lunes, 19 de septiembre de 2011

Suecia: la ruta del inspector Wallander (2005)

Suecia: la ruta del inspector Wallander

La anécdota: Charlé con la jefa de prensa de la comisaría de Ystad y me contó que su amigo Mankell le iba a dar más protagonismo a la hija del inspector Wallander. Y así fue. 
Mankell y su detective Wallander obtuvieron cierto éxito internacional que fue superado años después por la heroína y hacker Salander, de Larson.


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Publicado en La Voz de Galicia, suplemento Culturas, el 9 de abril del 2005.

Por: E.V.Pita

TRAS LA PISTA DE WALLANDER

MILES DE AMANTES DE LA NOVELA NEGRA PEREGRINAN CADA VERANO A YSTAD, CIUDAD AL SUR DE SUECIA, PARA VISITAR LA CALLE DONDE VIVE EL INSPECTOR CREADO POR HENNING MANKELL

«Ba-lan-doo, se pronuncia Inspector Ba-lan-doo», corrige en sueco Margaritte, la dueña de una tienda de ropa de segunda mano de la calle Mariagatan. Los extranjeros tienen la manía de decir mal el apellido, en inglés. La estrecha rúa de este barrio obrero de Ystad se ha convertido en la meca de los amantes de la novela negra. En verano se llena de turistas que entran en la tienda a preguntar:
«¿En qué número está la casa delinspector Wallander?». Una vecina contesta: «En el diez. Pero ese policía no existe. Es sólo un personaje de ficción».

Basta con caminar hasta el número 10 de Mariagatan para comprobar que el nombre de Kurt Wallander no figura en las placas del telefonillo. El escritor, Henning Mankell, tampoco se deja ver mucho por el barrio. Está enclaustrado en Estocolmo escribiendo su próximo relato, según su mánager Inke Nordström.

Mientras, Margaritte, que ya piensa en explotar el filón: «Llamaré a mi tienda La esquina del Inspector Wallander».

¿Por qué tiene tanto éxito un detective alcohólico y divorciado? El detective amargado de la comisaría de Ystad ha resuelto brutales casos como La Quinta Mujer, donde una revisora de tren se toma la justicia por su mano con los maltratadores.

En Galicia, el taller de lectura de la Biblioteca Central de Vigo recomendó este libro el año pasado.

«Le adoro. Me los he leído todos», dice Linda Moser, una sueca de Gotenburg que emigró a Alemania. «Tiene problemas con su padre, con su mujer, con su hija y con el whisky. Su vida no va a ningún lugar pero sabe resolver los casos», explica Christian Kamen, un anciano que pasea su perrito por la plaza del Stortorget,el corazón de la ciudad. Es fácil reconocer el restaurante donde el protagonista no tenía dinero para comprar comida para su colega Nyber en Pisando los talones. En este relato, se enfrenta a un asesino en serie.

En la esquina de Teppgränd aparece el Banco Union, que juega un importante papel en Asesinos sin rostro. A pocos metros está el Hotel Sekelgarden, donde se alojó un testigo policial en La Quinta Mujer y una ministra en Los perros de Riga.

Ante la avalancha de turistas alemanes, fans incondicionales, la oficina de turismo ha editado el folleto Tras los pasos del Inspector Wallander, donde fi guran 24 lugares de Ystad que fueron escenario de crímenes en las novelas.

Mankell describe fielmente la vida en la sureña y provinciana Ystad, a 61 kilómetros de Malmo. Vivió una década en esa región. La ciudad báltica sufre el tráfico de drogas pero la criminalidad es baja. Nada que ver con los brutales crímenes que describe Mankell.

«No existen conexiones con la mafia de África. Es todo fantasía», dice un policía en referencia a La Leona Blanca, donde revela una conspiración para eliminar a Mandela orquestada desde Ystad.

La visita continúa en la comisaría. Al entrar en el vestíbulo, uno busca instintivamente a la recepcionista Ebba. La inspectora Ewa-Gun Westford, con 32 años de servicio, tiene hilo directo con el escritor y le sopla historias. «A veces, siento el aliento de Wallander por los pasillos. Cuando surge un caso inverosímil, los agentes dicen que es digno de Kurt. Estamos muy orgullosos de él», bromea la policía. También asesoró al actor que interpreta al detective en el cine. Los estudios Yellow Bird ruedan ahora otra película en el barrio de Regemment.

Algunos delitos, como el de un pirómano que quemó seis casas en dos horas, sirvieron de inspiración a Mankell. «En la nueva entrega, Wallander recaerá con el whisky», apunta Westford. «Él y su hija Linda son infelices. Espero en el fondo de mi corazón que hallen la paz», dice.

De regreso a Malmo, se distinguen desde el tren los solitarios campos nevados, con destartaladas granjas y grises industrias. Es fácil compadecer a la granjera de La leona blanca.

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