Películas y cine

  La Voz de Galicia, 9 de diciembre del 2005


Nueva Zelanda: La auténtica isla del gorila King Kong


E. VÁZQUEZ PITA

 Aeropuerto de Christchurch (capital de la isla Sur de Nueva Zelanda). Última llamada para los pasajeros que van a embarcar hacia la volcánica Roturua. Unos fortachones ganaderos de Dunedin, con sombrero de ala, entran en el finger. Pasarían por jugadores de rugby. Les sigue un estresado ejecutivo de pelo rizo y tez morena. Cerca, una pareja de maoríes, obesos de tanta comida rápida, conversan sobre algún programa de su televisión étnica.

Al poco, el avión sobrevuela los verdes acantilados de Kaikoura,con las rocas atestadas de focas y ballenas a la vista. De fondo, las cordilleras nevadas. Desde la ventanilla se distinguen las frías aguas del estrecho de Cook. Abajo,frente a la capital, Wellington,se aprecia un fiordo y un archipiélago montañoso cubierto de nubes. Allí, teóricamente,debería situarse la isla Skull (isla Calavera), donde mora el simio King Kong.

Al menos, esa es la zona, ahora convertida en filón turístico,de Nueva Zelanda donde Peter Jackson ha rodado el remake del clásico de 1933. Las anécdotas son recogidas por el New Zealand Herald, como ya hizo con El señor de los anillos.
Nueva Zelanda tiene dos islas: la Sur, salvaje y deshabitada, y la Norte, parecida a un jardín inglés rodeado de volcanes y calderas de azufre.
Los ganaderos talaron el Rain Forest (bosque lluvioso) y roturaron la tierra para prados. Por ello, Jackson ha recurrido a decenas de maquetas para recrear el paisaje original. Entonces,¿dónde está la verdadera isla Calavera?
 Habría que buscarla en el sur, en los fiordos de Doubtful Sound, una remota región repleta de bosques fósiles. Ni siquiera las tribus maoríes se adentraron allí. El viaje dura dos o tres días en coche por escarpadas carreteras sin tráfico. Conviene parar en un café del monte Cook para saborear una magdalena muffy de chocolate y un café caliente,no tan aguado como el americano.

Desde la ventana, se divisa el monumento a la oveja merina y, a lo lejos, la pradera donde se rodó una batalla de El señor de los anillos.
A lo largo de la carretera, aparecen decenas de kiwis aplastados. Este diminuto pájaro nocturno no teme a los faros ni a los depredadores, pues a estos parajes sólo llegaron aves, como las extintas moas.
Más al sur están las minas de Arrowtown, un pueblo de buscadores de oro, y Queenstown,la bulliciosa capital del esquí.
Allí trabaja Javier, un monitor madrileño: «En invierno estoy en Sierra Nevada y en verano aquí; me presenté y me dieron una oportunidad».
El pueblo de madera del lago Te Anau es la última frontera con la civilización. El camino finaliza en los fiordos de Doubtful Sound. Sus acantilados cubiertos de nubes dan entrada al mar de Tasmania.
Allí sólo moran los pingüinos y unos loros que devoran la goma de los neumáticos y los sándwiches de los turistas. Sus oscuros bosques y ríos están flanqueados por helechos fósiles de seis metros de alto.
Algunas plantas es mejor no tocarlas porque su roce es letal.
Quizás de algún rincón surja King Kong. Pero sus rugidos y aullidos serían apagados por el ensordecedor ruido de las cascadas.

