India: la cara fea de Bollywood (2009)
Publicado en páginas 6 y 7 de Los Domingos de La Voz de Galicia, el 1 de marzo del 2009
REPORTAJE | LOS ESCENARIOS DE «SLUMDOG MILLIONAIRE»
La cara fea del glamur de Bollywood
Enlace permamente: http://reportajesdeevazquezpita.blogspot.com/2011/09/india-la-cara-fea-de-bollywood-2009.html
El mayor suburbio de Asia nada tiene que ver con los tonos pastel
de las superproducciones indias
E. VÁZQUEZ PITA | TEXTO
Si el cine es soñar, la India es el mejor ejemplo. La ganadora de ocho estatuillas de los Oscar de este año, Slumdog Millionaire, tuvo que ser escrita y dirigida por extranjeros porque unos productores de Bollywood, la meca de la industria cinematográfica de Bombay, jamás aceptarían filmarla.
¿Cuál es la razón? Pues que el aplaudido filme británico no cumplía las cuatro reglas de oro de la industria cinematográfica india: tonos pastel, feliz historia de amor y música alegre. El lector observará que falta la cuarta regla. No es ningún despiste, consiste en la ley invisible de silenciar la miseria. No puede salir nada que afee la gran pantalla.
Sin embargo, Slumdog Millionaire, se saltó las reglas no escritas y recrea la miserable vida de los niños del barrio de Dharavi, el mayor suburbio de Asia.
El extranjero que pasa unos días en la India no puede ignorar la pobreza extrema en que malviven millones de habitantes porque asoma delante de sus narices. El turista pasea por calles sucias y
llenas de basura, donde los monos y las vacas pastan libremente, se topa con familias enteras que acampan en las medianas de las autopistas o flacos hombres que tiran de los rickshaws o carromatos.
La pobreza está siempre presente en la vida cotidiana, es difícil acostumbrarse. Aunque los nuevos rascacielos y áreas de negocios en Nueva Delhi o en Bombay crecen como setas, a escasos metros son visibles los niños desarrapados que juegan sobre los tejados de las chabolas.
Sin embargo, como por arte de magia, todas esas imágenes son borradas de las películas, que se convierten en asépticos escenarios de cartón piedra. Sus protagonistas viven en un irreal mundo multicolor de clase media americana en plan anuncio publicitario. El forastero acaba por entender que Bollywood tiene éxito porque el público paga por unas horas de sueños y fantasías, que le
permiten escapar precisamente de la miseria real del día a día.
La película «Slumdog Millionaire» se rodó en Bombay. Este antiguo puerto portugués y luego colonia británica en el Índico es la capital financiera de la India y corazón de Metro Cinema Bombay, capital de la industria cinematográfica. La ciudad genera por sí sola el 38% del producto interior bruto del país. Tiene casi doce millones de habitantes, con una densidad de 27.000 personas por kilómetro cuadrado.
Dharavi, el barrio marginal de Bombay tiene 400.000 habitantes por kilómetro cuadrado, hacinados en chabolas y chamizos. Un millón de almas comparten tres kilómetros cuadrados de terrenos inundables.
CIUDAD DE PARIAS
La vida en Dharavi
El sistema segregador de castas está prohibido en la India, pero la mayoría de los barrenderos son de la casta inferior o intocable, los únicos autorizados por la religión a tener contacto con la basura. El auge económico de Bombay atrae a estos parias que finalmente acaban recluidos en Dharavi, atrapados nuevamente en la miseria de la que solo un héroe, como el protagonista de «Slumdog Millionaire», ha logrado salir. Este hogar de miles de familias solo tiene agua potable dos horas al día y está rodeado de canales de aguas fecales. Un proyecto urbanístico pretende demoler toda la llanura para construir nuevas oficinas de la «City».
BULLICIOSAS CALLEJUELAS.
Todas las capitales de la India tienen sus suburbios pobres. En las afueras de Jaipur, los monos y los cerdos salvajes se disputan la comida de los basureros con los niños. En los barrios apartados de Nueva Delhi, los carniceros muestran sus productos al aire y rodeados de moscas. En Agra, a pocos metros del mausoleo del Taj Mahal, los inmigrantes llegados a la ciudad duermen en las aceras, protegidos por una lona tendida sobre dos palos.
En el distrito de Dharavi (Bombay), en la foto, la miseria es tal que sus habitantes no hacen los pagos con monedas sino con trocitos de plásticos de colores. Los negocios, como en toda la India, son pequeños cubículos donde los barberos cortan el pelo a la vista o los artesanos muestran sus mercancías rodeados de dos vías férreas.
EN DIRECTO | LA SALA MÁS FAMOSA DE LA INDIA
SESIÓN DOBLE EN EL CINE RAJ MANDIR
El Raj Mandir es el cine más famoso y de mayor glamur de la India. Está en Jaipur, la capital de color rosa de los marajás del Rajastán. Su gran anfiteatro de butacas, de paredes color pastel y techos con lámparas de cristal, acoge al público de todas las castas deseoso de ver los últimos estrenos de Bollywood.
