Héroes literarios

Reportaje: Héroes literarios (Wallander, Troya, Drácula, Tolkien, Lisboa)


Por E.V.Pita

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Edimburgo descubre la Galicia de Valle-Inclán, el poeta "celta" (2000)

La anécdota: artículo escrito en un cíber de Edimburgo, en Escocia, mientras estaba de vacaciones y hacía el InterRail en plan mochilero con unos amigos. Mientras esperaba el tren en un andén ojee un periodico abandonado y descubrí que había una gran expectación por una obra del insigne Valle-Inclán. Luego, comprobé que las críticas eran unánimes. El reportaje fue publicado días después por el periódico La Voz de Galicia en la sección de Cultura.


Publicado en:

http://www.lavozdegalicia.es/

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el 10 de agosto del 2000, La Voz de Galicia, sección Cultura

La representación de las «Comedias bárbaras» es la estrella del festival de teatro de la ciudad escocesa

Edimburgo descubre Galicia a través de una obra de Valle-Inclán

Sexo, tortura, muerte, aristocracia, tragedia y conflicto. «Comedias bárbaras», ambientada en la Galicia rural, reúne todos los ingredientes para que la critica escocesa e inglesa la considere una de las obras estrella del Festival de Edimburgo, al que asisten un millón de visitantes durante el mes de agosto.

El diario «The Scotman» afirma del poeta «celta» Valle-Inclán que «toma a Shakespeare y lo pervierte». La prensa también ha descubierto con Valle que en España «no es todo flamenco».

E . V Á Z Q U E Z P I T A
EDIMBURGO. Enviado especial


España es diferente después de que el Festival Internacional de Edimburgo haya descubierto la Galicia céltica en la obra del dramaturgo gallego Valle-Inclán, al que consideran uno de los autores más influyentes del siglo XX.

Los suplementos literarios de The Times y The Scotman, el periódico más importante de Escocia, han elogiado la primera parte de la trilogía de las Comedias bárbaras, que retrata la vida de una familia noble gallega en un paisaje rodeado de dólmenes célticos.

«Con Valle-Inclán descubrimos que España no es todo flamenco, sol ardiente, casas blancas o pasión sureña. Indudablemente, Valle-Inclán es celta. Él procede del verde mundo de Galicia, más parecido a Irlanda o el oeste de Escocia que a la imagen convencional de España», afirma la editora literaria de The Scotman, Catherine Lockerbie.

La obra será representada en el Kings Theatre entre el 14 y el 23 de agosto por The Abbey Theatre, de Dublín, bajo la dirección de Calixto Bieito, quien ya produjo para el festival La vida es sueño, de Calderón de la Barca.

La nueva adaptación al inglés corrió a cargo de Fran McGuinness. La crítica inglesa considera que el literato grotesco y radical influyó en la
obra de Lorca, Picasso, Brecht, Ionesco, Beckett y el mismo Pedro Almodóvar. Y lo comparan con Lord Byron, el mayor poeta romántico británico famoso por su carácter excitable y la amputación de una
extremidad.

La expectación por la obra, considerada un high drama, es tal que el magazine oficial del festival le dedica la portada. Aristocracia, escándalo sexual, tortura y asesinato. ¿Qué más quieres?, titula la primera plana de la revista.

El suplemento dominical de The Times también dedica media página para recomendar la obra del padre del esperpento y recuerda que está ambientada en la Galicia feudal.

El Festival de Edimburgo se desarrolla durante las tres últimas semanas de agosto e incluye cientos de actividades culturales en la calle, en las cuales participan grupos de música, teatro, ópera y danza.

También participa en este festival la banda Camut, de Barcelona, que ofrece un espectáculo de tambores, claqué y voz llamado La vida es ritmo. Desde el pasado lunes hasta el día 16 actúan en diversos locales de Edimburgo.