El Rain Forest (bosque lluvioso) de la isla Sur está cubierto por helechos de seis metros de altura, auténticos fósiles vivientes.
La isla Skull tiene parajes similares a los fiordos de Doubtful Sound y sus bosques, aunque a Nueva Zelanda sólo llegaron las aves y ningún depredador.
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SÁBADO, 30 DE JUNIO DEL 2007
LA VOZ DE GALICIA
CULTURAS

Nueva Zelanda: Bienvenidos al plató más real (2007)


NUEVA ZELANDA SE CONVIRTIÓ EN UN GIGANTESCO ESTUDIO DE CINE PARA RECREAR LOS ESCENARIOS DE «EL SEÑOR DE LOS ANILLOS». ESTOS PAISAJES SON UN FILÓN PARA EL TURISMO

E. Vázquez Pita
Una magdalena muffin de chocolate,un capuchino caliente y la estufa a tope. Esta es una apetecible forma de desayunar en una solitaria parada de la carretera que conduce al monte Cook (Aoraki, en maorí), el más alto de Oceanía.
Desde la cristalera de la cafetería del apacible pueblo neozelandés de Twizel, el visitante observa divertido el monumento a la oveja merina española, gran productora de lana. El ganado pasta en los llanos cercanos, antes bosque lluvioso que fue talado. Más allá,se divisa el color amarillo de las praderas, al pie de montañas nevadas, el lago Pukaki y glaciares fundidos por el calentamiento global. Un folleto asegura que el equipo de El señor de los anillos rodó en esas praderas la batalla de Pelennor Fields, con el monte Ered Nimrais al fondo. Y, realmente,uno parece oír los ecos de los tambores y los cuernos de cientos de lanceros, elfos, hobbies y orcos en el fragor del combate.
Pero para sentir la magia de Tolkien hay que atravesar la isla sur hasta la estación de esquí de Queenstown. Su apacible lago Wakatipu, repleto de islotes y embarcaderos de madera, fue otro paisaje emblemático de la saga épica del escritor. A sólo 50 kilómetros, está Glenorchy,un bosque que inspiró el ataque de los Olifantes y donde se sitúa la torre de Orthanc, en tierras de Isengard y Lothoriend. En toda la zona, prácticamente deshabitada,se respira ese ambiente de cuento,propio de la Tierra Media. En las inmediaciones también se halla el pueblo fantasma de Arrowtown,donde vivían mineros chinos. En los cañones cercanos se divisan cabañas que podrían pertenecer a los enanos. Más arriba, está el bosque de hadas de Rivendell, el río de Asfaloth que cruzó Frodo (el portador del anillo), y los Gladden Fields, escenario de un combate contra los temibles orcos.
La ruta continúa hacia el despoblado sur. Allí moran loros negros que se comen los neumáticos y los sándwich de los turistas. Aún se preserva el auténtico Rain Forest,un bosque fósil con helechos gigantes.
En el bello lago Te Anau,el arco iris ilumina el bosque de Fangorn. Uno ya mezcla realidad y ficción, y, al mirar por la ventanilla del autobús, cree haber visto cabalgar a los jinetes de la Cofradía del Anillo sobre la hierba amarilla y un riachuelo. El viaje finaliza en el lugar más apartado del mundo: Fiorland. Desde el transbordador que cruza los fiordos de Double y Milford Sound, el turista mira de reojo en busca de las estatuas gigantes del primer episodio. De regreso a la isla norte, camino de Auckland, es posible disfrutar de las suaves lomas de Hobbiton.

LA FICCIÓN
LA REALIDAD
El final de la primera entrega de «El Señor de los anillos» tiene como espectacular escenario, recreado por ordenador, un rocoso fiordo cuya entrada está flanqueada por dos gigantescos colosos de piedra.
El fiordo neozelandés de Double Sound es uno de los lugares más solitarios del planeta, sólo frecuentado por delfines y pingüinos. Están rodeados del Rain Forest, un bosque fósil. Sólo faltan las estatuas.

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Sobre la película "Troya"

Publicado en La Voz de Galicia, 14 de mayo del 2004


El caballo de Troya no existió


Fugas realiza un recorrido a través de los datos que los historiadores tienen de la mítica ciudad

E. VÁZQUEZ PITA

La película de estreno Troya se recrea en el asalto a la ciudad con una trampa de madera inspirada a Ulises por Palas Atenea. En realidad, la Ilíada no menciona el caballo de Troya. El texto atribuido al poeta Homero, si es que éste existió, ni siquiera llega a narrar la toma de la ciudad, ya que concluye con los funerales de Héctor. El mismo fi lme describe a Aquiles como «una máquina de matar» mientras que el personaje interpretado por Brat Pitt acaba como un guerrero enamorado y razonable. Estas son dos de las muchas licencias de la película, según indicó el profesor de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, Fernando Quesada, quien tuvo acceso a un visionado previo. «Este filme es un combinado de varios poemas épicos griegos y de la Eneida de Virgilio, que abarcan mucho más que la Iliada propiamente dicha», afirma Quesada.

