Irán


"Aires de cambio en Irán" (2002)


Fecha de publicación: 8 de septiembre del 2002
La Voz de Galicia / Suplemento: Los domingos de La Voz
Autor: E.V.Pita
Texto original en:
http://reportajesdeevazquezpita.blogspot.com/2013/09/aires-de-cambio-en-iran-2003.html


Un país en el Eje del Mal


Aires de cambio en Irán



"No te aflijas, Hazrat". Los versos del poeta Hafez, escritos en Shiraz hace seis siglos, describen la situación de angustia que viven 70 millones de iraníes. La República Islámica de Irán ha sido incluida por Estados Unidos en el Eje del Mal, junto a Irak y Corea del Norte, bajo la sospecha de financiar el terrorismo contra Occidente. ¿Está la mano del gobierno chiíta detrás de la masacre del 11-S? Es dudoso.
Año 2002. A lo largo de todo el país, se suman voces que reclaman un cambio democrático y una mejora de su economía. Ya nadie oculta su malestar a nivel privado por la opresión religiosa. Otros se lo toman a rechifla y burlan la ley como pueden. Pero aún hay silencio y miedo. Un taxista de la montañosa Tabrik, al pasar junto a un cartel propagandístico del ayatolá Jomeini próximo a un aeropuerto militar, simula con la mano un avión en picado. "Así nos va con éstos", exclama indignado. En un restaurante del Mar Caspio, M., un empleado de hostelería de Teherán, reclama la separación del clero y el Estado. "Trabajo puriempleado día y noche y ellos me prometen el paraíso... en la otra via", bromea.
La república es dirigida por el presidente liberal y reformista Mohammed Jatami, cuyo retrato adorna junto a Jomeini y Jamenei la pared de todos los ultramarinos de Teherán, Shiraz o Tabriz. Es la esperanza de muchos jóvenes. Tiene cara de tipo simpático. Tras tres años, Jatami sigue sin poder aplicar sus promesas de libertad dentro de su idea de democracia religiosa. La semana pasada presentó su plan para aumentar sus poderes ejecutivos en un pulso con el Consejo de Guardianes de la Revolución, su rival político. "El clero tiene atado de pies y manos la presidente Jatamí", lamenta A., un profesor de gimnasia, que rompe su silencio en la cumbre del Sabalán, un volcán sagrado de la región azerbayana de Irán, meta de peregrinos musulmanes que, a 4.800 metros de altitud, se sienten más cerca de lo espiritual. El padre de A. fue muhla en tiempos del Sha pero, tras la revolución, abandonó desencantado el oficio religioso. "Aún así, las cosas han mejorado en veinte años", admite Amir. La autosatisfación con que los líderes religiosos caminan por las calles de Tabriz o Shiraz revela que son los únicos contentos en este país. El resto protesta por llenar el depósito del Paykans -marca nacional similar al Seat 132-, modelo del que circulan dos millones de unidades en Teherán, sale cada día más caro. Cada vez se ven más niños vendiendo chicles de plátano en las gasolineras donde un litro ya cuesta 500 riales (0,1 euros).
Lo que el visitante se encuentra es una población refinada y amable, que juega al ajedrez en los parques y que elogia a Raúl del Real Madrid, equipo al que siguen por el canal público que emite fútbol las 24 horas. Y el cine iraní, tan aburrido como el francés, sigue la normativa Dogma europea. El último estreno en Teherán aborda la historia de una agente cubierta con el obligado pañuelo que libera a punta de pistola un avión secuestrado. En un autobús regular - previamente bendecido por un santero antes de iniciar el viaje- los viajeros con insomnio puede seguir en la pantalla de vídeo un interesante filme sobre el juicio a una esposa acusada falsamente de adulterio. Sale inocente pero el amante la rechaza. En otra película, un hippy abandona la caótica Teherán e inicia una nueva vida en un rancho donde conoce a su futura esposa. Más propio del cine de acción de Hollywood que de la imagen de fanatismo que aparece por televisión [occidental].
El nivel de vida es superior a Marruecos y cercano a Turquía. El modelo de los ciudadanos es Europa o los ricos Emiratos Arabes Unidos. Quizás, el delito del régimen de los ayatolás fue nacionalizar la industria petrolera tras la revolución de 1979 que derrocó al Sha. Ha crecido una generación, marcada por 10 años de guerra con Irak, y el consejo de los muhlas, apoyado por la clase media del bazar, accede a lentos cambios. El país del chador y las alfombras podría pasar por una granja de los Amish: sin drogas, sin alcohol, ni juego, música o pornografía. La población hace vida familiar, conduce su destartalado Paykans, gusta de hacer picnic en las medianeras de las autovías y, además del té rojo con cardamomo, bebe Coca-Cola original y Pipi Zam Zam, un sucedáneo de Pepsi. Uno tiene la sensación de haber regresado a la España de mantón y peineta de 1959.
"El poder de la mujer iraní es tal que si se pusieran de acuerdo un día, todas se quitarían el chador", dice una estudiante de Medicina de Ispahán. ¿Y por qué no lo hacen? De momento, estas suben resignadas a la parte posterior del bus, reservada para las mujeres. Mejor, la zona masculina va más atestada que una lata de sardinas. Otras conducen su Renault 5, acuden solas a las teterías a fumar en el narguile, oyen música en directo en locales de moda o incluso se citan con chicos. Incluso las parejas demuestran en público más afecto que en una céntrica calle centroeuropea, e incluso se ve algún beso en la mejilla.
A. debe ser el chófer más prudente de Irán, un país donde los conductores y peatones ignoran las normas de tráfico. Circulan en sentido contrario para adelantar, los camiones rebasan a los turismos, los motoristas sin casco hacen giros inesperados y los peatones cruzan tan campantes las vallas de las autovías o se ponen a comer en la medianera. Y esto no ocurre solo en el caótico Teherán sino en el pueblo más remoto de la desértica Yadz o de Tabriz. Al volante, los iraníes se sienten libres... bajo la mirada omnipresente del imán Jomeini.
El mensaje de la población sobre la división de poderes no parece haber calado en un comité clerical, anclado en la ciudad santa de Quom, que el pasado mes cerró varios periódicos con una ley que el Sha aplicaba al gamberrismo.
El turista que sale del país tiene la sensación de que cualquier día la población va a estallar.

