Irlanda

Viaje a Dublín (publicado en Sección de Economía de La Voz de Galicia)
Publicado en La Voz de Galicia ( 18 de abril del 2010 )

¿Seguirá Irlanda la estela de Grecia?


El Tigre Celta es la letra I del grupo de países PIGS, con un déficit fiscal del 14%, un paro del 13% y dos bancos zombis

Autor:
E. Vázquez Pita

Irlanda era un país pobre, pero en 1973 ingresó en la UE y las recetas neoliberales acabaron disparando su economía. El cebo de los bajos impuestos y la escasa regulación atrajo al dinero y, en el 2000, el crecimiento del producto interior bruto tocó un techo del 9,4%, el triple de lo normal en Europa. El país de nuevos ricos fue apodado el Tigre Celta para compararlo con la dinámica Asia. Diez años después, la burbuja estalló y el aquel tigre es ahora solo un zombi. En el 2009, su PIB cayó un 7,9%, el déficit público trepó hasta el 12% y el paro supera ya la barrera del 13%, el sexto más elevado de la UE.
Irlanda tiene el dudoso honor de representar la letra I de las siglas PIGS, término utilizado para englobar a países con graves problemas de déficit y del que también forman parte Portugal, Grecia y España. Atenas acaba de recibir un salvavidas de 30.000 millones de sus socios europeos y Dublín puede ser la próxima ficha en caer. Así lo cree el columnista financiero David McWilliams, de The Sunday Business Post , quien asegura rezar para que el pánico no se extienda como la pólvora.
La primera impresión del viajero que llega al aeropuerto de Dublín es la de un lugar gris al que le vendría bien una mano de pintura. Las infraestructuras son la asignatura pendiente del país, pero no hay que engañarse. Al salir a la calle, uno descubre la colosal silueta de la nueva terminal, un huevo metálico de estilo high-tech. Las grúas trabajan a pleno rendimiento. El ferrocarril y la autovía a Galway también han sido modernizados a tiempo. Entonces, ¿es tan grave la crisis en Irlanda?

La renta per cápita de los irlandeses sigue en el 134%, por encima de la media europea y de España. Es la herencia del bum de los noventa, cuando la construcción y los microchips hacían correr el dinero. Impuestos baratos atraían a los inversores americanos y al capital alemán. Ahora, Irlanda recorta el gasto para atajar su deuda, un 60% del PIB.

«Esto ya no es lo de antes», refunfuña un taxista. «La culpa es de gente como Quinn», dice una residente. Durante la bonanza, el multimillonario Sean Quinn pidió un préstamo al Anglo Irish Bank para comprar acciones del propio banco, en el que, cuando estalló la crisis, el Gobierno tuvo que tapar un agujero de 180.000 millones. Lo que queda ahora es una ciudad fantasma de oficinas acristaladas, hoteles sin clientes, campos de golf sin socios y chalés adosados vacíos. Y una enorme deuda que pagar.


El ladrillo se hundió, pero la informática continúa atrayendo a los inversores

Los irlandeses tienen una anécdota para todo. Muchos han fijado ahora su atención en el edificio del Banco Central. ¿Por qué tiene todas sus ventanas tapiadas? Cuentan que, hace tiempo, una ley estableció que que cada ciudadano debía pagar impuestos según el número de ventanas de su casa. Algunas iglesias de Dublín y el Parlamento las tapiaron todas para ahorrar. Allí está situado ahora el Banco Central, que se ha marcado el objetivo de reducir el déficit público hasta el 3% cuando hace tres años se dedicaba a inyectar capital en los mercados internacionales. La luz solo entra por un patio del Banco Central, un lugar lugrube comparado con las nuevas oficinas acristaladas de los Docklands, donde los peatones pueden ver absolutamente todo lo que pasa dentro.

La crisis ha golpeado más fuerte en Waterford, al sur, la quinta ciudad del país. La famosa cristalera que alegraba la ciudad era todo un emblema industrial, pero ha cerrado sus puertas para trasladarse a China. La deslocalización ha dado la puntilla a esta zona.
Con Dell pasó algo parecido. La multinacional americana de ordenadores se instaló en Limerick, pero hace seis meses decidió trasladarse a Polonia, para ahorrar costes.? El ladrillo cayó pero el microchip ha sobrevivido. El suelo barato atrae a inversores tecnológicos de Estados Unidos. La red social Facebook acaba de instalar una central de servicios al cliente, y la red de negocios Linkedln, otra. Hay oportunidades para los teleoperadores porque es un país barato que habla inglés.