¿Equino o máquina?
El catedrático de Griego de la Universidad de Santiago, Juan José Moralejo, confirma que dicho texto se limita a narrar 51 días en el décimo año de la guerra de Troya, la cólera de Aquiles y la lucha con Héctor. De la destrucción de la ciudad, nada de nada. El equino de madera, gracias al cual se infi ltraron los guerreros micénicos en la ciudad, sí fi gura descrito en el libro VIII de la Odisea, cuando Ulises llega a la corte del rey de los serafios y rememora la caída de la ciudad. «No quisiera fastidiar a Homero pero el caballo de Troya parece ser un mero recuerdo de una máquina de guerra que se utilizó en una ciudad asediada», dice Moralejo.
Para el profesor gallego, el caballo abandonado en la playa como un regalo a los troyanos no tiene sentido. «En cambio, parece creíble que fuese una ofrenda a Poseidón, el dios del mar, que tiene una presencia muy activa en tierra y, además, el caballo es su animal emblemático», dice. «Esta película abunda en anacronismos e incoherencias pero se lo perdono porque ya aparecen en Homero,quien refundió una tradición plural y colectiva», dice el profesor de la Universidad de Compostela. Y es que la Ilíada y la Odisea son el producto de una tradición oral que se transmitió de generación en generación durante 500 años,hasta que Homero la puso por escrito sobre el año 750 a. C.
¿Guerra mítica o real?
El arqueólogo afi cionado Schliemann descubrió en 1870 las ruinas de Troya, también llamada Ilión, en la colina de la ladera septentrional de la colina de Hisarlik, tal y donde la situó Homero. Estaba en una llanura del río Escamandro al otro lado del Helesponto, ahora denominada península de Gallipolli,en la actual Turquía. Estaría mucho más cerca del mar que en la actualidad.
Ciento treinta años después,la Troya turca es la meca de la arqueología: allí pululan desde equipos de investigación a estudiantes que viajan en plan mochilero hasta allí en tren con Interrail. Los investigadores han localizado nueve aldeas superpuestas, no más grandes que dos campos de fútbol. Nada que ver con las imponentes murallas descritas en los textos homéricos.
La novena villa sería la más reciente, de época romana,mientras que la sexta (Troya VI) y séptima (Troya VIIa) corresponderían al año 1.200 a. C., fecha en que se data la guerra entre la federación micénica y los troyanos. Los investigadores que actualmente excavan en la ciudad, dirigidos por el alemán Manfred Korfmann, sostienen que los restos hallados corresponden a una acrópolis y que la ciudad baja propiamente dicha, abarcaría una superficie mucho mayor, superior a las veinte hectáreas, «La película recoge esto bien», afi rma Quesada.
Para el profesor de la Autónoma, la Troya más espectacular es la VI, quizá mejor que la VIIa. Ambas sufrieron una destrucción por incendio, ya sea por terremoto o por la acción humana. «Es una realidad histórica que coincide con los poemas homéricos, pues estas ruinas fueron tomadas e incendiadas.
En la Ilíada o la Odisea hay un fondo histórico, pero siempre desfigurado porque es poesía», dice Moralejo.
¿Existió Agamenón?
Schliemann descubrió en Micenas un cementerio con 16 máscaras de oro que atribuyó al rey Agamenón. Pero los estudios modernos datan las tumbas en el año 1.600 a. C., cuatro siglos antes de la guerra. «Los esqueletos no tienen nada que ver con Agamenón», dice Quesada.
Tampoco hay referencias documentales a ninguno de los héroes homéricos. La descripción en la Ilíada de las armas, pese a corresponder a distintos siglos, da credibilidad a la historia.
Coexisten objetos arcaicos y más modernos porque los poetas cantaban la Ilíada en versos a los nobles, quienes querían identificarse con los héroes, por lo que los literatos desecharon armas arcaicas que su audiencia no entendía.
Quesada cree posible que la guerra tuviese su origen en una disputa por una mujer. «Para los micénicos cualquier afrenta al honor desataba respuestas violentísimas». Pero también es cierto que Troya era un puerto estratégico, llave del paso entre Europa y Asia.