SOCIEDAD EN EBULLICIÓN
Una jaula de oroUn vendedor de pipas sonríe a los turistas. Mucha gente de la clase media apoyó la revolución y ahora teme que el turismo se hunda si Estados Unidos ataca a Irak. Un vendedor resume así la belleza de la ciudad de palacios y puentes de Ispahán: "El país ha mejorado, pero vivimos en una jaula de oro".
Música occidentalLa música - salvo la tradicional- se echa de menos en Irán pero los éxitos disco de Gloria Steffan o Mariah Carey circulan clandestinamente de mano en mano. Y el descaro es tal que las tiendas de electrónica de Teherán o Tabriz ofertan n combo de CD o DVD, eso sí, a precios de importación.
ProhibicionesLa religión lo regula todo salvo el tráfico. Eso no impide que algunos ciudadanos de Ispahán ignoren a las autoridades y echen una partidita de cartas mientras hacen picnic en la plaza de la Revolución. Menos suerte han tenido otra pandilla de adolescentes, cacheados a la orilla del río por dos agentes.
El ajedrez estuvo poscrito hasta hace cinco años y ahora los parques de Teherán están repletos de jugadores.
Cambios evidentesLos cambios se aprecian al margen de la vida oficial. En las ruinas de Persépolis, las hijas de unos emigrantes en Berlín se cubren a regañadientes con un pañuelo verde marujita. Como el calor asfixia, una de ellas se desabrocha la gabardina y deja entrever un top. Nada que ver con el riguroso chador. En la imagen, en Ispahán, hombres y mujeres comparten su ocio.
La revolución femeninaLa mujer protagoniza poco a poco su revolución. Sólo las mujeres mayores miran con temor a los extraños, las jóvenes tienen curiosidad por los visitantes y toman la iniciativa. Según el Iran Daily, "además de cumplir con sus deberes de madres y esposas, las mujeres iraníes son activas en educación, industria, artes y ciencias".

