jueves, 20 de agosto de 2015

"El éxito de lo friki" (2015)

Dino-seto en Vigo  by E.V.Pita (2015) / http://evpita.blogspot.com/2015/06/el-dino-seto-en-porta-do-sol-en-vigo.html
Dinosaurus hedge in Vigo is eating a "Donuts" (by Pita, 2015)
El dinoseto de Vigo se come un Donuts o rosquilla en la puerta del Sol
O dinoseto de Vigo zámpase unha rosca na Porta do Sol (por Pita, 2015)

"El éxito de lo friki" (2015)

Publicado el 19 de agosto del 2015 en La Voz de Galicia

Sección opinión Almuerzo Gratis, edición Vigo

Autor: E.V.Pita




El éxito del dinoseto, la escultura vegetal en forma del dinosaurio de la Porta do Sol, revela que al público le gusta sacarse un selfie con monstruos simpáticos y cosas frikis. Y eso lleva a una conclusión. Quizás en Vigo podría triunfar un museo dedicado a los seres legendarios gallegos como los trasnos, trasgos, tardos, biosbardos, meigas, el lobishome, la Santa Compaña, las mouras que protegen los tesoros de los castros, el monstruo de la Coca de Redondela, e incluso el pulpo gigante que atacó al submarino del Capitán Nemo. Hasta podría haber una sección dedicada a los piratas vigueses o la pobre María Soliña, acusada injustamente de ser una bruja de Cangas.
A decir verdad, los museos de Vigo no parecen haber conectado con el público, empezando por el Verbum y siguiendo por el Museo del Mar. Otros se han esforzado en reunir y conservar importantes colecciones, como el museo etnográfico Liste que funciona en Vigo desde hace años y que exhibe herramientas, muebles y ropa del rural. Pero le falta el gancho que aportan los seres imaginarios y quizás debería haberse ubicado en el Casco Vello para estar en un entorno con más encanto.

Ninguna ciudad gallega ha montado su museo de las leyendas a pesar de que estas iniciativas tienen éxito en toda Europa. Por ejemplo, los noruegos han hecho todo un negocio de merchandasing con sus trolls, monstruos molestos, feos y peludos que los turistas compran como recuerdo. En Dublín, se explota la ruta nocturna de Bram Stoker, autor de Drácula, y un museo de mitos irlandeses, como los duendes buscadores de oro. Hasta Transilvania, en Rumanía, montó su museo etnográfico al pie del castillo de Drácula para atraer turistas. ¿Por qué no hacer lo mismo en Vigo? Aprovechando la herencia del museo Liste, no sería descabellado recrear una aldea típica gallega cerca del Casco Vello y llenarla de seres legendarios.

martes, 18 de agosto de 2015

"Gurús que tuvieron visión del futuro" (2006)