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Publicado el 21/01/2007
La Voz de Galicia
texto E. VÁZQUEZ PITA

Mayas: lo que Mel Gibson no cuenta


La película «Apocalypto» relata el brusco colapso de las ciudades precolombinas. Hay una larga lista de pueblos desaparecidos: los vikingos que navegaron por América, los granjeros de Groenlandia o los constructores de rostros de piedra de la isla de Pascua


E l autor Jared Diamond, en su libro Colapso , estudia la brusca decadencia de las monumentales ciudades mayas, construidas por vanidosos ingenieros y ahora cubiertas de maleza en la selva de Guatemala y México. Un misterio que no deja de intrigar a los arqueólogos. Esta cultura precolombina sobrevivió hasta nuestros días transmitida de boca en boca por los lugareños de Centro América, pese a que se perdieron muchos conocimientos matemáticos y los conquistadores españoles se encargaron de quemar los documentos escritos que podían aportar pistas. ¿A qué viene tanto interés por las ruinas mayas? El escritor se pregunta si, algún día lejano, los imponentes rascacielos de Nueva York seguirán la misma suerte. Nadie toma en serio esta apocalíptica visión del colapso de la civilización industrial, pero los científicos creen que, por si acaso, no estaría de más descubrir los fatales errores que arruinaron sociedades avanzadas y prósperas como los griegos de Miocenas, los cretenses, o los pueblos del Gran Zimbabue o del valle del Indo. Muchas de las sociedades estudiadas por Diamond murieron de éxito cuando estaban en la cumbre de su poder. El diagnóstico: perpetraron un ecocidio. El ejemplo más palpable es la isla de Pascua. Sus habitantes levantaron magnificas cabezas de piedra, pero para ello cometieron un grave error estratégico: talaron sus bosques. El hambre les obligó a huir de la isla pero... ya no quedaba madera para construir canoas. Las guerras entre ellos no dejaron supervivientes. Algo parecido pasó con las tribus anasazi del suroeste de Estados Unidos, desaparecidas tras desforestar su particular jardín del edén. En Australia se extinguieron varias especies hace 50.000 años, justo cuando llegó el ser humano. Lo mismo ocurrió en Nueva Zelanda, tras arribar los maoríes.

Aprender la lección de la Historia serviría para evitar otro colapso. Un ejemplo son los agricultores de Islandia, quienes se dieron cuenta a tiempo de la tala excesiva de sus bosques; de ser los europeos más pobres pasaron a gozar de la mayor renta per cápita del mundo. Otro enigma es la caída del Imperio romano: ¿fueron las hordas de invasores bárbaros o la crisis económica? La decadencia del Imperio español también intriga a los historiadores. Las últimas teorías sostienen que construir colonias en el Nuevo Mundo y defenderlas tres siglos agotó todo el oro de los galeones y supuso un gran sacrificio económico y demográfico para un reino pobre como Castilla, incapaz de competir con el textil más barato de Inglaterra y Holanda. Al Imperio británico también le llegó su hora.