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Bam, un oasis en medio del desierto


Publicado en La Voz de Galicia el 27 de diciembre del 2003

Sección internacional

Autor: E.V.Pita

El guía iraní de la Lonely Planet esperaba a los turistas indecisos junto al portón de madera y les "vendía" que Bam era la ciudad más antigua del mundo. Aunque ese honor correspondía a su vecina Yadz, la patria del filósofo Zoroastro, en cuyo templo aún arde la llama eterna. Así lo pude comprobar en un viaje reciente.
Aventureros australianos, estudiantes alemanes , turistas paquistaníes o jubilados ingleses comprendían que Bam, a la vera de un oasis, era el único lugar civilizado en el desierto de Kerman.

Atardecer
Y valía la pena llegar allí para presenciar el romántico atardecer que se divisaba desde la torre del fortín. Estas casas de adobe, que los arqueólogos restauraban con esmero, recordaban a las kasbas.
Pero las viviendas con cúpulas de barro de Bam eran especiales por el ingenio de sus antiguos constructores. El suelo del gimnasio disponía de varias capas de ceniza y grava que servían de aislante y las casas contaban con altas chimeneas para que hiciesen circular las corrientes de aire y ventilasen el interior.


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 "Rescate en Irán"


Sección: Internacional / Contrapunto

Publicado en La Voz de Galicia / 31 de diciembre del 2003

Autor: E.V.Pita

Hace poco visité Bam, la milenaria ciudad de adobe de Irán que un terremoto acaba de arrasar. Al tener noticia de la tragedia, recordé al dueño del albergue juvenil y a su esposa, quienes nos habían invitado a un té al llegar. Durante la cena, los mochileros gallegos topamos con unos estudiantes alemanes que recorrían Irán en autostop, un aventurero australiano y un punky de Eslovenia. Hicimos el balance del viaje y todos alabamos el caraceter educado y afable de los iraníes, por quienes sentimos simpatía pese a su caótico estilo de conducir. También tuve un recuerdo para el guía de la Lonely Planet quien, con su gorra de la NBA calada, convencía a los turistas para que cruzasen las murallas de Bam. Espero que todos ellos se hayan salvado de la catástrofe. Por eso, merece la pena que desde aquí invirtamos en formar equipos de rescate y de canes de salvamento.

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No te aflijas, Haraz (2004)


Traducción al español de "Non te aflixas, Harazt" (2004)

Por Enrique Vázquez Pita

(Texto íntegro)

Publicado en versión en gallego con el título "Viaxe a Irán" na Revista Buxola, número 0, en 2004.

También, en el blog http://evpitabooks.blogspot.com/2010/08/non-te-aflixas-haraz.html

NO TE AFLIJAS, HARAZ

En verdad, el taxista del Paykans circuló a gran velocidad por las zonas urbanas, sorteando en zig-zag a otros destartalados vehículos.

Apareció en la carretera por los lugares más inesperados y mantuvo el ritmo hasta que el vehículo o frenaba o esquivaba a los demás usuarios con una maniobra peligrosa.

Otras veces, las motos con tres personas-el piloto, su esposa y un hijo- sorteaban el tráfico denso en la dirección opuesta desde el centro de Shiraz. A veces, los autobuses urbanos, embestían contra el taxi pero en el último segundo variaba su rumbo con un brusca maniobra. Siempre en el último segundo, el autobús que venía directamente de su derecha viraba y eludía al otro coche. Con razón este es el país con más accidentes mortales en el mundo, pero es inexplicable que no haya más.