Los Docklands, herencia de una época de bonanza


Los años de bonanza tienen su espejo en los Docklands, una zona de diques abandonados en la desembocadura del río Liffey en Dublín. En diez años, se levantaron decenas de edificios de oficinas, de estilo h igh-tech , plazas y centros comerciales con boutiques y comida internacional. Las terrazas siguen llenas, pero los inmuebles parecen desangelados como si fuese un barrio fantasma. Carteles de «To Let» (Se alquila) asoman por las ventanas camino al nuevo puente de Calatrava que simboliza la lira, y al teatro O2. El Gobierno acaba de ampliar la línea de metro ligero Luas para atraer residentes.? El estallido de la burbuja inmobiliaria obligó a los obreros polacos a volver a su país, pero las tiendas especializadas en productos del Este siguen abiertas.
En Galway, la segunda ciudad del país, que acoge a una gran comunidad gallega, la construcción de chalés adosados cesó de repente. «Hubo un auge de la especulación, muchas urbanizaciones nuevas», recuerda Susana Fernández, una economista coruñesa que trabajó en el audiovisual de Galway.

La clase media de Irlanda, lastrada por las hipotecas, se afana en buscar gangas

Los desempleados rondan los 300.000?y la renta per cápita se desploma

La señal de que algo va mal saltó durante las fiestas de San Patricio, a mediados de marzo. El consumo de cervezas Guinness en las calles de Dublín descendió respecto a años anteriores. Era la mejor prueba de que hay crisis y de que la clase media irlandesa consume menos, empobrecida por los créditos e hipotecas pedidos en el pasado. En dos años, la renta per cápita ha pasado del 145 al 134% de la media europea.
Basta con pasear por la bulliciosa calle de la moda, Henry Street, donde se concentran las cadenas de grandes almacenes H&M, Zara, Marks & Spencer o la exitosa Pennyes (Primark). Decenas de clientes salen por las puertas de Pennys cargados de bolsas de papel. No son víctimas de una fiebre consumista, sino que se aprietan el cinturón. Las estudiantes del Trinity College encuentran allí grandes gangas, como camisetas a cuatro euros y vestidos a cinco. Hay prendas por dos euros, más baratas que en los bazares chinos. Pennys hace su agosto en plena crisis. En la esquina de los grandes almacenes, un homeless se acurruca en un saco de dormir.

La inflación del 2009 ha aupado los precios por encima de los españoles. En las calles secundarias, los escaparates lucen tentadoras ofertas y saldos. Hasta Burger King promociona el Eurosaver (Euroahorro). Y en el centro comercial de St. Stephen los clientes desayunan y miran, pero no tocan los diamantes.
Un paseo por Temple Bar, la calle de copas de Dublín, revela que, como en España, la crisis no ha cerrado ningún pub pese a que el país ronda los 300.000 parados. Pero la capital es joven y nadie se priva de su pinta de Guinness a cuatro euros; o de una botella de Albariño por 30. Las terrazas rebosan de clientes y las adolescentes visten lo más posh. Caminan con tacones de aguja hacia los clubes nocturnos privados del barrio georgiano, un distrito para ricos de la capital. Al amanecer, la luz muestra hileras de carteles colgados que anuncian traspasos de oficinas. Hay pocos negocios cerrados, la mayoría son inmobiliarias.
En los barrios del norte ha surgido una nueva clase social: los nackers, una tribu juvenil de flequillo y sudadera. Eternos parados, son pensionistas. «Mejor, no tener nada con ellos», advierte un residente. El colchón para un paro del 13,2% es la paga social, unos 600 euros. El desempleo es inferior que en España (19%) y muchos obreros de la construcción han regresado a sus países de origen. La pobreza sigue oculta. En la capital, son escasos los indigentes que duermen a la intemperie. En villas como Donegal, ninguno. En Dublín, decenas de rumanas piden limosna en el puente Ha Penny. Antes, había que pagar medio penique de peaje por cruzar el río. Ahora, está flanqueado por jóvenes de apariencia sana que padecen problemas de droga, sentados en silencio con un vaso de plástico vacío en la mano. Algunos critican que la paga social incentiva la pereza. Pero Irlanda, pese a ser un país católico, parece más próxima al sistema neoliberal del Reino Unido y Estados Unidos que al bienestar europeo. Ir al médico no es gratis y el que puede contrata un seguro privado.
La crisis ha generado irritación, pero pocas protestas callejeras. En los soportales del histórico edificio de Correos, donde se libró un episodio de la independencia irlandesa, se manifiestan a diario speakers que recogen firmas por todo: contra el aborto, en apoyo del Sinn Féin o contra la pederastia religiosa. Nadie contra la crisis. A la vuelta de la esquina, ante la puerta de un Zara, un grupo de Socialist Workers corea por megáfono consignas contra la banca y clama por una revuelta.
Pero la crisis ha tenido un malsano efecto secundario: el racismo. Hace una semana, varios miles de inmigrantes se manifestaron contra el asesinato de un estudiante adolescente de origen africano. La tensión crece.