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Publicado en La Voz de Galicia, 14 de mayo del 2004


El caballo de Troya no existió (2004)


Fugas realiza un recorrido a través de los datos que los historiadores tienen de la mítica ciudad

E. VÁZQUEZ PITA

La película de estreno Troya se recrea en el asalto a la ciudad con una trampa de madera inspirada a Ulises por Palas Atenea. En realidad, la Ilíada no menciona el caballo de Troya. El texto atribuido al poeta Homero, si es que éste existió, ni siquiera llega a narrar la toma de la ciudad, ya que concluye con los funerales de Héctor. El mismo fi lme describe a Aquiles como «una máquina de matar» mientras que el personaje interpretado por Brat Pitt acaba como un guerrero enamorado y razonable. Estas son dos de las muchas licencias de la película, según indicó el profesor de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, Fernando Quesada, quien tuvo acceso a un visionado previo. «Este filme es un combinado de varios poemas épicos griegos y de la Eneida de Virgilio, que abarcan mucho más que la Iliada propiamente dicha», afirma Quesada.

¿Equino o máquina?
El catedrático de Griego de la Universidad de Santiago, Juan José Moralejo, confirma que dicho texto se limita a narrar 51 días en el décimo año de la guerra de Troya, la cólera de Aquiles y la lucha con Héctor. De la destrucción de la ciudad, nada de nada. El equino de madera, gracias al cual se infi ltraron los guerreros micénicos en la ciudad, sí fi gura descrito en el libro VIII de la Odisea, cuando Ulises llega a la corte del rey de los serafios y rememora la caída de la ciudad. «No quisiera fastidiar a Homero pero el caballo de Troya parece ser un mero recuerdo de una máquina de guerra que se utilizó en una ciudad asediada», dice Moralejo.
Para el profesor gallego, el caballo abandonado en la playa como un regalo a los troyanos no tiene sentido. «En cambio, parece creíble que fuese una ofrenda a Poseidón, el dios del mar, que tiene una presencia muy activa en tierra y, además, el caballo es su animal emblemático», dice. «Esta película abunda en anacronismos e incoherencias pero se lo perdono porque ya aparecen en Homero,quien refundió una tradición plural y colectiva», dice el profesor de la Universidad de Compostela. Y es que la Ilíada y la Odisea son el producto de una tradición oral que se transmitió de generación en generación durante 500 años,hasta que Homero la puso por escrito sobre el año 750 a. C.
¿Guerra mítica o real?
El arqueólogo afi cionado Schliemann descubrió en 1870 las ruinas de Troya, también llamada Ilión, en la colina de la ladera septentrional de la colina de Hisarlik, tal y donde la situó Homero. Estaba en una llanura del río Escamandro al otro lado del Helesponto, ahora denominada península de Gallipolli,en la actual Turquía. Estaría mucho más cerca del mar que en la actualidad.
Ciento treinta años después,la Troya turca es la meca de la arqueología: allí pululan desde equipos de investigación a estudiantes que viajan en plan mochilero hasta allí en tren con Interrail. Los investigadores han localizado nueve aldeas superpuestas, no más grandes que dos campos de fútbol. Nada que ver con las imponentes murallas descritas en los textos homéricos.
La novena villa sería la más reciente, de época romana,mientras que la sexta (Troya VI) y séptima (Troya VIIa) corresponderían al año 1.200 a. C., fecha en que se data la guerra entre la federación micénica y los troyanos. Los investigadores que actualmente excavan en la ciudad, dirigidos por el alemán Manfred Korfmann, sostienen que los restos hallados corresponden a una acrópolis y que la ciudad baja propiamente dicha, abarcaría una superfi cie mucho mayor, superior a las veinte hectáreas, «La película recoge esto bien», afi rma Quesada.
Para el profesor de la Autónoma, la Troya más espectacular es la VI, quizá mejor que la VIIa. Ambas sufrieron una destrucción por incendio, ya sea por terremoto o por la acción humana. «Es una realidad histórica que coincide con los poemas homéricos, pues estas ruinas fueron tomadas e incendiadas.
En la Ilíada o la Odisea hay un fondo histórico, pero siempre desfigurado porque es poesía», dice Moralejo.
¿Existió Agamenón?
Schliemann descubrió en Micenas un cementerio con 16 máscaras de oro que atribuyó al rey Agamenón. Pero los estudios modernos datan las tumbas en el año 1.600 a. C., cuatro siglos antes de la guerra. «Los esqueletos no tienen nada que ver con Agamenón», dice Quesada.
Tampoco hay referencias documentales a ninguno de los héroes homéricos. La descripción en la Ilíada de las armas, pese a corresponder a distintos siglos, da credibilidad a la historia.
Coexisten objetos arcaicos y más modernos porque los poetas cantaban la Ilíada en versos a los nobles, quienes querían identificarse con los héroes, por lo que los literatos desecharon armas arcaicas que su audiencia no entendía.
Quesada cree posible que la guerra tuviese su origen en una disputa por una mujer. «Para los micénicos cualquier afrenta al honor desataba respuestas violentísimas». Pero también es cierto que Troya era un puerto estratégico, llave del paso entre Europa y Asia.


