sábado, 1 de diciembre de 2012

"Nueva Zelanda aprecia el toxo" (2005)

La Voz de Galicia, 4 de abril de 2005

Reportaje | El país agrícola más competitivo

Nueva Zelanda aprecia el toxo


Los granjeros neozelandeses podan este arbusto como seto para sus enormes fincas. Es un símbolo de cómo han transformado las tierras más salvajes en pastizales

E. Vázquez Pita
Christchurch

El Gobierno laborista de Nueva Zelanda eliminó en 1984 todos los subsidios al sector agrícola. Ahora, el país austral tiene los costes de producción más bajos del mundo. Lo reconocen fuentes del Sindicato Labrego Galego o del Laandbrugsraadet danés. Sólo Brasil y China despuntan ahora como serios competidores por sus precios. ¿Cuál es el secreto?

Una ruta desde Christchurch, en la isla Sur, hasta el lago Te Anau revela algunas claves. La doma y poda del toxo podría ser el símbolo que mejor ejemplifica la conversión de los exóticos bosques maoríes de Aotearoa, llenos de helechos gigantes, en los verdes pastos de Nueva Zelanda. En este nuevo país,donde aún es posible empezar de cero, el toxo intruso se ha adaptado. El húmedo y nuboso paisaje neozelandés es un hábitat ideal para el viejo arbusto gallego.

Conversión en seto

El toxo ha triunfado en las antípodas del mismo modo que el eucalipto y el kiwi asiático lo hicieron en Galicia. El toxo bravo ha sido transformado en un civilizado seto que sirve para cerrar los pastos de Oxford, a las afueras de Christchurch, la capital de la Isla Sur. En un pueblo de carretera, situado a 30 kilómetros de la capital, los dueños de un chalé han decorado sus posesiones con el espinoso arbusto. Todo es posible en Nueva Zelanda, un país nuevo con apenas cuatro millones de habitantes y donde la falta de suelo no es problema. Christchurch, con 300.000 habitantes, es tan extensa como Madrid porque está poblada de casas unifamiliares.
Los laboriosos agricultores de las antípodas han tardado apenas cien años en cultivar la tierra del Pacífi co Sur más cercana a la Antártida y al agujero de ozono. El último país del planeta en ser pisado por el hombre —los maoríes llegaron hace 700 años y los británicos hace dos siglos— se ha convertido en un gigantesco pastizal.

La isla era hace mil años un refugio para las aves, libres de enemigos naturales. El moa fue cazado por los navegantes polinesios hasta su extinción. Pero aún sobreviven especies únicas como el pájaro nocturno kiwi y el loro kea, un ave ladronzuela que roba los sandwichs de los excursionistas y que come las gomas de los coches. La labor colonizadora ha creado extensos pastos en los valles a costa de talar los bosques autóctonos.
La mayoría de los rancheros descienden de colonos británicos que emigraron en el siglo XIX. A diferencia de Australia, no eran presidiarios o prostitutas condenados por la reina de Inglaterra sino laboriosos trabajadores del campo o mineros de oro.
Compraron tierras a los indígenas maoríes y desbrozaron los bosques del denominado Rain Forest. Así, tranformaron la tierra en pastos donde ahora pace una cabaña de 53 millones de corderos.

Estatua a la oveja

El resultado de la actividad humana puede verse en la volcánica isla Norte. De los exhuberantes bosques de antaño sólo queda un recuerdo en la reserva natural de Fiorland, uno de los parajes más solitarios del mundo, y el Hasst Pass, donde los gigantescos helechos crecen a la vera de los lagos y glaciares.
Al igual que en las montañas suizas, los agricultores han pasado el cortacesped al monte, sobre cuya hierba
pastan vacas y ovejas, la mayoría de raza merina española. Sólo el 9% del suelo está labrado. Los rebaños son parte esencial de la economía de los rancheros latifundistas. Un pueblo del monte Cook levantó una estatua en honor a la merina y su lana.

Sólo Brasil y China harán sombra a este estado en los próximos años

La eliminación de los subsidios obligó a los agricultores neozelandeses a recortar sus costos, dejar de despilfarrar fertilizantes, diversificar el uso de la tierra, buscar oportunidades de ingreso no relacionadas con la agricultura y alterar la producción según las señales del mercado. Redujeron la cabaña de ovejas y aumentaron su ganado.
La prueba del éxito es que el 60% de los 15.000 millones de euros en exportaciones proceden del sector agrícola,que ocupa al 8% de la población. El trigo, la cebada, la carne y la lana generan divisas en ventas a Australia,Japón, Estados Unidos y el Reino Unido.

Johanes Ostergaard, experto del Consejo Agrícola Danés, no teme la competencia neozelandesa. «Tienen más granjas extensas, diferentes climas y un bajísimo coste en la comida», explica. Los expertos daneses creen que la competencia neozelandesa se limita a Asia, donde emerge China. Su temor está en Sudamérica, donde buscan posiciones las cooperativas gallegas. «Brasil es un país que está creciendo y con bajos costes de alimentación», dice este experto.

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