Añadido del autor: en el artículo original pubicado en la sección de Economía de La Voz de Galicia el 18 de abril del 2010 figura un pequeño paquete qe ha pasado desapercibido al volcar la información en la web. Dicho paquete recoge las quejas de un irlandés por las medidas que ha tomado su gobierno para atajar la crisis: congelación de salarios de los funcionarios y otros ajustes. Esta receta sería aplicada a España unos meses después.
Salarios congelados en Irlanda (último paquete del reportaje de Economía de La Voz de Galicia.
«Tenemos los salarios congelados mientras suben los impuestos»

Autor: E. Vázquez Pita


Javier Berrocal es un informático de A Coruña de 27 años que trabaja en Dublín. «Un amigo me dijo que había muchas oportunidades, que alguien que no hablase inglés podía colocarse de camarero. Pero un mes después de llegar aquí leí en la prensa: '' Recesión'' », relata. Salió adelante. «Pasé por varias entrevistas y una empresa informática me contrató en dos meses», dice.
Un amigo suyo, Iosaf, un ingeniero de informática de 31 años vive la crisis más de cerca. «Ahora esperas menos tiempo por una mesa en los restaurantes», comenta. Asegura que en los centros comerciales, la gente pasea más que antes, cuando se les veía cargados con bolsas. «Tenemos los salarios congelados mientras suben los impuestos», relata dejando entrever cierto enfado.

....................................................................................................................................................................

Ocio en Irlanda (Fugas, La Voz de Galicia - 30/4/2010 )
Publicado en La Voz de Galicia , suplemento Fugas, 30/4/2010
Fotos de Martina Miser
http://www.lavozdegalicia.es

101 ideas para disfrutar gratis de Dublín y buscar buenas gangas


La capital del río Liffey ofrece visitas guiadas a pie sin pagar, museos de entrada libre y ecotaxis por la voluntad

