales. Las divisas son el triple.

La bonanza se percibe desde el 2003. El país tiene 1.100 millones de habitantes y, según las estimaciones, existen 98 millones de personas que ingresan entre 200.000 y un millón de rupias anuales (de 4.000 a 20.000 euros). Es decir, la clase media es superior a toda la población de Alemania. Otros ya hablan de 40 millones de personas que mejoran cada año su nivel de vida, tantos como españoles. Y el club de millonarios equivale a Suiza o Portugal.

Este poder adquisitivo hace que el mercado hindú sea suculento para las firmas de consumo, si se tiene en cuenta que cuatro de cada diez habitantes del planeta viven en China e India.

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Las televisiones por cable muestran anuncios de champús, golosinas de chocolate o los últimos éxitos de rock y discotecas. Incluso las teleseries muestran una imagen de clase media, con familias adorablesque visten a la moda y residen en chalés adosados con una cuidada decoración más propia de un edulcorado filme de Bollywood. Si un visitante no saliese del hotel e hiciese zapping en el centenar de canales por satélite, pensaría que la patria de Gandhi es el colmo del glamur.

Sólo a veces se deslizan algunas imágenes salidas del guión como una concursante de la tele que hacía equilibrios con varias jarras sobre su cabeza mientras caminaba sobre cristales con sus pies desnudos. ¿Una aprendiz de faquir?

En la capital, Nueva Delhi, los modernos rascacielos acristalados crecen a las afueras como setas. La autopista sigue en obras de ampliación, y la primera línea de metro ya está operativa. Marcas como Adidas o Rolex copan los escaparates de las tiendas exclusivas de la plaza Cognaught. En el suburbio de Gurgaon crecen las fábricas de electrónica y automóviles.

Y en las avenidas de Jaipur, las mujeres circulan en potentes motos de marca japonesa sin mancharse su colorido sari.

Habría que desplazarse al rural para percibir el grado de penetración de Internet. En un remoto pueblo de Malawa, un pequeño colmado anuncia en la pared: Cibercafé. En la mesa, dos viejos monitores listos para navegar o hablar vía telefónica por el Skipe.

Los expertos vaticinan que India será el tercer gigante económico, tras China y Estados Unidos, pero ¿qué pasa con los otros mil millones de habitantes restantes que no usan la tarjeta de crédito?

El 65% de los hindúes vive de la agricultura, la mayoría tiene menos de 24 años, cuatro de cada diez no sabe leer y ganan entre 750 y 2.500 dólares al año.

No hay más que darse un paseo por las chabolas de lonas de plástico que proliferana escasos metros de los nuevos rascacielos de
Nueva Delhi. A su lado, en los vertederos, juegan los niños y pacen los puercos salvajes.

India logró fabricar la bomba atómica en 1997 pero, paradójicamente,
los apagones de luz son el símbolo de las dificultades estructurales del país. Se necesitaría una fuerte inversión para convencer al empresario extranjero quese ha quedado atrapado en el ascensor del hotel de Delhi por un apagón.

La red de ferrocarril es la más extensa del mundo pero no ha sido renovada. Los cambios de vía aún se hacen por el sistema manual. Las estaciones, como la Central de Agra, disponen de modernos marcadores digitales pero los niños abandonados cruzan las vías, y los perros callejeros se pelean en los andenes. La cruda realidad desluce la postal de los parques del Taj Mahal.

Quizás el talón de Aquiles sean las pésimas comunicaciones por carretera. Para cubrir 100 kilómetros se necesitan dos o tres horas, tantas como para salir de un atasco en Nueva Delhi, siempre que no cruce una vaca la mediana.

Otro obstáculo a la libre movilidad son las pésimas vías comarcales que unen grandes capitales del interior. Sólo tienen dos carriles pero cobran un peaje de 120 rupias (2 euros).