El moderno recinto atrae a vistosas damas con sus coloridos saris y a nuevos ricos que aparcan sucoche de alta gama a las puertasde la meca del cine. Pero también es un gancho para los turistas que llegan al lugar en un motorickshaw de alquiler. A pocos metros, hay un atestado restaurante de comida rápida McDonald’s. Su menú, lógicamente, es vegetariano, pues en la India las vacas son sagradas y no se puede hacer hamburguesas con ellas.
Pero la entrada al Raj Mandir requiere paciencia, pues primero hay que sortear las colas de las taquillas, que se dividen en billetes separados por sexos. Por ello, los varones aguardan su turno en una cola y las mujeres en otra. Los extranjeros que tengan prisa pueden presentarse en una taquilla exprés, situada en una discreta esquina, que vende billetes al doble o triple de precio y donde, evidentemente, no hay cola.
COLAS EN LA TAQUILLA.
El cine Raj Mandir, situado en un lateral de la calle Bhawandas Road de Jaipur, es la sala más famosa de la India. El público masculino aguarda pacientemente su turno en la cola de la taquilla para ver el último éxito de Bollywood. La sala de proyección fue inaugurada en 1976 y destaca por su estilo de arte modernista. Tiene capacidad para 1.273 espectadores.
El portero, vestido de uniforme de gala, hace pasar al público dentro del magnífico vestíbulo, de estilo victoriano, con vistosos espejos, colores pastel y escaleras por las que podrían desfilar grandes estrellas del celuloide. El auditorio parece tan extenso como un campo de fútbol, con mas de un millar de butacas, y las paredes y balcones decorados en tonos pastel.
Bienvenidos a Bollywood.
Empieza la sesión, con un espectacular baile en una zona turística de Nueva Delhi. Los personajes hablan en indi, uno de los idiomas oficiales del país, y hay que imaginarse los diálogos. En mitad de la película, entra una espectadora con su hijo envuelto en la espalda, en su sari y al que consuela. Al poco, suena un móvil y alguien del público se pone a hablar.
Por suerte, el cine es un lenguaje universal y la historia es fácil de seguir sin comprender los diálogos. El chico enamora a su novia tras una edulcorante escena que cumple otra regla no escrita de Bollywood: nada de sexo ni desnudos.Se trata de cine familiar para todos los públicos. Al final de la primera parte, que duró dos horas, el público descubre que el amante de la protagonista, con la que ha tenido un hijo, es un sanguinario terrorista.
Tras el descanso, arranca la segunda parte. Ahora cambia de género: drama, tiros, acción y persecuciones estilo Hollywood. Al salir, busco una tienda para comprar el cedé con la pegadiza banda sonora de la película.
REPORTAJE | LOS ESCENARIOS DE «SLUMDOG MILLIONAIRE»
La cara fea del glamur de Bollywood
Enlace permamente: http://reportajesdeevazquezpita.blogspot.com/2011/09/india-la-cara-fea-de-bollywood-2009.html
El mayor suburbio de Asia nada tiene que ver con los tonos pastel
de las superproducciones indias
E. VÁZQUEZ PITA | TEXTO
Si el cine es soñar, la India es el mejor ejemplo. La ganadora de ocho estatuillas de los Oscar de este año, Slumdog Millionaire, tuvo que ser escrita y dirigida por extranjeros porque unos productores de Bollywood, la meca de la industria cinematográfica de Bombay, jamás aceptarían filmarla.
¿Cuál es la razón? Pues que el aplaudido filme británico no cumplía las cuatro reglas de oro de la industria cinematográfica india: tonos pastel, feliz historia de amor y música alegre. El lector observará que falta la cuarta regla. No es ningún despiste, consiste en la ley invisible de silenciar la miseria. No puede salir nada que afee la gran pantalla.
Sin embargo, Slumdog Millionaire, se saltó las reglas no escritas y recrea la miserable vida de los niños del barrio de Dharavi, el mayor suburbio de Asia.
El extranjero que pasa unos días en la India no puede ignorar la pobreza extrema en que malviven millones de habitantes porque asoma delante de sus narices. El turista pasea por calles sucias y
llenas de basura, donde los monos y las vacas pastan libremente, se topa con familias enteras que acampan en las medianas de las autopistas o flacos hombres que tiran de los rickshaws o carromatos.
La pobreza está siempre presente en la vida cotidiana, es difícil acostumbrarse. Aunque los nuevos rascacielos y áreas de negocios en Nueva Delhi o en Bombay crecen como setas, a escasos metros son visibles los niños desarrapados que juegan sobre los tejados de las chabolas.
Sin embargo, como por arte de magia, todas esas imágenes son borradas de las películas, que se convierten en asépticos escenarios de cartón piedra. Sus protagonistas viven en un irreal mundo multicolor de clase media americana en plan anuncio publicitario. El forastero acaba por entender que Bollywood tiene éxito porque el público paga por unas horas de sueños y fantasías, que le
permiten escapar precisamente de la miseria real del día a día.
