sábado, 4 de octubre de 2014

"Bruselas: Una calle de casitas de... chocolate" (2014)


Publicado en:
La Voz de Galicia / Suplemento YES / 4 de octubre de 2014

Una calle de casitas de... chocolate

http://reportajesdeevazquezpita.blogspot.com/2014/10/publicado-en-la-voz-de-galicia.html

La Rue au Beurre desemboca en la Grand Place de Bruselas. En 500 metros se concentran mitos como Leónidas y tiendas que exhiben sus colecciones de bombón y trufas.

TEXTO Y FOTOS: E.V.PITA

Posiblemente sea la acera con más bombones por metro cuadrado.La Rue au Beurre no es apta para golosos. La calle de la manteca aparece como un inesperado descubrimiento en el corazón de la capital europea, Bruselas, a unos metros de la concurrida Grand Place, cubierta con alfombras de flores. Y es que hay vida más allá del gofre. Los chocolatiers han montado una veintena de tiendas especializadas en las recetas tradicionales belgas del cacao así como las colecciones de “macarons” franceses. El visitante se adentra en 500 metros bañados en apetitoso dulce. Es inevitable sufrir el mal de Stendhal, el agotamiento que padecen los turistas japoneses en Florencia al marearse tras admirar tantas bellas obras de arte.
En la calle de los chocolates, la vista cae rendida ante tantos escaparates llenos de cosas ricas... y caras.

LOS MAGOS DEL CACAO
La emblemática marca belga Leónidas,reina del praliné, presenta sus más deliciosos caprichos con envoltorios “retro” pero el paseante no pierde la pista a otros reyes de la manteca de cacao. Por ejemplo, una de las tiendas muestra una fila de cientos de cucharas de plástico clavadas en cubos de chocolate caliente con leche.
Hay otras variaciones, acompañado con trazas de nuez o avellana, en color blanco o al estilo capuccino. La idea se ha extendido también a Holanda. Basta con meter el cubito en una taza con leche caliente y remover. Por tres euros, el cliente se puede llevar su propio tazón de chocolate caliente para beber mientras camina.
En la puerta siguiente está la Maison J. Dandoy Speculoos, fundada en 1829,y que exhibe lujosas cajas con una selección de galletas de pan de jengibre sobre las que está grabado un molino flamenco. Esta tradicional galleta artesanal hecha con azúcar moreno y canela, nuez moscada y clavo se regala a los niños en la fiesta de San Nicolás.
La siguiente tienda, Elisabeth Chocolatiers, da la siguiente bienvenida: “Si puedes ser algo, sé dulce”. Con este mensaje positivo, el resto del escaparate entra fácilmente por los ojos. Allí el maestro chocolatero elabora trufas de sabor clásico o de champán, o de pera Williams. Las promocionan como bonitas bolas redondas para gustos delicados. Sin dejar de lado los praline al té Earl Grey o a la vainilla con Bourbon.

La siguiente casa es La Cure Gourmande, una cadena fundada en 1989, especializada en chocolate fino, con sabor a cereza negra, así como caramelos, chupetes, galletas y preciosas cajas decorativas. Su decoración “retro” apela a la nostalgia de los dulces de la abuela y de la Belle Epoque.

A pocos metros encontramos otra tienda delicatessen, que permite saborear sus productos en una terraza. Se trata de Darcis Maitre Chocolatier, que en Facebook promociona especialmente los macarons, un invento francés que consiste en un sandwich redondo de almendra coloreada con relleno de fresa, coco, chocolate y otra docena de cosas ricas. Maneja un catálogo de 22 sabores.

Los siguientes establecimientos también abren el apetito. Por ejemplo, uno, ligado también a Elisabeth Chocolatier, exhibe en su escaparate unas copas de cristal repletas de gigantes merengues rosas, bombones o galletas de almendra envueltas en cucuruchos.

A pocos pasos encontramos el establecimiento de Jean Galler, un maestro chocolatero belga cuya tradición familiar se remonta a 1930. Parece una estrella de rock aunque desde los 16 años se dedica a experimentar con la manteca y el cacao. Sus lemas son la pasión por el chocolate, el amor a la perfección y la innovación constante, motivo por el que fue galardonado en 1994 y el 2002.

Al igual que otros, apuesta por su colección selecta de macarons y ofrece una degustación en su galería donde los postres son exhibidos como esculturas de arte. Al igual que los diseñadores de moda, lanzan sus colecciones de tabletas de cacao.

La calle termina con la más convencional The Belgian Chocolates, cuyo punto fuerte son las cajas con forma de casitas flamencas pensadas para captar la atención del turista que anda a la busca de un regalo con lazos para llevar a sus allegados. Finalmente, aparece la tienda del maestro Pierre Ledent que trabaja también los macarons. ¡Y entre sus figuras de chocolate exhibe una concha de vieira!

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