Edimburgo descubre la Galicia de Valle-Inclán (2000)

Edimburgo descubre la Galicia de Valle-Inclán

La anécdota: artículo escrito en un cíber de Edimburgo, en Escocia, mientras estaba de vacaciones y hacía el InterRail en plan mochilero con unos amigos. Mientras esperaba el tren en un andén ojee un periodico abandonado y descubrí que había una gran expectación por una obra del insigne Valle-Inclán. Luego, comprobé que las críticas eran unánimes. El reportaje fue publicado días después por el periódico La Voz de Galicia en la sección de Cultura.


Publicado en:

http://www.lavozdegalicia.es/

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el 10 de agosto del 2000, La Voz de Galicia, sección Cultura

La representación de las «Comedias bárbaras» es la estrella del festival de teatro de la ciudad escocesa

Edimburgo descubre Galicia a través de una obra de Valle-Inclán

Sexo, tortura, muerte, aristocracia, tragedia y conflicto. «Comedias bárbaras», ambientada en la Galicia rural, reúne todos los ingredientes para que la critica escocesa e inglesa la considere una de las obras estrella del Festival de Edimburgo, al que asisten un millón de visitantes durante el mes de agosto.

El diario «The Scotman» afirma del poeta «celta» Valle-Inclán que «toma a Shakespeare y lo pervierte». La prensa también ha descubierto con Valle que en España «no es todo flamenco».

E . V Á Z Q U E Z P I T A
EDIMBURGO. Enviado especial


España es diferente después de que el Festival Internacional de Edimburgo haya descubierto la Galicia céltica en la obra del dramaturgo gallego Valle-Inclán, al que consideran uno de los autores más influyentes del siglo XX.

Los suplementos literarios de The Times y The Scotman, el periódico más importante de Escocia, han elogiado la primera parte de la trilogía de las Comedias bárbaras, que retrata la vida de una familia noble gallega en un paisaje rodeado de dólmenes célticos.

«Con Valle-Inclán descubrimos que España no es todo flamenco, sol ardiente, casas blancas o pasión sureña. Indudablemente, Valle-Inclán es celta. Él procede del verde mundo de Galicia, más parecido a Irlanda o el oeste de Escocia que a la imagen convencional de España», afirma la editora literaria de The Scotman, Catherine Lockerbie.

La obra será representada en el Kings Theatre entre el 14 y el 23 de agosto por The Abbey Theatre, de Dublín, bajo la dirección de Calixto Bieito, quien ya produjo para el festival La vida es sueño, de Calderón de la Barca.

La nueva adaptación al inglés corrió a cargo de Fran McGuinness. La crítica inglesa considera que el literato grotesco y radical influyó en la
obra de Lorca, Picasso, Brecht, Ionesco, Beckett y el mismo Pedro Almodóvar. Y lo comparan con Lord Byron, el mayor poeta romántico británico famoso por su carácter excitable y la amputación de una
extremidad.

La expectación por la obra, considerada un high drama, es tal que el magazine oficial del festival le dedica la portada. Aristocracia, escándalo sexual, tortura y asesinato. ¿Qué más quieres?, titula la primera plana de la revista.

El suplemento dominical de The Times también dedica media página para recomendar la obra del padre del esperpento y recuerda que está ambientada en la Galicia feudal.

El Festival de Edimburgo se desarrolla durante las tres últimas semanas de agosto e incluye cientos de actividades culturales en la calle, en las cuales participan grupos de música, teatro, ópera y danza.

También participa en este festival la banda Camut, de Barcelona, que ofrece un espectáculo de tambores, claqué y voz llamado La vida es ritmo. Desde el pasado lunes hasta el día 16 actúan en diversos locales de Edimburgo.

El milagro del modelo danés (2005)

El milagro del modelo danés (2005)

La anécdota: Pasados seis años de la publicación de este reportaje cada vez es más evidente que, al escribirlo, pasé por alto la producción de molinillos de viento, algunos en el mar. Los molinos formaban parte del paisaje de Fiona y, creo recordar, haber visto alguno cuando el tren cruzó el puente que une las dos islas. En su momento, solo atisbé muy de pasada la importancia de esta nueva energía eólica para el desarrollo de Dinamarca, hoy una potencia en el sector.
En el reportaje, debí haber mencionado a las grandes compañías como Lego, etc...
 

