El «imperio del selfi»
El psicólogo social Antonio Rial actualiza un estudio pionero impulsado por la Xunta y la Universidad de Santiago y pone de relieve la importancia que tiene actualmente educar a los menores en el uso responsable de Internet
Por E. V. Pita
Publicado el 23 de febrero de 2018 en un suplemento de Tecnología de La Voz de Galicia
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https://www.lavozdegalicia.es/noticia/tecnologia/2018/02/23/imperio-selfi/00031519401269554305293.htm
Los menores de Galicia se han enganchado a las redes sociales. Son nativos de Internet, millenials que solo han vivido en un mundo globalizado e hiperconectado. Es una generación que se está educando a sí sola, ya que no hay experiencias previas sobre una nueva tecnología que cada década cambia el mundo de forma exponencial. El 80 % de los niños de 12 años tiene un móvil con datos y eso lo hace más vulnerable a ataques de ciberacoso, sexting o grooming y ahora la adicción a las apuestas en línea. Debido a este uso masivo, los expertos creen que la generación de Facebook, niños y adolescentes de entre 12 y 17 años, corren graves riesgos en la Red. Ellos buscan notoriedad y reconocimiento social, ganar votos, likes y mejorar su imagen sin entender que al otro lado de la pantalla hay abusadores que los están acechando para insultarlos o vejarlos. Y la mitad de los acosados, acosan. Es fácil.
El Ministerio de Sanidad y el Plan Nacional contra la Droga han replanteado sus estrategias e incluido la adicción a Internet. Aprovecharon datos de las encuestas pioneras realizadas en Galicia en el 2014. Aquel año, la Xunta, el Valedor do Pobo y la Universidad de Santiago (USC) elaboraron un estudio sobre los hábitos tecnológicos con una muestra de 44.000 estudiantes gallegos. El 31% de los encuestados reconocía haber contactado con desconocidos a través de Internet y el 8,9% se sintieron amenazados o humillados.El psicólogo social de la USC Antonio Rial siguió actualizando los datos entre el 2015 y el 2017, con barridos a poblaciones de 3.000 menores. Descubrió que «la situación va a peor porque ahora el 52% de los menores contacta con desconocidos». Lo hacen a través de Instagram, Facebook, Snapchat o Twitter, donde construyen su identidad. Solo el 2% de los menores no tiene cuenta en ninguna red social. La mitad usa cuatro.
El investigador define la actual época como «el imperio del selfi» y explica que los adolescentes necesitan ser aceptados, ser alguien, y subir fotos a la Red es su mejor baza. Un reciente estudio revela el alcance del sexting (enviar fotos eróticas): en el 2014 solo el 4% de los menores gallegos reconocía haber enviado una imagen caliente, ahora lo hace el 9%. Los encuestadores añadieron esta vez una pregunta trampa: ¿Te han enviado alguna vez una foto de contenido sexual? La respuesta subió al 25%. «Esto nos acerca al porcentaje real, porque nadie va a reconocer que envía fotos pero sí que se las envían los demás. Son niños de 12 o 13 años haciendo prácticas de riesgo. Es un delito en el artículo 197 del código penal si las reenvían a una tercera persona», afirma Antonio Rial.
El sexting se acrecienta con la edad. Con 17 y 18 años son diez veces más proclives a caer. «Niños de 10 y 11 años están preocupados por su imagen. Los de doce años duermen con el móvil en la mesilla de noche. No es un problema de los adolescentes, es de la sociedad que ha cosificado sexualmente a los niños. Luego pasa lo que pasa y vemos tasas espectaculares de depresión juvenil. La red multiplica los riesgos y hay que darles una armadura para soportar la presión de grupo», señala este experto. La receta para hacer frente a esto es la educación en la familia y la escuela.
Campañas educativas
El uso seguro de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) ha preocupado a la Administración gallega. Se hicieron programas educativos como Navega con Rumbo, Rapaciñ@s o Educonvives.gal en los que se buscó guiar a los menores y a sus padres en la navegación segura.
«Algunas campañas escolares para mejorar las competencias digitales de los chavales se equivocaron de diana: ellos saben manejarse en Internet, pero lo que hay que mejorar son las competencias humanas. Si no enseñas respeto empatía o resistencia a la frustración o evitas la hiperestimulación permanente, los menores tenderán a aburrirse o a comportarse compulsivamente en las redes. Debe haber un contrapeso en casa, si los menores se creen las ficciones sobre sexo que ven en 900 millones de webs porno, luego se ve cómo se multiplican los casos de violencia de género o conflicto en los hogares, con palizas a madres que les quitan Internet», dice Rial.
El psicólogo propone que los padres fijen horas a sus hijos para acostarse o supervisen el uso del móvil porque, de lo contrario, «el chaval acaba enganchado, se hace dependiente de la tecnología, tienen trastornos del sueño viven permanentemente conectados. La familia ahora mismo está missing (escaqueada)». El papel educador también corresponde a los profesores: «No son conscientes de lo que pasa. Vamos a peor, algo falla».