El taxi en el que yo viajaba era un destartalado Paykans blanco, similar a los dos millones de automóviles de la marca nacional que circulan por Teherán. Recordaba al viejo Seat 124 de los años 70.
Nuestras mochilas las llevábamos en el maletero, cuya puerta quedaba sujeta con una correa de goma y mientras las maletas asomaban por fuera.

En la radio, el conductor sintonizó la música iraní, divertida y pegadiza que recordaba al flamenco. En lugar de un muñeco de Elvis Presley, colgaba del cristal del parabrisas la imagen de un hombre barbudo y muy venerable llamado Imam Hussein. El santo lucía el pelo largo como Sandokán y sus ojos azules destelleaban. El fondo de la estampita brillaba con un verde intenso color esmeralda. Era muy querido por el pueblo. En el espejo delantero colgaba un rosario con cuentas de madera, con el que rezan los piadosos fieles del Islam.

La carrera vertiginosa finalizó en los jardines del mausoleo del poeta Hafez, en Shiraz. El taxista se negó tres veces a aceptar una propina pero los viajeros insistieron para que la aceptase de acuerdo con las costumbres del país. Uno a de aceptar una oferta a la tercera vez en que sea ofrecida. Como en España, la costumbre de pelearse en la barra por ser quien pague e invite a los demás.

En la puerta del parque del mausoleo de Hafez, los niños mendigos ofrecen sus canarios enjaulados para que el cliente tome de la pata del ave un papel que lleva escrito el destino, un mensaje que revela su futuro. Esos chicos son la excepción pues en Irán, los niños nunca piden dinero a los extranjeros. A veces, los más pillastres meten la mano en el bolsillo con ademán que robar la cartera pero no se atreven o algún adulto les llama la atención y los aparta. Los niños mendigo del parque son los mismos que venden la gasolina mientras mastican goma de banana. En este país, un litro cuesta 0,07 euros. Gracias a la subvención estatal de petróleo, millones de modelos Paykans recorren las polvorientas carreteras y caminos peligrosos que cruzan los precipicios que llevan hasta el mar Caspio.

A la entrada del parque también hay vendedores ambulantes de frutas como el melón. Pero lo más sabroso es el pan, el pan crugiente con una forma similar a la torta pita de la India con sabor a ajo y perejil. Es fácil de partir con las manos y su sabor es delicioso, incluso cuando hace calor.

En el Mauseleo de Hafez, pasando por el río seco y las casas de adobe, aún resuenan los poemas que escribió el insigne poeta hace siglos: "No te aflijas, Hazrat", palabras que parecen asemejarse a un llanto que invade otros países. En el ataúd de piedra de Hafez, siempre hay rosas.

Dado el fuerte sol, lo más apetecible al mediodía es beber un té en los salones al aire libre del parque, situados en un fresco patio con árboles frondosos que tapan el enrejado. Los huéspedes pueden permanecer en hamacas alfombradas con los pies descalzos. Las bebidas calientes y azucaradas ayudan a combatir el calor e invitan a la conversación.

A continuación, beber té tumbado o sentado con las piernas cruzadas en una cama alfombrada se convierte en uno de esos momentos de relajación del día, junto con la alegre música que suena en salones de té del mausoleo de Hafez.

Entre los clientes, figuran las alumnas de una escuela que piden una pizza (sin queso, parece que estamos en los EE.UU.). También comparten el patio un grupo de turistas franceses. Las damas forasteras cubren cabeza con un paño, según los preceptos del país ... pero le aportan un toque de elegancia con un pañuelo de color rosa o amarillo. Una viajera insinúa un mechón de su cabello caoba, que se presenta como un misterio bajo la tela. Es realmente extraño para un occidental no poder ver el cabello de las mujeres. Es entonces cuando se dan cuenta de lo valiosa que puede ser una mirada y el mensaje que puede transmitir unos ojos.