Título: "Gurús que tuvieron visión del futuro"
Publicado en 31 de diciembre del 2006 
La Voz de Galicia y Diario de León
texto E. VÁZQUEZ PITA | texto 31/12/2006
La lista de gurús que lanzan apocalípticos pronósticos está encabezada por la sacerdotisa Casandra, una agorera que alertó de que la ciudad de Troya sería destruida. Nadie la creyó. Cuatro mil años después, los turistas visitan sus ruinas mientras hacen oídos sordos a las alertas sobre el calentamiento global, el fin del petróleo o del pescado fresco. Este es un repaso a lo que dijeron los mayores expertos en predecir el futuro. 
Dicen que Michel Nostradamus, astrólogo, mago y curandero provenzal del siglo XVI, predijo en las cuartetas que escribía para los almanaques de los campesinos acontecimientos del futuro como los atentados del 11-S, la Primera Guerra Mundial o el fin del mundo en el año 2037. Sus contemporáneos comentan que el profeta entraba en trance tras mirar un cuenco con agua. Los escépticos critican que sus profecías han sido interpretadas justo cuando era evidente que se iba a producir un desastre o una catástrofe o poco después. Sin embargo, su fama la ganó a pulso tras describir cuatro años antes y con bastante detalle la misteriosa muerte (o asesinato) del rey Enrique II de Francia en un torneo de caballeros donde fue herido mortalmente en un ojo con una lanza. Nostradamus ganó mucho dinero con una píldora rosa de su invención que curaba la peste porque contenía mucha vitamina C, entonces desconocida. 
Si el demógrafo y economista inglés Thomas Malthus volviese a este mundo y leyese la noticia de que el planeta alberga ya casi 7.000 millones de personas sólo podría exclamar una cosa: «Ya lo dije yo». Su predicción sobre la superpoblación la hizo hace tres siglos, en un libro escrito en 1798 y titulado Ensayo sobre el principio de la población. Este avisó de que el número de habitantes crece en progresión geométrica, mientras que los medios de subsistencia lo hacen en progresión aritmética. Su conclusión no podía ser más catastrofista: no habrá alimentos ni recursos para todos. Cuando se hayan agotado, la vida humana desaparecerá. No sería la primera vez, pues la avanzada civilización maya o los habitantes de la isla de Pascua fueron víctimas de colapsos económicos similares, que han estudiado recientemente autores como Jared Diamond. De estos mundos perdidos sólo queda el recuerdo de ciudades abandonadas en la selva o grandes monolitos de rostros de piedra.
 El escritor francés Julio Verne, autor del Viaje al mundo en 80 días, fue un adelantado del siglo XIX que cantó las excelencias del progreso científico. Era un momento en que Edison inventaba la bombilla o el fonógrafo, Bell el teléfono, y Marconi, la radio. Sus novelas de ciencia ficción predijeron los viajes espaciales a la Luna, que fueron realidad un siglo después. No acertó en el modo de lanzar las aeronaves, pues proponía que fuesen disparadas por un gran cañón. Fue en Rusia donde los científicos empezaron a ensayar el cohete. Otra ocurrencia suya a destacar es el submarino nuclear que pilotaba el capitán Nemo. Este supervillano financiaba sus operaciones con el oro que recuperaba de los galeones hundidos en la ría de Vigo. Al parecer, Verne se inspiraba tras leer las gacetas de novedades científicas de la época. Su primera obra de ficción científica y primera novela que escribió, París en el siglo XX, no fue publicada hasta 1994. Su editor rechazó el texto porque era muy pesimista y presagiaba una sociedad en que la gente vive obsesionada con el dinero y con los faxes, una tecnología que ni siquiera existía entonces. Científicos y escritores como Clarke (que predijo bases en la luna y estaciones espaciales en Odisea 2001) o Asimov (Yo, robot) han seguido su estela creadora. 
John Maynard Keynes fue el único economista que siguió sus propias teorías y gracias a ellas se hizo rico en la Bolsa. Este chiste lo contó su colega Galbraith en una charla en la Universidad Complutense de Madrid a principios de los noventa. Pero lo cierto es que su fondo de inversión creció un 13% entre 1928 y 1945 mientras el resto del mundo se arruinaba con el crac de Wall Street de 1929 y la Segunda Guerra Mundial. Su truco: invertir sólo en valores fiables. «A largo plazo, todos estaremos muertos» es una de sus frases más citadas. A Keynes le debemos el mundo tal cual es, al menos en Europa. Fue el inventor del Estado del bienestar y la sociedad de consumo, que ya había anticipado su contemporáneo el filósofo Ortega y Gasset. El economista propuso al presidente progresista Roosevelt aumentar los sueldos a los trabajadores para que consumiesen más bienes y, a la vez, aumentar la presión fiscal para que el Estado gastase dinero en carreteras y obras públicas cuando asomaba una recesión. Sus recetas salvaron a Estados Unidos de la Gran Depresión, aunque no previó el fenómeno de la inflación. El gurú por excelencia de la macroeconomía moderna, irónicamente, murió de un infarto porque estaba agobiado por la presión de su trabajo en finanzas internacionales. 