El historiador Eric Hobsbawn cree que Gran Bretaña no aprovechó su ventaja tecnológica (el ferrocarril) y quedó obsoleta ante la inventiva de Estados Unidos. ¿O qué decir de la inesperada disolución de la Unión Soviética? Ejemplos de colapsos modernos son Somalia o Ruanda. Algunos se preguntan si China o la India desbancarán económicamente a Europa y Norteamérica, que deslocalizaron sus fábricas. Diamond ve un nexo común entre la civilización maya y otros pueblos en ruinas: su crecimiento exponencial agotó los recursos, desforestaron su hábitat, arruinaron el suelo fértil, se quedaron sin agua, sobreexplotaron la caza y la pesca, introdujeron especies nuevas y, gracias a ello, el crecimiento demográfico se disparó. La peste o la guerra provocaron un shock y los supervivientes mayas fueron incapaces de volver a poner en marcha los canales de riego.

El antropólogo Marvin Harris, en su libro Caníbales y reyes , fue de los primeros que sospecharon que la disminución del volumen de agua de los manantiales volvió inhabitable Teotihuacán en el año 700. Tampoco había animales domésticos para alimentar a los agricultores. La urbe fue absorbida por sus vecinos, que idearon los jardines flotantes de lodo, más productivos. En el año 1200, vivían a orillas del lago de Tenochtitlán dos millones de aztecas. La nobleza se permitía el lujo de comer carne... aunque era la de sus prisioneros. Otras causas de la desaparición de civilizaciones son el cambio climático, la presencia de vecinos hostiles o la dependencia de un producto como el petróleo.


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India: la cara fea de Bollywood  (2009)

Publicado en páginas 6 y 7 de Los Domingos de La Voz de Galicia, el 1 de marzo del 2009

REPORTAJE | LOS ESCENARIOS DE «SLUMDOG MILLIONAIRE»

La cara fea del glamur de Bollywood

Enlace permamente: http://reportajesdeevazquezpita.blogspot.com/2011/09/india-la-cara-fea-de-bollywood-2009.html

El mayor suburbio de Asia nada tiene que ver con los tonos pastel
de las superproducciones indias

E. VÁZQUEZ PITA | TEXTO

Si el cine es soñar, la India es el mejor ejemplo. La ganadora de ocho estatuillas de los Oscar de este año, Slumdog Millionaire, tuvo que ser escrita y dirigida por extranjeros porque unos productores de Bollywood, la meca de la industria cinematográfica de Bombay, jamás aceptarían filmarla.

¿Cuál es la razón? Pues que el aplaudido filme británico no cumplía las cuatro reglas de oro de la industria cinematográfica india: tonos pastel, feliz historia de amor y música alegre. El lector observará que falta la cuarta regla. No es ningún despiste, consiste en la ley invisible de silenciar la miseria. No puede salir nada que afee la gran pantalla.

Sin embargo, Slumdog Millionaire, se saltó las reglas no escritas y recrea la miserable vida de los niños del barrio de Dharavi, el mayor suburbio de Asia.

El extranjero que pasa unos días en la India no puede ignorar la pobreza extrema en que malviven millones de habitantes porque asoma delante de sus narices. El turista pasea por calles sucias y
llenas de basura, donde los monos y las vacas pastan libremente, se topa con familias enteras que acampan en las medianas de las autopistas o flacos hombres que tiran de los rickshaws o carromatos.

La pobreza está siempre presente en la vida cotidiana, es difícil acostumbrarse. Aunque los nuevos rascacielos y áreas de negocios en Nueva Delhi o en Bombay crecen como setas, a escasos metros son visibles los niños desarrapados que juegan sobre los tejados de las chabolas.

Sin embargo, como por arte de magia, todas esas imágenes son borradas de las películas, que se convierten en asépticos escenarios de cartón piedra. Sus protagonistas viven en un irreal mundo multicolor de clase media americana en plan anuncio publicitario. El forastero acaba por entender que Bollywood tiene éxito porque el público paga por unas horas de sueños y fantasías, que le
permiten escapar precisamente de la miseria real del día a día.

La película «Slumdog Millionaire» se rodó en Bombay. Este antiguo puerto portugués y luego colonia británica en el Índico es la capital financiera de la India y corazón de Metro Cinema Bombay, capital de la industria cinematográfica. La ciudad genera por sí sola el 38% del producto interior bruto del país. Tiene casi doce millones de habitantes, con una densidad de 27.000 personas por kilómetro cuadrado.