La visita a las salas de té no estaría completa sin fumar un narguile o pipa de agua con sabores variados del tabaco, entre ellos de rosas, de limón, o Coca-Cola, conocida en Irán como ZIPI Pam. Con un té y un narguile, el día va mucho mejor. Sólo quedaba un plato de arroz con especias y barbacoa de pollo para disfrutar de una buena tarde.

Después de la visita al mauselo, es buena idea pasear hasta la Mezquita de los espejos, cuyos diminutos cristales recubren las paredes y cúpulas. Los turistas infieles pueden sentarse en el templo descalzos, pisando decoradas alfombras. Allí los creyentes toman una piedra de barro cuadrada (con el nombre de Alá escrito) y la posan en la frente cuando están arrodillados y rezan. Los visitantes no están autorizados a fotografiar el interior, pero nada impide tomar notas y bocetos, o pintar el interior con trazos de bolígrafo. El silencio es la única compañía, junto con el Corán. Fuera en el patio, se escucha el fluir del agua de las fuentes o el murmullo del viento que mece los árboles.

Para llegar al parque del poeta Hafez, hay que cruzar un pequeño bosque, donde las familias hacen picnic, una arraigada costumbre iraní. Sentados en la hierba, en torno a una alfombra y una gran tetera de latón, los hombres preparan el té. Las mujeres sentadas miran el paisaje, todas cubiertas de cabeza a los pies con un chador negro. Otros cubren la cara con la mano.

Los viajeros continúan su ruta por el bazar de Kerman. El olor inconfundible de las especias recuerda a los mercados de Estambul o Marruecos: pimienta, té, azafrán y frutos secos como el pistacho. Estas mercancías se exponen en los puestecillos de la calle y los empresarios retiran una ración con la paleta y la pesan. Los precios no están marcados y uno sueña con comprar gangas. Los bazares son, en realidad, grandes centros comerciales de origen medieval en los que pululan miles de clientes bajo una escasa iluminación. Es fácil toparse con jóvenes se ocupan de los automóviles, otros que acarrean productos básicos o un mulá que camina hacia la mezquita.

En las tiendas, las mujeres pueden encontrar bufandas para cubrir sus cabelleras con los más variados colores: de amarillo a lila. En las alfombras, los motivos tradicionales son las figuras geométricas con imágenes del chiíta Imán Hussein, o algo más moderno como los diseños occidentales de personajes animados de Walt Disney . No faltan las camisetas de la selección nacional de Irán, así como otros clubes. Banderines de equipos de todo el mundo adornan las tiendas. Las bandejas de metal plateado, los juegos de ajedrez o las cajas de madera y marfil decoradas con escenas de caza completan la oferta.

La visita a Kerman no quedaría completa sin una excursión a Persépolis, cuando el sol cae y no aprieta. Justo en ese momento. Un microbús viaja durantre una hora por los pueblos destartalados de Kerman hasta una polvorienta planicie sobre la que destaba un montículo pétreo con una escalinata. Es el palacio de Darío, destruido e incendiado por el macedonio Alejandro Magno. Las enormes estatuas de leones, águilas y barbudo dan la bienvenida al visitante al igual que, en su tiempo, saludaron a los embajadores de civilizaciones remotas que venían a rendir homenaje a Darío. Las altas columnas dan una idea del monumental palacio del Rey de Reyes. En la montaña está cavaba su tumba.

Cae la noche y el sol ilumina el mausoelo pétreo de los reyes persas. Cerca de allí, un pastor de ovejas camina por las praderas que sus abuelos ganaron al desierto. La paz sea con vosotros.