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Suecia: la ruta del inspector Wallander (2005)

La anécdota: Charlé con la jefa de prensa de la comisaría de Ystad y me contó que su amigo Mankell le iba a dar más protagonismo a la hija del inspector Wallander. Y así fue. 
Mankell y su detective Wallander obtuvieron cierto éxito internacional que fue superado años después por la heroína y hacker Salander, de Larson.


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Publicado en La Voz de Galicia, suplemento Culturas, el 9 de abril del 2005.

Por: E.V.Pita

TRAS LA PISTA DE WALLANDER

MILES DE AMANTES DE LA NOVELA NEGRA PEREGRINAN CADA VERANO A YSTAD, CIUDAD AL SUR DE SUECIA, PARA VISITAR LA CALLE DONDE VIVE EL INSPECTOR CREADO POR HENNING MANKELL

«Ba-lan-doo, se pronuncia Inspector Ba-lan-doo», corrige en sueco Margaritte, la dueña de una tienda de ropa de segunda mano de la calle Mariagatan. Los extranjeros tienen la manía de decir mal el apellido, en inglés. La estrecha rúa de este barrio obrero de Ystad se ha convertido en la meca de los amantes de la novela negra. En verano se llena de turistas que entran en la tienda a preguntar:
«¿En qué número está la casa delinspector Wallander?». Una vecina contesta: «En el diez. Pero ese policía no existe. Es sólo un personaje de ficción».

Basta con caminar hasta el número 10 de Mariagatan para comprobar que el nombre de Kurt Wallander no figura en las placas del telefonillo. El escritor, Henning Mankell, tampoco se deja ver mucho por el barrio. Está enclaustrado en Estocolmo escribiendo su próximo relato, según su mánager Inke Nordström.

Mientras, Margaritte, que ya piensa en explotar el filón: «Llamaré a mi tienda La esquina del Inspector Wallander».

¿Por qué tiene tanto éxito un detective alcohólico y divorciado? El detective amargado de la comisaría de Ystad ha resuelto brutales casos como La Quinta Mujer, donde una revisora de tren se toma la justicia por su mano con los maltratadores.

En Galicia, el taller de lectura de la Biblioteca Central de Vigo recomendó este libro el año pasado.

«Le adoro. Me los he leído todos», dice Linda Moser, una sueca de Gotenburg que emigró a Alemania. «Tiene problemas con su padre, con su mujer, con su hija y con el whisky. Su vida no va a ningún lugar pero sabe resolver los casos», explica Christian Kamen, un anciano que pasea su perrito por la plaza del Stortorget,el corazón de la ciudad. Es fácil reconocer el restaurante donde el protagonista no tenía dinero para comprar comida para su colega Nyber en Pisando los talones. En este relato, se enfrenta a un asesino en serie.

En la esquina de Teppgränd aparece el Banco Union, que juega un importante papel en Asesinos sin rostro. A pocos metros está el Hotel Sekelgarden, donde se alojó un testigo policial en La Quinta Mujer y una ministra en Los perros de Riga.

Ante la avalancha de turistas alemanes, fans incondicionales, la oficina de turismo ha editado el folleto Tras los pasos del Inspector Wallander, donde fi guran 24 lugares de Ystad que fueron escenario de crímenes en las novelas.