Dharavi, el barrio marginal de Bombay tiene 400.000 habitantes por kilómetro cuadrado, hacinados en chabolas y chamizos. Un millón de almas comparten tres kilómetros cuadrados de terrenos inundables.

CIUDAD DE PARIAS
La vida en Dharavi

El sistema segregador de castas está prohibido en la India, pero la mayoría de los barrenderos son de la casta inferior o intocable, los únicos autorizados por la religión a tener contacto con la basura. El auge económico de Bombay atrae a estos parias que finalmente acaban recluidos en Dharavi, atrapados nuevamente en la miseria de la que solo un héroe, como el protagonista de «Slumdog Millionaire», ha logrado salir. Este hogar de miles de familias solo tiene agua potable dos horas al día y está rodeado de canales de aguas fecales. Un proyecto urbanístico pretende demoler toda la llanura para construir nuevas oficinas de la «City».

BULLICIOSAS CALLEJUELAS.

Todas las capitales de la India tienen sus suburbios pobres. En las afueras de Jaipur, los monos y los cerdos salvajes se disputan la comida de los basureros con los niños. En los barrios apartados de Nueva Delhi, los carniceros muestran sus productos al aire y rodeados de moscas. En Agra, a pocos metros del mausoleo del Taj Mahal, los inmigrantes llegados a la ciudad duermen en las aceras, protegidos por una lona tendida sobre dos palos.

En el distrito de Dharavi (Bombay), en la foto, la miseria es tal que sus habitantes no hacen los pagos con monedas sino con trocitos de plásticos de colores. Los negocios, como en toda la India, son pequeños cubículos donde los barberos cortan el pelo a la vista o los artesanos muestran sus mercancías rodeados de dos vías férreas.

EN DIRECTO | LA SALA MÁS FAMOSA DE LA INDIA

SESIÓN DOBLE EN EL CINE RAJ MANDIR

El Raj Mandir es el cine más famoso y de mayor glamur de la India. Está en Jaipur, la capital de color rosa de los marajás del Rajastán. Su gran anfiteatro de butacas, de paredes color pastel y techos con lámparas de cristal, acoge al público de todas las castas deseoso de ver los últimos estrenos de Bollywood.

El moderno recinto atrae a vistosas damas con sus coloridos saris y a nuevos ricos que aparcan sucoche de alta gama a las puertasde la meca del cine. Pero también es un gancho para los turistas que llegan al lugar en un motorickshaw de alquiler. A pocos metros, hay un atestado restaurante de comida rápida McDonald’s. Su menú, lógicamente, es vegetariano, pues en la India las vacas son sagradas y no se puede hacer hamburguesas con ellas.

Pero la entrada al Raj Mandir requiere paciencia, pues primero hay que sortear las colas de las taquillas, que se dividen en billetes separados por sexos. Por ello, los varones aguardan su turno en una cola y las mujeres en otra. Los extranjeros que tengan prisa pueden presentarse en una taquilla exprés, situada en una discreta esquina, que vende billetes al doble o triple de precio y donde, evidentemente, no hay cola.

COLAS EN LA TAQUILLA.
El cine Raj Mandir, situado en un lateral de la calle Bhawandas Road de Jaipur, es la sala más famosa de la India. El público masculino aguarda pacientemente su turno en la cola de la taquilla para ver el último éxito de Bollywood. La sala de proyección fue inaugurada en 1976 y destaca por su estilo de arte modernista. Tiene capacidad para 1.273 espectadores.

El portero, vestido de uniforme de gala, hace pasar al público dentro del magnífico vestíbulo, de estilo victoriano, con vistosos espejos, colores pastel y escaleras por las que podrían desfilar grandes estrellas del celuloide. El auditorio parece tan extenso como un campo de fútbol, con mas de un millar de butacas, y las paredes y balcones decorados en tonos pastel.