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Publicado en La Voz de Galicia el 7 de enero del 2005


FUGAS, VIAJA A LAS RUíNAS DEL IMPERIO DE ALEJANDRO


Arde Persépolis


Alejandro Magno, durante una borrachera, prendió fuego al palacio de Darío. Sus ruinas se pueden visitar en Irán, a dos horas de Shiraz

E. VÁZQUEZ PITA

 La villa de verano de Persépolis era la sede del Imperio Persa —el mayor enemigo de Grecia — y capital del mundo en el siglo IV antes de Cristo. Una gloria que apenas perduró dos siglos. Los reyes aqueménidas, como Darío I o Jerjes, recibían en el lujosa palacio, protegidos con parasoles, a las embajadas de todos los pueblos conocidos. En los relieves de las paredes aparece representada una comitiva china que cargaba presentes en sus balanzas, súbditos egipcios que portaban sacos de grano, africanos con ganado, judíos, medas, griegos o hindús. Algún guía local menciona incluso a los celtas.

A este edifi cio imperial, situado en la desértica y soleada meseta de Marv Dasht, en medio de Irán, llegó en el año 331 AC el ejército de Alejandro Magno, que perseguía al rey Darío III.

Cuenta Mary Renault que el joven macedonio permitió que, durante un único día, sus tropas saqueasen el palacio, a condición de respetar las joyas que luciesen las mujeres de los vencidos.

Los soldados, ávidos de botín, perpetraron una carnicería, que su líder no pudo impedir. Sólo hubo un gesto de clemencia hacia el tesorero, que fue elevado al rango de gobernador por haber preservado intacto en sus cámaras el tesoro de palacio. Fueron días de gloria y festejos en los altos salones del edifi cio real. Hasta que el discípulo del filósofo Aristóteles cometió el mayor error de su meteórica carrera.

Alejandro Magno se había forjado una cuidada imagen de conquistador benévolo, algo atípico en las batallas de la época. Sus actos de generosidad y piedad le hicieron ganar una excelente publicidad, incluso entre sus enemigos.

Pero, como lamentaba el general Tolomeo en su vejez, toda la buena fama del joven macedonio se echó a perder en un solo día. Los historiadores antiguos culpan a Tais, la amante del brazo derecho de Alejandro. Ésta, en una de las fi estas regadas con alcohol, izó una antorcha y animó a los griegos a vengar el ataque persa a Atenas años atrás.

Alejandro, cuando estuvo más sobrio, se arrepintió de participar en la orgía de destrucción pero ya era tarde. Las tropas interpretaron el incendio como la señal de regresar a sus casas cargados con el botín. Pero Alejandro era ambicioso. Las falanges macedonias desfi laron hacia la India. Atrás quedó el derruido palacio, orgullo de Ciro el Grande, con sus tesoros cubiertos de brasas y barridos por la arena.

Dos mil años después, Persépolis vuelve a ser la estrella de Irán. Jóvenes emigrantes en Alemania, escolares o turistas occidentales recorren las salas de grandes columnatas. El fuego quemó la madera pero la capa de ceniza protegió las ruinas de la erosión. Sus bloques de piedra conservan marcas negras del incendio. Desde la urbe moderna de Shiraz parten autobuses turísticos con guías que recorren en dos horas el trayecto hasta Persépolis.
La ruta atraviesa una refi nería y pueblos castigados por el sol. Cerca del palacio y de las tumbas reales se ven prados con ovejas y un bosque.
Los visitantes siguen el recorrido de las embajadas antiguas. Suben la doble escalinata de la muralla, cuyos posamanos piramidales simbolizan los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Luego, aguardan en una antesala,llamada el Pabellón de las Naciones, sostenida por cuatro colosales rostros humanos con barba, alas de águila y cuerpo de león, que simbolizaban las cualidades del buen gobernante:sabiduría, agilidad y valor. Pasado un tiempo, los embajadores eran conducidos al salón de Jerjes. El diámetro del gozne de las puertas medía medio metro por lo que se calcula que la estancia tenía diez metros de altura.
Irónicamente, la tropelía de Alejandro preservó el monumento.

Las excursiones escolares visitan el acantilado frente a Persépolis donde fueron enterrados los reyes partos o sasánidas que derrotaron a varios emperadores romanos en los primeros siglos de esta era.