Mankell describe fielmente la vida en la sureña y provinciana Ystad, a 61 kilómetros de Malmo. Vivió una década en esa región. La ciudad báltica sufre el tráfico de drogas pero la criminalidad es baja. Nada que ver  con los brutales crímenes que describe Mankell.

«No existen conexiones con la mafia de África. Es todo fantasía», dice un policía en referencia a La Leona Blanca, donde revela una conspiración para eliminar a Mandela orquestada desde Ystad.

La visita continúa en la comisaría. Al entrar en el vestíbulo, uno busca instintivamente a la recepcionista Ebba. La inspectora Ewa-Gun Westford, con 32 años de servicio, tiene hilo directo con el escritor y le sopla  historias. «A veces, siento el aliento de Wallander por los pasillos. Cuando surge un caso inverosímil, los agentes dicen que es digno de Kurt. Estamos muy orgullosos de él», bromea la policía. También asesoró al actor que interpreta al detective en el cine. Los estudios Yellow Bird ruedan ahora otra película en el barrio de Regemment.

Algunos delitos, como el de un pirómano que quemó seis casas en dos horas, sirvieron de inspiración a Mankell. «En la nueva entrega, Wallander recaerá con el whisky», apunta Westford. «Él y su hija Linda son infelices. Espero en el fondo de mi corazón que hallen la paz», dice.

De regreso a Malmo, se distinguen desde el tren los solitarios campos nevados, con destartaladas granjas y grises industrias. Es fácil compadecer a la granjera de La leona blanca.

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 "Drácula vende su castillo" (2007)

Autor : E.V.Pita

Publicado el 21 de enero del 2007 en La Voz de Galicia, en el suplemento Los Domingos de La Voz

Cuesta 60 millones de euros, pero el condado de Brasov quiere recuperar mediante un «leasing» la fortaleza de los Cárpatos. El precio lo vale: miles de turistas acuden cada año allí atraídos por el mito de Drácula

EL ESCENARIO
Inspiró a  Bram Stoker
Pese a su ñoña apariencia, las torres del castillo de Bran bastaron para convencer al autor de «Drácula» de que era allí donde debía situar la morada del muerto viviente. La novela de terror de Bram Stoker, escrita en 1897, se convirtió en el tercer libro en inglés más leído tras la Biblia y las obras de Shakespeare.
No se limitaba a relatar desde un enfoque moderno una historia de vampiros, temidos ya por las legiones romanas. Lo inquietante del libro era que el príncipe de las Tinieblas viajaba a Londres y seducía a inocentes damiselas a las que, tras besarlas en el cuello, transformaba en lascivas vampiresas. 
Escandalizó a la alta sociedad del Imperio británico y dio la estocada final al puritanismo victoriano.

El atestado tren nocturno procedente de Budapest atraviesa las amarillentas llanuras de Transilvania. En los compartimentos separados viajan familias enteras, algunas compuestas por nómadas cíngaros, siempre de buen humor. Al pie de las vías, surgen oxidadas fábricas e industrias pesadas. Los campos de cereales rumanos parecen más descuidados que los húngaros. Al fondo, se divisa la silueta de los montes Cárpatos. La locomotora entra en el condado de Brasov. Son las seis de la mañana y la estación de Bran está repleta de viajeros. Una aldeana sube la escalinata de gris mármol de imitación con una vieja maleta a cuestas y acompañada de un anciano con un fardo de ropa.
En la explanada cercana, el humo de los motores de los autobuses se expande por la zona.
Hay que cruzar la calzada y un mercado callejero para alcanzar el primer barrio, con edificios de oficinas construidos con cutres bloques grises de cemento.
Desde el restaurante McDonald’s de la plaza principal se llega al casco viejo de Bran. El estilo de los edificios es alemán, pues la rica burguesía bohemia ocupó durante siglos la ribera de aquel valle. Al doblar la  esquina del hotel de la alameda se halla el museo del conde Drácula. Sí, el vampiro imaginado por el escritor romántico Bram Stoker, quien se inspiró en el príncipe transilvano Vlad el Empalador, ha dejado su huella en estas tierras. Y las autoridades intentan sacar dinero a los turistas con esto. Incluso hay rutas organizadas. La morada del Príncipe de las Tinieblas se halla a unos diez kilómetros de Bran.
Para llegar allí se puede tomar un destartalado bus con agujeros en el suelo. El viaje dura media hora y, a medida que el bus avanza, la sombra de las nubes oscurece la estrecha carretera rodeada de pastos. El calor  aprieta. A través de la ventanilla, se ven las oscuras siluetas de los abetos de las montañas de los Cárpatos.