Bienvenidos a Bollywood.
Empieza la sesión, con un espectacular baile en una zona turística de Nueva Delhi. Los personajes hablan en indi, uno de los idiomas oficiales del país, y hay que imaginarse los diálogos. En mitad de la película, entra una espectadora con su hijo envuelto en la espalda, en su sari y al que consuela. Al poco, suena un móvil y alguien del público se pone a hablar.

Por suerte, el cine es un lenguaje universal y la historia es fácil de seguir sin comprender los diálogos. El chico enamora a su novia tras una edulcorante escena que cumple otra regla no escrita de Bollywood: nada de sexo ni desnudos.Se trata de cine familiar para todos los públicos. Al final de la primera parte, que duró dos horas, el público descubre que el amante de la protagonista, con la que ha tenido un hijo, es un sanguinario terrorista.

Tras el descanso, arranca la segunda parte. Ahora cambia de género: drama, tiros, acción y persecuciones estilo Hollywood. Al salir, busco una tienda para comprar el cedé con la pegadiza banda sonora de la película.
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La Voz de Galicia, Suplemento Fugas,
Viernes, 11 de noviembre del 2011


Hollywood: Los escenarios de rodaje de las películas míticas de la Universal


La visita a estos estudios, en Hollywood, permite ver los platós donde se rodaron Regreso al futuro, Psicosis, Parque Jurásico o Mujeres desesperadas.

Ver el album de fotos en: http://californiatravelling.blogspot.com/2011/08/pictures-of-visit-to-universal-studios.html


E. VÁZQUEZ PITA

Millones de espectadores vieron la película Regreso al futuro. Un estudiante de instituto de los años ochenta viaja al pasado en un coche futurista y logra volver al presente tras recargar las baterías con los rayos que caen sobre la torre de reloj de su antiguo centro escolar. Esa fachada, que forma parte del imaginario popular, existe. Es de cartón piedra y está levantada en medio de los estudios Universal, en Hollywood.
La compañía cobra 80 dólares (69 con carné ISIC de estudiante) por hacer una visita a los platós de sus películas, tan míticas como Tiburón, Psicosis, Parque Jurásico, Mujeres desesperadas o Fast & Furius.
En el parque temático, los visitantes pueden disfrutar de cortometrajes en 4-D de secuelas de Terminator, Shrek, Los Simpson, King Kong y La momia y de un espectáculo que recrea las batallas acuáticas de Waterworld. El 4-D incorpora imágenes digitales en tres dimensiones con actores reales que corretean por el escenario. Las butacas se mueven y el espectador recibe chorros de aire o agua al son de las escenas de acción.

Para llegar a los estudios Universal, hay que apearse en la última parada del metro que cruza Hollywood. Un bus lanzadera sube a los visitantes a la entrada al parque. Desde la colina, impresionantes vistas de la inabarcable ciudad de Los Ángeles. Uno tiene la sensación de retroceder a los cincuenta al cruzarse con el lechero, el taxista, el policía, los Blues Brothers o Marilyn.

La visita a los platós de la Universal requiere varias horas, una de cola para subir al bus-oruga que atraviesa una miniciudad de naves de rodaje y camerinos. Aún se ven carteles de Dream House.

La simpática guía muestra en primer lugar la torre de Regreso al futuro pero sin el reloj (lo quitaron para otra película). No faltan las réplicas a escala real del Brooklyn neoyorquino o de pueblos del Oeste (aunque al doblar la esquina se ve que el saloon solo son cuatro tablas pintadas).
En la zona de efectos especiales, un poblado mexicano es inundado y dos coches de la película Fast & Furious saltan por el aire movidos por sendos brazos mecánicos en medio de una explosión de pega.

Luego, el visitante se sobresalta con los restos aplastados de un todoterreno de Parque Jurásico. El número fuerte es una proyección en 4-D en un túnel. Los espectadores, con gafas especiales, son acosados por dinosaurios que arrancan de cuajo la cola del bus, pero el gorila King Kong los rescata a tiempo.