La revista Reader's Digest entrevistaba en 1957 al presidente de la junta directiva de la Radio Corporation of América, David Sarnoff, otro de los gurús de las nuevas tecnologías. «Hace 50 años, sólo un iluso algo tocado de demencia hubiese podido predecir muchas de las cosas que hoy tenemos por comunes y corrientes», comentaba a los periodistas. Se refería a inventos recientes, como la televisión o la radio. Ese año se iba a lanzar el primer satélite. En las mismas páginas se anima a hablar del futuro. Por ejemplo, vaticina unas pilas atómicas que darán energía barata a los aviones, buques y a las casas durante años. Anticipa los paneles solares, el aparato grabador de vídeo y la cámara doméstica, la pantalla delgada de televisión, el aire acondicionado, el traductor electrónico, aviones a chorro que vuelan a 8.000 kilómetros por hora, coches de familia voladores, la televisión por satélite y los ordenadores personales. En su predicción incluye el teléfono móvil: «Ahora ya se puede construir un aparato receptor y transmisor cuyo tamaño apenas excede el de una cajetilla de cigarrillos. Cuando se cuente con estaciones de relevo especiales situadas de trecho en trecho, podrá uno ir caminando por una calle de La Habana y hablar directamente con un amigo de Buenos Aires». Incluso propone instalar una pantalla diminuta de televisión en esa radio para ver la cara del interlocutor. Medio siglo después, acaba de salir al mercado. 
Alvin Toffler es uno de los futurólogos más famosos del mundo desde que escribió El shock del futuro y La tercera ola. Estudió la revolución agrícola y la industrial y se percató de que cada una había traído consigo grandes cambios en la vida diaria. El tipo de familia era más comunitario en el mundo rural que en las ciudades y la puntualidad se valoraba menos en el campo que en una fábrica. Llegó a la conclusión de que los cambios sociales que experimentaba el mundo desde los años sesenta (recordemos a los hippies o la minifalda) sólo podían ser síntomas de una nueva revolución tecnológica, que denominó la tercera ola. Veinte años después, pocos discutirán que vivimos inmersos en la era digital y que Internet o el móvil han cambiado nuestra forma de pensar al no depender de un teléfono fijo. Cadenas como Zara también se han beneficiado de las teorías preconizadas por Toffler, al saber ajustar sus pedidos a la demanda de cada cliente. Su última predicción es que los consumidores (él los denomina prosumidores) gastarán cada vez más tiempo de su ocio en trabajar gratis para el fabricante. Por ejemplo, al montar un mueble prefabricado o retocar por ordenador una imagen descargada de la cámara digital. Incluso vaticina máquinas domésticas, similares a las impresoras pero en 3-D, que fabricarán en casa juguetes o un reloj Rolex después de que el usuario descargue los planos desde Internet. Habrá que verlo. 
El programador Richard Stallman y Nicholas Negroponte son dos grandes gurús de la era digital. Stallman es un extravagante ex hacker informático que ni siquiera usaba teléfono móvil. Pero lideró el movimiento del software libre como alternativa a la industria privada de multimillonarios como Bill Gates, otro visionario que se hizo de oro con su programa operativo Windows. Stallman también inventó el concepto de Copyleft, un método para licenciar software de tal forma que éste permanezca siempre libre y su uso y modificación reviertan en la comunidad. En él se basa el sistema barato Linux. Por su parte, Nicholas Negroponte, inversor de la revista Wired.com y autor de Mundo Digital, desarrolla un ordenador portátil de 80 euros.
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Nota del autor (2015): A esta lista habría que añadir al ingeniero Moore (por su ley que predice la rápida expansión de la informática, con la duplicación de la capacidad y la división por dos de los costes cada dos años) y sobre todo de Ray Kurzweil, quien predijo en los años 80 que la singularidad (momento en que una máquina será más potente que un cerebro) ocurrirá alrededor del 2045.