En el corazón de Transilvania

La llegada al pueblo es sobrecogedora; los tejados y paredes de piedra negra de las casas rústicas hacen que uno se sienta inmerso en el corazón de Transilvania. A pocos kilómetros se extienden las tierras de Valaquia. Sobrevuelan la carretera unos grandes cuervos negros. Y allí está, sobre una colina rocosa se levanta un castillo de cuatro altas torres y tejados rojos puntiagudos. Tal y como aparece en las películas de Hollywood, aunque más pequeño.  El misterio queda roto por los puestos de venta de suvenires.
Atravesamos el lago, junto al cual está el Museo Etnográfico, que reconstruye un típico pueblo transilvano. Tras escalar las rocas, se entra en las puertas del castillo en el que se inspiró Bram Stoker, el autor de la novela Drácula.
Desde aquella atalaya, el cruel príncipe Vlad Tepes de Valaquia, conocido como Draculae (El Dragón), dominaba el valle y los pasos a los Cárpatos, entre Bucegi y la Piatra Craiului. La fortaleza fue construida por los caballeros de una orden militar que en el siglo XIII protegían las ruta de peregrinación a Jerusalén en plenas cruzadas.
Dos siglos después, el castillo gótico intentó frenar el avance de las hordas turcas que acababan de conquistar Constantinopla y que amenazaban las puertas de Viena.
Pero los guías rumanos no se atreven a afirmar con seguridad que el malvado Vlad residiese aquí. Lo único constatado es que dicho noble, un psicópata aficionado a ensartar en estacas a sus enemigos musulmanes, a los rebeldes y a su propio pueblo, pasó un par de días en las mazmorras de la villa de Bran, ocupada por los otomanos.
Ni siquiera la novelista moderna Elisabeth Kostova, autora de La historiadora, concede demasiado protagonismo a esta morada de Drácula. Su personaje femenino busca la tumba del vampiro en otras fortalezas: junto a un lago, en una aldea rumana y en una iglesia templaria francesa.
Al atravesar las puertas del castillo, le invade a uno una sensación de desasosiego. Pero, dentro de los muros, la angustia pronto desaparece.
¿Por qué ese cambio?
Uno tampoco es que espere hallar ataúdes o espejos antiquísimos en los pasillos. Lo que ocurre es que la decoración barroca de las alcobas y los aposentos tiene un cursi aire victoriano propio del siglo XIX. Ni rastro de mazmorras, aunque hay un pasadizo al que no todos los turistas acceden. 

Cambios de dueños

En 1920, la fortaleza fue donada por el ayuntamiento a la reina María de Rumanía, perteneciente a la familia real inglesa y rusa. Su alteza lo restauró para convertirlo en una bonita residencia de verano y le incorporó un ascensor. El castillo fue requisado por el régimen comunista y convertido en museo y atracción turística. Las autoridades proyectaron abrir un parque temático llamado Draculand. En el 2001, fue devuelta a sus legítimos propietarios: Dominic de Habsburgo y sus hermanas, herederos de la princesa rumana Iliana.
Actualmente, la fortaleza alberga un museo de arte medieval. El presidente del condado de Brasov, Aristotel Cancescu, hizo el pasado noviembre una oferta y esta misma semana el castillo dio los primeros pasos para cambiar de manos por el módico precio de 60 millones de euros. Es la cantidad que el gobierno regional de Brasov pidió en leasing a un banco austríaco para recuperar el principal símbolo de Transilvania y Valaquia.
El interior de la fortaleza guarda poco de sus batallas y mantiene un aire cursi del siglo XIX
Hace unos años las autoridades proyectaron un parque temático llamado «Draculand»