Para reponerse de las sacudidas, el conductor para ante el Motel Bates y la tétrica mansión de Psicosis. Al fondo, un Jumbo accidentado. Y ojo con darse un baño en el laguito: junto a la gasolinera portuaria aún cuelga el cadáver de Tiburón. La ruta concluye en una calle con casitas amarillas y blancas que resulta ser el barrio de Wisteria Lane.

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Publicado en el suplemento "Fugas" de La Voz de Galicia el 9 de marzo del 2012

TRAS LA SENDA DE FRAY JUNÍPERO SERRA (EL CAMINO REAL)

«Vértigo» en las misiones de California


Los franciscanos levantaron en el siglo XVIII una red de capillas unidas por el Camino Real, que fueron origen de San Diego, Los Ángeles o San Francisco. Hitchcock rodó en una de ellas

E. VÁZQUEZ PITA

Un tren que atraviesa Silicon Valley, en California, hace parada en una pequeña villa llamada San Carlos. La avenida principal se llama Camino Real,un vestigio de los misioneros españoles. Esta senda fue promovida por jesuitas y franciscanos que, a su paso, fundaron humildes capillas de adobe y asentamientos donde evangelizaron a las tribus nativas de la alta California en el siglo XVIII. Era uno de los lugares más apartados y solitarios del mundo. Su interés revivió cuando Carlos III y el zar ruso emprendieron una carrera por ocupar su costa.

Ahora, los norteamericanos han visto el negocio y convertido la red de misiones españolas en un atractivo turístico. Son los edificios históricos más antiguos del Far West, el lejano Oeste. Incluso el cineasta Alfred Hitchcock rodó en la misión de Dolores,en San Francisco, muchas escenas de Vértigo, una de sus obras maestras. Alrededorde esta capilla y de su bahía se fundó la ciudad que ahora lidera la nueva economía de las empresas puntocom.

El Camino Real comienza en San Diego, sigue por Los Ángeles,pasa por Santa Bárbara, San Luis Obispo, Monterrey,Santa Cruz y San José (origen de Silicon Valley). El camino se detiene en San Francisco y finaliza en Sonoma, una de las capitales del Napa Valley, el valle del vino. A partir de ahí, comenzaban los asentamientos rusos.

Dice la leyenda que los misioneros sembraron semillas de mostaza en las cunetas para iluminar esta senda que supera los mil kilómetros, la mayoría señalizados con una campana. Es un símbolo turístico similar a la flecha amarilla del Camino de Santiago. Algunos tramos discurren paralelos a la mítica y sinuosa carretera Highway One. No es precisamente una autopista, pero el viajero disfruta con sus espectaculares vistas de la costa como Ávila o Morro Bay, sus acentuados acantilados, y su fauna, que incluye a los elefantes marinos. Uno se imagina subido a un burro, como fray Junípero,atravesando colinas áridas y peladas, lomas ahora cubiertas de extensos viñedos.

Historia
Alrededor de las misiones crecían pueblos y ciudades porque el plan era crear asentamientos indígenas para cultivar campos y trabajar en la industria artesanal. Al lado, se edificaba el presidio.

La animada y playera villa de Santa Bárbara ha hecho un museo en su misión. Los turistas pasean por el patio, se refrescan en la fuente o visitan los huertos, la capilla y el cementerio con árboles centenarios.
El museo exhibe artesanía indígena e instrumentos musicales de los misioneros y herramientas de labranza. A su alrededor, crece un vergel.

A la entrada, junto a la bandera norteamericana, se alza una estatua de fray Junípero Serra, el franciscano que promovió el avance en California. Junto a ella, la campana del Camino Real.

Otra misión famosa es la de Dolores, situada entre dos barrios que lucharon por los derechos civiles. Está alejada del centro de San Francisco, porque los pioneros de la fiebre del oro y los marinos se acercaron más al Golden Gate (la boca de la bahía). La capilla original de adobe casi pasa desapercibida ante dos torres posteriores, que salen en Vértigo. El último enclave de Sonoma está rodeado de viñedos, donde se filmó Falcon Crest.

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