La película «Slumdog Millionaire» se rodó en Bombay. Este antiguo puerto portugués y luego colonia británica en el Índico es la capital financiera de la India y corazón de Metro Cinema Bombay, capital de la industria cinematográfica. La ciudad genera por sí sola el 38% del producto interior bruto del país. Tiene casi doce millones de habitantes, con una densidad de 27.000 personas por kilómetro cuadrado.
Dharavi, el barrio marginal de Bombay tiene 400.000 habitantes por kilómetro cuadrado, hacinados en chabolas y chamizos. Un millón de almas comparten tres kilómetros cuadrados de terrenos inundables.
CIUDAD DE PARIAS
La vida en Dharavi
El sistema segregador de castas está prohibido en la India, pero la mayoría de los barrenderos son de la casta inferior o intocable, los únicos autorizados por la religión a tener contacto con la basura. El auge económico de Bombay atrae a estos parias que finalmente acaban recluidos en Dharavi, atrapados nuevamente en la miseria de la que solo un héroe, como el protagonista de «Slumdog Millionaire», ha logrado salir. Este hogar de miles de familias solo tiene agua potable dos horas al día y está rodeado de canales de aguas fecales. Un proyecto urbanístico pretende demoler toda la llanura para construir nuevas oficinas de la «City».
BULLICIOSAS CALLEJUELAS.
Todas las capitales de la India tienen sus suburbios pobres. En las afueras de Jaipur, los monos y los cerdos salvajes se disputan la comida de los basureros con los niños. En los barrios apartados de Nueva Delhi, los carniceros muestran sus productos al aire y rodeados de moscas. En Agra, a pocos metros del mausoleo del Taj Mahal, los inmigrantes llegados a la ciudad duermen en las aceras, protegidos por una lona tendida sobre dos palos.
En el distrito de Dharavi (Bombay), en la foto, la miseria es tal que sus habitantes no hacen los pagos con monedas sino con trocitos de plásticos de colores. Los negocios, como en toda la India, son pequeños cubículos donde los barberos cortan el pelo a la vista o los artesanos muestran sus mercancías rodeados de dos vías férreas.
EN DIRECTO | LA SALA MÁS FAMOSA DE LA INDIA
SESIÓN DOBLE EN EL CINE RAJ MANDIR
El Raj Mandir es el cine más famoso y de mayor glamur de la India. Está en Jaipur, la capital de color rosa de los marajás del Rajastán. Su gran anfiteatro de butacas, de paredes color pastel y techos con lámparas de cristal, acoge al público de todas las castas deseoso de ver los últimos estrenos de Bollywood.
El moderno recinto atrae a vistosas damas con sus coloridos saris y a nuevos ricos que aparcan sucoche de alta gama a las puertasde la meca del cine. Pero también es un gancho para los turistas que llegan al lugar en un motorickshaw de alquiler. A pocos metros, hay un atestado restaurante de comida rápida McDonald’s. Su menú, lógicamente, es vegetariano, pues en la India las vacas son sagradas y no se puede hacer hamburguesas con ellas.
Pero la entrada al Raj Mandir requiere paciencia, pues primero hay que sortear las colas de las taquillas, que se dividen en billetes separados por sexos. Por ello, los varones aguardan su turno en una cola y las mujeres en otra. Los extranjeros que tengan prisa pueden presentarse en una taquilla exprés, situada en una discreta esquina, que vende billetes al doble o triple de precio y donde, evidentemente, no hay cola.
COLAS EN LA TAQUILLA.
El cine Raj Mandir, situado en un lateral de la calle Bhawandas Road de Jaipur, es la sala más famosa de la India. El público masculino aguarda pacientemente su turno en la cola de la taquilla para ver el último éxito de Bollywood. La sala de proyección fue inaugurada en 1976 y destaca por su estilo de arte modernista. Tiene capacidad para 1.273 espectadores.
El portero, vestido de uniforme de gala, hace pasar al público dentro del magnífico vestíbulo, de estilo victoriano, con vistosos espejos, colores pastel y escaleras por las que podrían desfilar grandes estrellas del celuloide. El auditorio parece tan extenso como un campo de fútbol, con mas de un millar de butacas, y las paredes y balcones decorados en tonos pastel.
Bienvenidos a Bollywood.
Empieza la sesión, con un espectacular baile en una zona turística de Nueva Delhi. Los personajes hablan en indi, uno de los idiomas oficiales del país, y hay que imaginarse los diálogos. En mitad de la película, entra una espectadora con su hijo envuelto en la espalda, en su sari y al que consuela. Al poco, suena un móvil y alguien del público se pone a hablar.
Por suerte, el cine es un lenguaje universal y la historia es fácil de seguir sin comprender los diálogos. El chico enamora a su novia tras una edulcorante escena que cumple otra regla no escrita de Bollywood: nada de sexo ni desnudos.Se trata de cine familiar para todos los públicos. Al final de la primera parte, que duró dos horas, el público descubre que el amante de la protagonista, con la que ha tenido un hijo, es un sanguinario terrorista.
Tras el descanso, arranca la segunda parte. Ahora cambia de género: drama, tiros, acción y persecuciones estilo Hollywood. Al salir, busco una tienda para comprar el cedé con la pegadiza banda sonora de la película.
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