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SÁBADO, 30 DE JUNIO DEL 2007
LA VOZ DE GALICIA
CULTURAS

Nueva Zelanda: Bienvenidos al plató más real de "El Señor de los Anillos" (2007)


NUEVA ZELANDA SE CONVIRTIÓ EN UN GIGANTESCO ESTUDIO DE CINE PARA RECREAR LOS ESCENARIOS DE «EL SEÑOR DE LOS ANILLOS». ESTOS PAISAJES SON UN FILÓN PARA EL TURISMO

E. Vázquez Pita
Una magdalena muffin de chocolate,un capuchino caliente y la estufa a tope. Esta es una apetecible forma de desayunar en una solitaria parada de la carretera que conduce al monte Cook (Aoraki, en maorí), el más alto de Oceanía.
Desde la cristalera de la cafetería del apacible pueblo neozelandés de Twizel, el visitante observa divertido el monumento a la oveja merina española, gran productora de lana. El ganado pasta en los llanos cercanos, antes bosque lluvioso que fue talado. Más allá,se divisa el color amarillo de las praderas, al pie de montañas nevadas, el lago Pukaki y glaciares fundidos por el calentamiento global. Un folleto asegura que el equipo de El señor de los anillos rodó en esas praderas la batalla de Pelennor Fields, con el monte Ered Nimrais al fondo. Y, realmente,uno parece oír los ecos de los tambores y los cuernos de cientos de lanceros, elfos, hobbies y orcos en el fragor del combate.
Pero para sentir la magia de Tolkien hay que atravesar la isla sur hasta la estación de esquí de Queenstown. Su apacible lago Wakatipu, repleto de islotes y embarcaderos de madera, fue otro paisaje emblemático de la saga épica del escritor. A sólo 50 kilómetros, está Glenorchy,un bosque que inspiró el ataque de los Olifantes y donde se sitúa la torre de Orthanc, en tierras de Isengard y Lothoriend. En toda la zona, prácticamente deshabitada,se respira ese ambiente de cuento,propio de la Tierra Media. En las inmediaciones también se halla el pueblo fantasma de Arrowtown,donde vivían mineros chinos. En los cañones cercanos se divisan cabañas que podrían pertenecer a los enanos. Más arriba, está el bosque de hadas de Rivendell, el río de Asfaloth que cruzó Frodo (el portador del anillo), y los Gladden Fields, escenario de un combate contra los temibles orcos.
La ruta continúa hacia el despoblado sur. Allí moran loros negros que se comen los neumáticos y los sándwich de los turistas. Aún se preserva el auténtico Rain Forest,un bosque fósil con helechos gigantes.
En el bello lago Te Anau,el arco iris ilumina el bosque de Fangorn. Uno ya mezcla realidad y ficción, y, al mirar por la ventanilla del autobús, cree haber visto cabalgar a los jinetes de la Cofradía del Anillo sobre la hierba amarilla y un riachuelo. El viaje finaliza en el lugar más apartado del mundo: Fiorland. Desde el transbordador que cruza los fiordos de Double y Milford Sound, el turista mira de reojo en busca de las estatuas gigantes del primer episodio. De regreso a la isla norte, camino de Auckland, es posible disfrutar de las suaves lomas de Hobbiton.

LA FICCIÓN
LA REALIDAD
El final de la primera entrega de «El Señor de los anillos» tiene como espectacular escenario, recreado por ordenador, un rocoso fiordo cuya entrada está flanqueada por dos gigantescos colosos de piedra.
El fiordo neozelandés de Double Sound es uno de los lugares más solitarios del planeta, sólo frecuentado por delfines y pingüinos. Están rodeados del Rain Forest, un bosque fósil. Sólo faltan las estatuas.
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Lisboa: ruta literaria en el tranvía 28 (2010)

Publicado en Suplemento Fugas de La Voz de Galicia el 26 de marzo del 2010, páginas 2 y 3.