martes, 11 de agosto de 2015

"Pescadoteca folk" (2015)

Título: "Pescadoteca folk"
Autor: E.V.Pita
 Fecha: 2 de julio del 2015
Publicado en La Voz de Galicia, Vigo, sección Opinión, Almuerzo gratis


Pescadoteca folk

La Pescadoteca pretende transformar las antiguas naves de rederos de O Berbés en un moderno complejo de restaurantes especializados en la pesca y el marisco. La idea es atraer a los turistas como una nueva calle de las ostras. Pero lo triste es el diseño de la Pescadoteca. Quizás pretenda ser un club de sibaritas pero para el crucerista que se apea del Oasis of the Seas solo le va a parecer una fría nave industrial sin alegría, gancho ni encanto. ¿Alguien va a entrar en una especie de fábrica conservera a comer raciones de pulpo servidas en una cadena de montaje? ¿No sería más eficiente transformar la antigua redera en una serie de simpáticos y hogareños restaurantes temáticos y con encanto que recreen el pasado marinero de Vigo? La decoración de las tabernas podría incluir guiños a la cultura local como las dornas de pesca, redes, e incluso una fila de hórreos a pie de muelle como si fuese Combarro. Sería un timo al turista pero esta especie de museo etnográfico gallego recrearía el pasado marinero local. O quizás el crucerista prefiera toros y tablaos de flamenco.
La Pescadoteca podría tener una fachada falsa que imite la arquitectura de las casas marineras de O Berbés, con arcos de piedra, galerías y decoración portuaria, con barriles de taberna para beber a pie de calle. Seguro que Julio Verne se quedó impresionado cuando paseó por los barrios populares de Vigo.
Un ejemplo de este falso historicismo son las ciudades inglesas. Algunas tiendas y centros comerciales de la calle Carnaby Street, en Londres, imitan las mansiones y tabernas de la época victoriana aunque, en realidad, son grandes almacenes o tiendas de ropa. En la villa natal de Shakespeare o en Salisbury, las imitaciones de casas del siglo XVII son tan realistas que parece que la fachada se cae. Otra idea es recuperar el antiguo arco de hierro forjado en la entrada de la calle Príncipe.

"Playa artificial en el centro" (2015)

Título: "Playa artificial en el centro"
Autor: E.V.Pita
Fecha: 11 de agosto del 2015
Publicado en La Voz de Galicia, Vigo
Sección: Opinión: Almuerzo gratis

by E.V.Pita (2015) / The Seine River and beach (Paris) / Playa artificial en el río Sena en París
Paris, Ille de France, artificial beach on the Seine River (by E.V.Pita)
Playa artificial en el río Sena en París / Praia de pega no Sena en París

Playita en el centro


Si París tiene un arenal artificial en el Sena, ¿por qué no Vigo?

Vigo tenía una gran playa con dunas en Beiramar pero, en los años del desarrollismo, se vertió cemento encima para montar un polígono industrial y muelles. Dio puestos de trabajo, pero ahora no hay playa. La de Bouzas es apenas una cala, comida por los sucesivos rellenos. Y el arenal de la Etea es una mincha.
Disfrutar una playita en el centro de Vigo para refrescarse y tumbarse en la arena sin tener que recorrer ocho kilómetros hasta Samil no es una utopía. Baste con recordar que el reciente montaje de las pistas de motocross para el festival de O Marisquiño obligó a verter toneladas de arena en el paseo de Montero Ríos para recrear las dunas del circuito. Si esto se hace tres días para un deporte de exhibición también se podría montar una playa artificial en pleno centro de Vigo durante el verano. Después de todo, el paseo que bordea el muelle del Real Club Náutico es puro cemento que se recalienta en agosto. Además, se podrían instalar por el paseo unas piscinas desmontables para mojar los pies. Sería un gancho para los turistas que llegan en crucero al cercano muelle de Trasatlánticos. Oporto no lo necesita porque los barcos atracan al pie de la playa de Matosinhos.
La creación de playas artificiales viene de lejos. Hace una década, Nápoles creó una en su paseo marítimo. Primero construyó un pequeño dique paralelo a cien de metros de la orilla y rellenó con arena el espacio intermedio para crear un istmo artificial que disfrutaron los bañistas. Cosa distinta es la calidad de las aguas en ella.
La iniciativa más reciente ha sido en París este verano. A lo largo del paseo del río Sena, que cruza la capital francesa, se han colocado plataformas rellenadas con arena, junto a sombrillas y hamacas que los ciudadanos disfrutan gratis. Por seguridad, no están permitidos los chapuzones. En septiembre, la playa se desmonta. Quizás una idea como esta funcione en Vigo.