 El palacio de Persépolis conserva la decoración original con relieves de los ejércitos persas, así como de comerciantes chinos, egipcios o africanos que enviaban embajadas y regalos al rey.

 Las esculturas de caballos o los leones alados con rostro humano representaban el valor y la inteligencia.

Los restos de ceniza en una talla de un gigantesco león dan idea del incendio que devastó el salón de Jerjes.

¿CÓMO LLEGAR?
Volar a Teherán. Desde Madrid parten vuelos directos a la capital iraní con la compañía Iran Air.

Visados. Irán exige un visado para entrar en el país y la reserva previa en un hotel o una carta de invitación de un residente.

Base en Shiraz. Los vuelos internos entre Teherán y Shiraz son muy baratos. La ciudad dispone de hoteles de cuatro estrellas a un precio módico.

Autobuses y guías a Persépolis.

Varias agencias brindan servicios regulares de bus, con guía, desde Shiraz hasta las ruinas de la ciudadela persa.

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Tensión entre Irán y EE.UU. (2005)

Nota: cinco años después de la publicación del reportaje, la situacion entre ambos países es tensa. El reportaje comparaba las similitudes entre ambas sociedades y destacaba la modernidad de los iraníes, como luego se probó en la revuelta de los SMS y Facebook.


Publicado en La Voz de Galicia, Los Domingos de la Voz, el 27 de febrero del 2005

Enlace permanente: http://reportajesdeevazquezpita.blogspot.com/2011/09/tension-entre-iran-y-eeuu-2005.html


REPORTAJE | DENTRO DEL «EJE DEL MAL»

«¿Qué le hemos hecho a EE. UU.?» Irán y Siria vuelven a sonar como países del «eje del mal» y enemigos número uno de EE. UU. Los 70 millones de habitantes de la antigua Persia están acorralados entre los ayatolás y las amenazas de Bush.

E. VÁZQUEZ PITA | TEXTO Y FOTOS

Imagine un país con reservas de petróleo que no sea árabe, donde exista una población de clase media, con coche propio, gente amable, muy familiar y religiosa, que vaya de picnic los fines de semana, donde las mujeres estudien en la universidad y que intercambien su e-mail. No nos referimos a Estados Unidos, sino a Irán.

La antigua Persia no es el Irak del dictador Sadam Huseín ni el Afganistán de los talibanes. Para Condoleezza Rice sólo es una pieza más del gran juego de Asia Central, región que flota sobre petróleo y gas. Pero para los visitantes extranjeros, Irán es la Francia de Oriente Medio. Sus habitantes conservan la grandeur que le caracterizó en la época del sha: modales educados y cocina refinada.

Para un viajero occidental es fácil de apreciar estas cualidades cuando un niño se acerca a saludar y se esfuerza por practicar el inglés aprendido en la escuela. Hasta los taxistas son tan educados que esperan tres veces a aceptar el dinero que les ofrece el cliente. Muchos de estos conductores sueñan con instalarse en Europa, siguiendo el ejemplo de los inmigrantes que retornan en verano.

Los 70 millones de ciudadanos se sienten atrapados entre una superpotencia que les apunta con sus bombas inteligentes y un régimen de ayatolás que les aprieta pero no ahoga. Nadie quiere hablar de otra guerra, después de sufrir diez años de combates contra el Ejército de Sadam Huseín, que invadió el país gobernado por el ayatolá Jomeini. Toda una generación de jóvenes quedó marcada por la Revolución y luego la guerra.

El regimen de los ayatolás se inspiraba en un movimiento popular y religioso que pretendía acabar con la supuesta corrupción del sha. Ahora, muchas familias pueden comprar un coche, aunque sea el humilde Paykan, que lo jubilan este año. Millones de ellos circulan por la caótica Teherán, gracias a que la gasolina subvencionada cuesta 0,1 euros. Lo que no impide [...]

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