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Por: E.V.Pita

Lisboa: ruta literaria en el tranvía 28

Suba al eléctrico 28 y asómese al café A Brasileira a saludar a Pessoa, beba una limonada con Pereira en el British Bar o espíe a los nazis en el avenida Palace.

La ciudad de las Siete Colinas se aprende a pie, callejeando barrio arriba, barrio abajo. Y no hablamos de Roma. Si el turista se sienta en un vagón de la red de trenes de Lisboa a Sintra pronto rememorará el ambiente mestizo y multicultural de Londres. La herencia de una capital con lazos ultramarinos en América, Asia y África ha inspirado innumerables novelas de espías nazis, lucha por la libertad o pesimismo existencial.

En esta ruta, no basta con fotografiarse ante la estatua de Pessoa, hay que subir al tranvía amarillo 28 y seguir la pista al poeta por los cafés que frecuentó. He aquí la Lisboa más aventurera, descrita
magistralmente en siete obras.

HISTORIA DEL CERCO DE LISBOA
Castillo de San Jorge
José Saramago fabuló sobre un personaje, el anodino conservador Raymundo Silva, que cambiaba a su gusto los textos históricos de Lisboa, desde que fue sitiada por las huestes cristianas en el siglo XII. Las ruinas del castillo dos Mouros o de San Jorge dominan el barrio marinero de la Alfama y el Tajo desde esa época. El tranvía 28 lo deja en el mirador de Santa Lucía y la cuesta debe subirla a pie.

«CÁNDIDO»
La Sé
Un terremoto seguido de un maremoto destruyó Lisboa en 1755. El cataclismo impresionó a Voltaire, que lo menciona en un poema como algo contrario a la providencia divina. El filósofo alemán Leibniz replicó que, a pesar de las apariencias, todo en este mundo ocurre para el bien de la humanidad.

La respuesta del ilustrado francés fue su cuento Cándido, cuyo protagonista sobrevive al seísmo. La Sé es de los pocos edificios que quedaron en pie. Esta fortaleza-catedral, fundada en el siglo XII por el primer rey Afonso Henriques, armado caballero en Tui, preside el barriocomercial de La Baixa. Alberga un baptisterio decorado con preciosos azulejos. El 28 para justo en la puerta.

LIBRO DEL DESASOSIEGO
Café A Brasileira
Descubrir el verdadero yo del Lisboa: ruta literaria en el tranvía 28
Suba al eléctrico 28 y asómese al café A Brasileira a saludar a Pessoa, beba una limonada con Pereira en el British Bar o espíe a los nazis en el avenida Palace poeta Fernando Pessoa requiere
paciencia. Para seguirle la pista hay que asomarse primero por el café restaurante Martinho da Arcada, fundado en 1782 en la plaza do Comercio y frecuentado por el literato. El 28 tiene parada en la rúa da Conceiçao.

Luego, siga viaje hasta el Chiado y apéese al llegar al Brasileira, en Garrett, 120. Esta cafetería art decó fue frecuentada por los intelectuales lusos entre 1920 y 1950. Es obligado fotografiarse con la estatua de bronce del literato que hay en la terraza. Si siente el desassosego, visite su casa museo en Coelho da Rocha.

SOSTIENE PEREIRA
Orquídea y British Bar
En honor del novelista italiano Antonio Tabucchi, es obligatorio tomar una limonada muy azucarada y probar una omelette a las hierbas aromáticas en la Orquídea. Puede retrotraerse a la triste Lisboa de 1938 e imaginarse las charlas entre el periodista Pereira y el camarero Manuel. El 28 lo deja en A Estrela, pero le resta una larga caminata. Luego, mire de reojo para cerciorarse de que no lo siguen los policías secretos del dictador Salazar, apéese del 28 en la plaza de Luis Camões y camine hacia el río. Reúnase de incógnito con el subversivo Monteiro Rossi en el British Bar. Este local portuario casi centenario está en el Cais de Sodré (Bernardino Costa, 52), con vistas al Tajo. Ojo, las agujas del reloj corren al revés.

CONFESIONES DE FÉLIX KRULL
Hotel Avenida Palace
Inaugurado en 1892. [....]

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