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Reportaje publicado en la página 28 de la sección de Economía de La Voz de Galicia el 27 de marzo del 2005.

La Voz de Galicia

Reportaje | Los secretos de la agroindustria escandinava salen a la luz

El milagro del modelo danés


Dinamarca inventó las cooperativas y Castelao lo propuso como modelo para Galicia.

El pan negro o de centeno fue despreciado en Galicia por ser de pobres. En Dinamarca, aún desayunan con él. Una visita al museo folk de Odense, en la isla de Fionia, [y un paseo por sus campos, repletos de gigantescos molinillos de viento], basta para comprender la potencia agroindustrial del diminuto país nórdico.

La clave es un viejo molino de viento de 20 metros de altura construido a mediados del siglo XIX. Al entraren la instalación, sorprende la compleja maquinaria de engranajes, que ocupan tres pisos. Un mecanismo de relojería capaz de triturar toneladas de grano en harina en pocos minutos.

Al éxito de la alta tecnología se unió el fomento de las cooperativas
y de la educación. El diputado Daniel Castelao defendía ya en la década de 1930 que los agricultores gallegos imitasen el modelo danés, compuesto por propietarios minifundistas unidos en cooperativas.

El político elogiaba las 18 granjas experimentales de plantas que operaban ya en el país nórdico. Actualmente, las cooperativas escandinavas exportan cereal, leche y carne para alimentar a 15 millones de personas, el triple de su población.

Grandes complejos agroindustriales como Danish Crown o Tulip compiten por un hueco en los mercados emergentes de China.
La agricultura danesa es un negocio que factura 59.000 millones de coronas (8.500 millones de euros) en exportaciones. El 62% de su suelo está cultivado. Los mercados más exigentes, como Japón o
el Reino Unido, compran la mayor parte de su producción de carne.

Un portavoz del Sindicato Labrego, Xosé Ramón Cendán, cree que el modelo de Dinamarca está agotado. «Gastan moito en fertilizantes e sulfatos. Iso eleva os seus costos. Nova Zelanda é máis barato e Irlanda faino mellor».

La réplica la aporta Inge Merete, una ganadera de una de las 1.300 granjas porcinas de Dinamarca. El mayor exportador de carne de cerdo del mundo está sometido a bruscos ciclos. La empresaria trabaja en Allested, en la zona rural de Odense, cubierta por la nieve. Ella y su marido se hicieron cargo de la factoría Ravnelund, deficitaria en 1996. Hoy exportan 17.000 piezas porcinas al año. Toda su producción va destinada al mercado inglés, que impone altas exigencias sanitarias.

Inge Merete muestra su cadena de producción. Para ello, los visitantes deben situarse en un compartimento estanco, calzarse botas especiales y vestir un mono de faena. No preocupa tanto el olor como la higiene, como si fuese un laboratorio de la Nasa.

Rock en el establo
La propietaria de la granja enseña una estancia donde alimentan a cientos de cochinillos mayores de un mes. Las crías reciben el pienso cultivado por la propia granja en unos compartimentos metálicos y asépticos. «El pienso lo fabricamos nosotros mismos para ahorrar costes», indica la dueña. La factoría está altamente tecnificada. En una de las estancias se hallan las cerdas parturientas.

En el establo suena música rock. «Hemos descubierto que a los animales les relaja», afirma Inge Merete. Las 600 cerdas de la granja quedan preñadas dos veces al año y paren 24 cochinos. La granjera
calcula en el suelo, con una tiza, la producción anual.

En otro establo, los cerdas preñadas son cebadas por una máquina que les suministra alimento de forma automática e individualizada. Los animales gruñen por su ración. El granjero usa un sensor para
calcular si cada pieza tiene sobrepeso. Al cabo de un año, cuando pesan 100 kilos, son sacrificadas y la carne exportada. «Cada animal lo vendemos por 800 coronas. Nos cuesta 700 y ganamos cien», explica la ganadera.

La lenta emigración del campo a la ciudad

El país nórdico tenía 140.000 granjas en 1970. Ahora no pasan de las
50.000 que emplean a 61.000 personas. Suzette Ascott, una vecina de Odense, relata cómo la gente joven abandona las pequeñas granjas de la isla de Fionia para ir a trabajar a la ciudad por un salario fijo.