Autor:
E. VÁZQUEZ PITA

Primera lección sobre Dublín: mire a la derecha antes de cruzar. La frase «Look right» escrita en el suelo de los pasos de cebra advierte de que los vehículos circulan en sentido contrario. Segunda lección: todos le contarán que han visto pasar en su coche a Bono, el cantante de U2, o que coincidieron con el actor Pierce Brosnan en un pub.
Al igual que en Galicia, la ciudad descrita por Joyce adora la cultura del tapeo. Lo que asombra de la capital de Irlanda es su ambiente joven, cosmopolita y universitario. «Aquí nadie te mira por tus pintas raras», dice un residente. Las chicas visten arregladas para tomar una pinta por el bullicioso Temple Bar. Por contra, los hombres salen en camiseta y vaqueros.
Otro atractivo de la urbe bañada por el río Liffey es que el turista puede hacer 101 cosas gratis, entre ellas navegar en barcaza. La lista de 10 Free Things difundida por la oficina de turismo de Irlanda ( http://www.visitdublin.com ) propone a los turistas descargar de Internet los iWalk, archivos MP3 con una explicación sonora del itinerario, y oírlos en su reproductor mientras camina.
El forastero puede sumarse a un tour gratuito a pie con Neweuropetours.com. Los guías son voluntarios, visten un chaleco rojo, hablan español y salen de la plaza del City Hall, junto al Dublin Castle. Ese es el kilómetro cero, el corazón del Pantano Negro, como lo bautizaron los vikingos. Al terminar el recorrido de tres horas, los guías pasan la gorra, pero las divertidas anécdotas históricas que relatan merecen la propina. Por ejemplo, una vez 19 irlandeses tomaron el Ayuntamiento y declararon la independencia y casi conquistan el castillo. Huyeron al verlo vacío porque temían una trampa. En realidad, era domingo y los ingleses se habían ido a las carreras de caballos. Un detalle: la puerta del fortín está coronada por la estatua de la Justicia británica, de espaldas al pueblo, sin venda, mirando la espada y con la balanza inclinada. La torre guarda un secreto: allí fue encerrado el hijo del jefe de un clan gaélico. Los ingleses le pusieron de cebo vino gratis en un barco. Ya habrá deducido que los nativos sienten especial cariño por sus vecinos. Otro tema de charla y debates sin fin: la cerveza, ¿negra o rubia?
En la misma plaza del City Hall, frente a la tapería Salamanca, verá aparcadas una docena de bicis que se pueden alquilar a partir de medio euro (y 150 de fianza) para recorrer las llanas calles, aunque el barrio moderno de las Docklands es de los pocos con carril bici. Otra novedad en Dublín son los ecotaxis (Eco Cab), versión moderna de los rickshaws de la India. Los carreteros que pedalean están contratados y hacen la carrera gratis para dos pasajeros, que solo pagan la voluntad.
Otra oferta es el Early Bird, similar a la happy hour inglesa. Entre las cinco y las seis de la tarde, muchos restaurantes, como la taberna internacional Gruel, dan dos menús al precio de uno. Es tentador para el bolsillo, pero ¿qué estómago latino tolera cenar tan temprano?
La entrada a ocho museos es gratuita. Recomendable la National Gallery, con algún Picasso y otras obras valiosas. En un lateral del parque de St. Stephen?s Green, los artistas callejeros exponen sus cuadros al aire libre. Ojo con las pinturas copiadas de fotos, pues son lenguajes distintos.
Con la crisis económica, Dublín es ciudad de gangas. Son baratos los grandes almacenes Penneys (Primark) de Henry Street (la calle tiene plantado un pincho de acero de 100 metros de altura). En un lateral, verá un mercado de fruta a buen precio. Si prefiere bocadillos sanos y caseros pase por el Organic Food Market, cerca del mercadillo de libros del Temple Bar. Con todo lo ahorrado, lleve a los niños a ver los duendecillos del museo Leprechaun.

LAS MOMIAS DE TOM Y JERRY
Misteriosa cripta de la Christ Church. Dublín es una ciudad católica que estuvo dominada durante 700 años por Inglaterra. Es un crisol de la cultura celta (del norte de España, que dejó el gaélico), vikinga, normanda y sajona. Toda esa historia queda recogida en la cripta de la Christ Church. En una tumba aparecieron un gato y un ratón momificados.



Todo Dublín
en cinco horas
y 8.000 pasos


El coruñés Javier Berrocal guió a La Voz a pie por pubs, mercadillos y parques que todo visitante novel debe conocer.

El lema de Dublín es «Having the craig!» (pasátelo bien). Con esa filosofía, Javier Berrocal, un informático coruñés de 27 años
que trabaja en Dublín y escribe el blog Más Guinness por favor!!!,
hizo de guía para La Voz durante cinco horas a pie. Por suerte, la ciudad es llana.
El itinerario arranca del Trinity College, donde estudiaron Swift (Gulliver) o Bram Stoker (Drácula). Tras pasar por la estatuade Molly Malone, Javier se sumerge en la bulliciosa calle de tiendas Grafton, animada por guitarristas callejeros. Pasa de largo por el escaparate de Bewleys y sus tentadoras muffins (magdalenas) y ataja por la glamurosa calle Wicklow (Hermes o Louis Vuitton). Entra en el mercadillo St. George Arcade Market y rebusca ofertas entre los vinilos de U2 y Rolling Stones.
Cerca, en el Powerscourt Tower Center, los dublineses desayunan rodeados de tiendas de diamantes y joyas de 12.000 euros.

