sábado, 1 de diciembre de 2012

"Arqueología: Arde Persépolis" (2005)

Publicado en La Voz de Galicia el 7 de enero del 2005


FUGAS, VIAJA A LAS RUíNAS DEL IMPERIO DE ALEJANDRO


Arde Persépolis


Alejandro Magno, durante una borrachera, prendió fuego al palacio de Darío. Sus ruinas se pueden visitar en Irán, a dos horas de Shiraz

E. VÁZQUEZ PITA

 La villa de verano de Persépolis era la sede del Imperio Persa —el mayor enemigo de Grecia — y capital del mundo en el siglo IV antes de Cristo. Una gloria que apenas perduró dos siglos. Los reyes aqueménidas, como Darío I o Jerjes, recibían en el lujosa palacio, protegidos con parasoles, a las embajadas de todos los pueblos conocidos. En los relieves de las paredes aparece representada una comitiva china que cargaba presentes en sus balanzas, súbditos egipcios que portaban sacos de grano, africanos con ganado, judíos, medas, griegos o hindús. Algún guía local menciona incluso a los celtas.

A este edifi cio imperial, situado en la desértica y soleada meseta de Marv Dasht, en medio de Irán, llegó en el año 331 AC el ejército de Alejandro Magno, que perseguía al rey Darío III.

Cuenta Mary Renault que el joven macedonio permitió que, durante un único día, sus tropas saqueasen el palacio, a condición de respetar las joyas que luciesen las mujeres de los vencidos.

Los soldados, ávidos de botín, perpetraron una carnicería, que su líder no pudo impedir. Sólo hubo un gesto de clemencia hacia el tesorero, que fue elevado al rango de gobernador por haber preservado intacto en sus cámaras el tesoro de palacio. Fueron días de gloria y festejos en los altos salones del edifi cio real. Hasta que el discípulo del filósofo Aristóteles cometió el mayor error de su meteórica carrera.

Alejandro Magno se había forjado una cuidada imagen de conquistador benévolo, algo atípico en las batallas de la época. Sus actos de generosidad y piedad le hicieron ganar una excelente publicidad, incluso entre sus enemigos.

Pero, como lamentaba el general Tolomeo en su vejez, toda la buena fama del joven macedonio se echó a perder en un solo día. Los historiadores antiguos culpan a Tais, la amante del brazo derecho de Alejandro. Ésta, en una de las fi estas regadas con alcohol, izó una antorcha y animó a los griegos a vengar el ataque persa a Atenas años atrás.

Alejandro, cuando estuvo más sobrio, se arrepintió de participar en la orgía de destrucción pero ya era tarde. Las tropas interpretaron el incendio como la señal de regresar a sus casas cargados con el botín. Pero Alejandro era ambicioso. Las falanges macedonias desfi laron hacia la India. Atrás quedó el derruido palacio, orgullo de Ciro el Grande, con sus tesoros cubiertos de brasas y barridos por la arena.

Dos mil años después, Persépolis vuelve a ser la estrella de Irán. Jóvenes emigrantes en Alemania, escolares o turistas occidentales recorren las salas de grandes columnatas. El fuego quemó la madera pero la capa de ceniza protegió las ruinas de la erosión. Sus bloques de piedra conservan marcas negras del incendio. Desde la urbe moderna de Shiraz parten autobuses turísticos con guías que recorren en dos horas el trayecto hasta Persépolis.
La ruta atraviesa una refi nería y pueblos castigados por el sol. Cerca del palacio y de las tumbas reales se ven prados con ovejas y un bosque.
Los visitantes siguen el recorrido de las embajadas antiguas. Suben la doble escalinata de la muralla, cuyos posamanos piramidales simbolizan los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Luego, aguardan en una antesala,llamada el Pabellón de las Naciones, sostenida por cuatro colosales rostros humanos con barba, alas de águila y cuerpo de león, que simbolizaban las cualidades del buen gobernante:sabiduría, agilidad y valor. Pasado un tiempo, los embajadores eran conducidos al salón de Jerjes. El diámetro del gozne de las puertas medía medio metro por lo que se calcula que la estancia tenía diez metros de altura.
Irónicamente, la tropelía de Alejandro preservó el monumento.

Las excursiones escolares visitan el acantilado frente a Persépolis donde fueron enterrados los reyes partos o sasánidas que derrotaron a varios emperadores romanos en los primeros siglos de esta era.

 El palacio de Persépolis conserva la decoración original con relieves de los ejércitos persas, así como de comerciantes chinos, egipcios o africanos que enviaban embajadas y regalos al rey.

 Las esculturas de caballos o los leones alados con rostro humano representaban el valor y la inteligencia.

Los restos de ceniza en una talla de un gigantesco león dan idea del incendio que devastó el salón de Jerjes.

¿CÓMO LLEGAR?
Volar a Teherán. Desde Madrid parten vuelos directos a la capital iraní con la compañía Iran Air.

Visados. Irán exige un visado para entrar en el país y la reserva previa en un hotel o una carta de invitación de un residente.

Base en Shiraz. Los vuelos internos entre Teherán y Shiraz son muy baratos. La ciudad dispone de hoteles de cuatro estrellas a un precio módico.

Autobuses y guías a Persépolis.
Varias agencias brindan servicios regulares de bus, con guía, desde Shiraz hasta las ruinas de la ciudadela persa.

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