El proceso de concentración es visible en Ravnholt, cerca de Faaborg. El terreno es tan llano y arenoso que a la única colina de la isla la denominan Alps, como la cordillera suiza. Allí aún se pueden ver granjas familiares de vacas, las Hejmedprodukt, que no superan las 20 hectáreas. Otras tantas han sido abandonadas.

Estos negocios disponen de compartimentos estancos para almacenar el heno que dan de comer a la cabaña ganadera. La mayor granja de Fionia está ubicada en el castillo de Crown. Los cultivos de este holding de Ravnholt abarcan 3.000 hectáreas e incluyen cereal y abetos plantados para exportar en Navidad. Todo está mecanizado.


Johannes Ostergaard es mánager del Landbrugsraadet (Consejo Agrícola Danés), una entidad privada que coordina la producción de las cooperativas agroindustriales danesas.

Las exportaciones van dirigidas a 130 mercados internacionales.
¿Cuales son los secretos del milagro danés? Ostergaard los resumen en tres puntos. «La primera es que los jóvenes reciben una buena formación educativa de cinco años para ser agricultor. En ese período también hacen prácticas», indica.

La segunda clave es la unión de los agricultores en cooperativas. Éstas programan la producción y vigilan que nadie supere la cantidad de fertilizante asignado a cada suelo para cumplir las normas ambientales.

La tercera clave es la inversión en tecnología para reducir los costes. Competidores como Brasil o Nueva Zelanda son más baratos, pero los daneses acceden a mercados como el japonés que pagan más a cambio de calidad y garantía sanitaria. «El agricultor no mete el dinero en el banco porque el interés está bajo. Lo invierte en maquinaria», dice.

Torben Kudsk dirige la oficina de relaciones con la UE del Landbrugsraadet. Conoce la situación de las cooperativas gallegas tras ser invitado a visitar varias en Santiago de Compostela. «Me impresionó porque estaban muy bien organizada y sus propietarios son muy eficientes», explica Kudsk.

Los daneses se muestran muy interesados en cooperar con los granjeros gallegos en la producción de biogás. «Descubrimos grandes posibilidades», dice.

La recomendación que hace Kudsk a las cooperativas gallegas es que «no tengan miedo a crecer y crecer». Según este directivo del Consejo de Agricultura Danés, las cooperativas gallegas deben adaptarse a las peticiones de los supermercados y de sus cambios, pues cada vez son compañías mayores. «Es muy importante para los granjeros cooperar juntos, aumentar su tamaño y obtener el mejor precio», dice.

El ejemplo es Danish Crown, gigante de la alimentación que llega a los mayores mercados del mundo. «Pero para ello hay que desarrollarse y unirse hasta convertirse en una transnacional», aconseja.

El TRD es profeta en su tierra (2005)

El TRD es profeta en su tierra

Publicado en sección Galicia de La Voz de Galicia el 20 de marzo del 2005

La anécdota: Cinco años después de la publicación de este artículo, la línea de tren A Coruña-Vigo se hace en una hora y 55 minutos, todavía 25 más que Copenhague-Odense. En Vigo-Oporto, no hay mejoras. La construcción del AVE rebajará estos tiempos.

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El TRD es profeta en su tierra
Dinamarca diseñó el tren TRD que circula por Galicia. Pero el InterCity del país nórdico es un 40% más veloz y cubre un tramo similar a A Coruña-Vigo en sólo hora y media


E. Vázquez Pita
Copenhague

Los copos de nieve caen sobre un andén de la Estación Central de Copenhague. Un moderno IC3 se dispone a recorrer el tramo de 160 kilómetros que une la capital con Odense, la tercera ciudad de Dinamarca, en la isla de Fionia, cuna de los vikingos.

La primera sorpresa es que los vagones del InterCity danés disponen de un parque infantil, butacas reservadas a las familias, suelo enmoquetado, máquinas de café y refrescos en los pasillos, y vestíbulos amplios para minusválidos,bicis y maniobras de salida. ¿Realmente éste es el mismo
TRD que circula por Galicia?