Parada obligatoria en el Café en Seine, de lujoso decorado art-decó. Un camarero madrileño sirve un capuchino a tres euros. «Llegué aquí y un mes después leí: “Recesión”. El gallego es mucho de decir que si la cosa está chunga, cojo la mochila y me largo», comenta Javier. Opina que los irlandeses son «muy afables, medio sajones, medio latinos». Cerca está el Sansara, un glamuroso cóctellounge, y el Dawson Lounge, el pub más pequeño de Dublín, al que se baja por unos estrechos escalones.

Parada de descanso en el césped del St. Stephen’s Green Park para disfrutar de los finos rayos solares y oír a un músico callejero que toca un óvalo metálico celta que genera sonidos zen. Tras cruzar el barrio
georgiano, con sus puertas de colores y clubes privados nocturnos («Krystle es el más pijo, hay colas»), Javier pasea por el relajante Gran Canal. La ruta de 8.000 pasos termina en Jo’Burgers, con sus hamburguesas
gigantes, y en una licorería que vende albariño. El regreso al centro, en el tranvía Luas.

 ..................................................................

La Voz de Galicia

Viernes, 5 de septiembre del 2014

Conexión isla de Arán-San Millán

La fortaleza irlandesa Dùn Aonghasa tenía defensas similares al castro ourensano


La espectacular fortaleza prehistórica de Dùn Aonghasa, azotada por el viento al borde de un acantilado en la isla de Arán, al oeste de Irlanda, guarda semejanzas con el castro de San Millán, cerca de Verín, declarado Bien de Interés Cultural. ¿En qué se parecen los dos fortines atlánticos que coexistieron en la Edad de Hierro? La semejanza clave es el sistema defensivo situado en el exterior de las murallas. Los constructores de ambos recintos sembraron el campo de las llamadas pedras fincadas, unas piedras con aristas recortadas y clavadas en el suelo. Eran letales cuando sus enemigos lanzaban un ataque de caballería
contra una fortaleza porque las monturas rompían las patas. En Galicia apenas se usó.
El castro de San Millán, en Cualedro, es uno de los pocos ejemplos de la cultura castrexa que cuenta con estas defensas para sus murallas, aunque a escasos kilómetros, en el norte de Portugal, los flancos más abiertos del fortín de Carvalhelhos también estuvieron protegidos con la mortífera línea. San Millán,
conocido como la Cidá do Castro, destaca por su gruesa muralla y algunos lo comparan por su diseño con el castro de Elviña, en A Coruña.
Lo curioso es que el museo irlandés del Dun Aengus (en inglés), cercano a Galway, ignora esta conexión con los castros galaicos. Según explica un panel divulgativo, la difusión de la cultura de las piedras hincadas se reduce a la franja oeste del Atlántico. En un mapa ladeado 45 grados, los expertos irlandeses muestran cómo las fortalezas con pedras fincadas se extienden desde Irlanda hacia abajo, hasta la costa francesa
y la meseta castellana. En concreto, citan al yacimiento de Yecla, en Salamanca, ocupado por los vetones, como el último reducto donde se encontraron estas peculiares defensas.
Una visita a la isla de Arán, que está blindada con otros tres fortines circulares de la Edad de Hierro, nos revela más semejanzas con Galicia costera. Uno de ellos tenía dentro las típicas pallozas redondas. Y las leiras cercanas a las playas están protegidas con muros de piedra que recuerdan a los que cercenan en
parcelas las colinas del santuario de A Nosa Señora de A Barca, en Muxía. Y la última conexión: un viejo chófer aranés cree reconocer en su idioma la palabra Crunia o Clunia, el antiguo topónimo de A Coruña. «Sí, es gran familia, clan». A otro vecino le suena más a cruinni (reunión).

Link original y actualizado en: http://reportajesdeevazquezpita.blogspot.com/2014/09/conexion-de-la-isla-de-aran-y-castro-de.html



No hay comentarios:

Publicar un comentario