Sí. La silueta frontal del ICL danés es inconfundible.
La diferencia más palpable es que el lujoso IC3 combina el motor eléctrico y el diésel. En el caso gallego, la única vía de ferrocarril fue concluida a mediados del siglo XX y sigue sin electrificar ni doblar.

La distancia que une Copenhague con Odense es similar a la de Vigo con A Coruña, pero el TRD danés la cubre en hora y media. Es un 40 por ciento más veloz que la locomotora gallega, que emplea dos horas y media. Las nuevas máquinas gallegas Nexus —de la misma familia— pueden alcanzar los
160 kilómetros por hora pero sólo han acortado el viaje cinco minutos pese al visible incremento del precio.

En Dinamarca funcionan a su máxima potencia modelos como el ICL, que realizan el trayecto en un tiempo récord de hora y cuarto, con una única parada en el aeropuerto.

Un lector avisado podría replicar que comparar Galicia con Dinamarca es injusto porque el terreno del país escandinavo
es completamente llano y la montaña más alta del país no supera los 170 metros de altura. Por ello hay tantas bicicletas. A ello se puede replicar que la nieve provoca retrasos y recordar que Odense y Copenhague están en dos islas diferentes, separadas por un estrecho. Hasta hace seis años, el tren tenía que embarcar en la bodega de un ferry para cruzar las gélidas aguas. El gobierno danés invirtió millones de coronas en la construcción de un túnel que desemboca en medio de un puente. Los pasajeros del tren, cuando miran por la ventanilla, ven ¡un faro!. «Antes era impensable
ir y venir en el mismo día a Copenhague», dice Marianne, una vecina de Odense.

Ventajas
Un pasajero del tren, que se dirige a Ahrus, al norte de la península de Jutlandia, comenta las ventajas mientras navega con su agenda PDA. «Mi familia y yo viajamos en tren porque sale más barato que cruzar el puente en coche y pagar el caro peaje. Vamos más cómodos y seguros, sobre todo si nieva», relata. El billete ordinario cuesta 210 coronas (30 euros). Su esposa juega con sus dos hijos en un área infantil habilitada en las últimas plazas del vagón 22. Se trata de un pequeño recinto enmoquetado
donde los niños pueden armar piezas de Lego.

Otra familia que viaja en las cómodas y amplias butacas de la zona infantil comenta que su hijade cuatro años es fan de María Isabel, la ganadora española de Eurovisión Júnior. La niña tatararea Antes muerta quesencilla mientras dibuja. En ese momento, apareceel camarero, que sirve tazas gratuitas de té o café al pasaje, seguido de una vendedora con el carrito de golosinas y refrescos. Cerca del baño y las puertas, un viajero coloca su bicicleta y recoge la maleta.


Por las líneas danesas también circulan viejos modelos del IC3, que recuerdan más la decoración convencional del tren gallego. Nuevamente, la diferencia es su velocidad. En el tramo de vueltade Odense y Copenhague, el TRD escandinavo realizó nueve paradas, cinco más que la máquina gallega, pero nunca superó la hora y media de viaje.

Copenhague, con un millón de habitantes, ha habilitado numerosas
conexiones en tren con la ciudad sueca de Malmo. Ambas están separadas por 16 kilómetros de mar pero ahora les une un moderno puente. Media hora basta para cruzar a la estación de la otra orilla. El éxito ha sido tal que la DSB y la SJ, las compañías ferroviarias danesa y sueca, respectivamente, han llenado el tramo de Oresund con trenes TRD, por su comodidad y velocidad.

Esta eficacia contrasta con el tramo de Vigo y Oporto, dos ciudades separadas por el río Miño. Los trenes de la eurorregión emplean tres
horas en recorrer ese tramo de 160 kilómetros, consólo dos frecuencias al día. La Eurorregión luso-galaica tiene seis millones de habitantes, uno más que la población danesa.
La DSB transportó en el 2003 a 157 millones de pasajeros. El grupo ferroviario emplea a 8.500 trabajadores.