Texto original: http://www.lavozdegalicia.es/noticia/espana/2012/04/17/safaris-lujo-ranchos-privados-botsuana/0003_201204G17P24994.htm
Safaris de lujo en ranchos privados de Botsuana
El país, a la vez, promociona ecoparques como el delta del Okavango o el Chobe
La Voz de Galicia
17 de abril de 2012
Las señales de tráfico entre Botsuana y Zimbabue advierten: «Cuidado con los elefantes que cruzan la carretera». La vida salvaje invade el mundo urbano: familias de babuinos que rebuscan la basura de los contenedores, chacales que merodean por la carretera o las omnipresentes gacelas pastando. Un vuelo en avión por 100 dólares revela la gran diversidad del delta del Okavango: manadas de búfalos y elefantes vagan por esta enorme reserva natural que atrae a miles de turistas cada año para hacer safaris fotográficos con increíbles atardeceres, el croar de ranas en las charcas y noche con vistas a la Cruz del Sur, que no se ve en el cielo del hemisferio norte.
Los safaris incluyen alojamiento en cómodos resorts o bungalós en que se ofrece un variado bufé de asado de gacela o grillos fritos por 20 dólares. Es la prueba de que algunos de esos animales son cazados, pero los guías aseguran que, por una parte, hay que controlar la población y, por otra, la carne que llena el plato del turista no procede de las reservas naturales.
Dado que Botsuana tiene muchos animales, algunos empresarios han montado ranchos privados para la caza mayor, sobre todo en la zona del delta del Okavango, repleta de turistas navegando en canoa, y en el árido desierto del Kalahari Central. Prueba de que los animales son negocio es que algunos cámpings para turistas tienen granjas de cocodrilos y cobran a los forasteros 10 dólares si quieren ver cómo los alimentan: les dejan un burro suelto.
Pero los ranchos de lujo ofrecen algo más selecto. Una concesión de caza en el desértico Kalahari Central abre la temporada en abril y fija un precio de 1.400 dólares por cobrarse una cebra, 4.500 por una jirafa (si está disponible) y 8.000 por un leopardo (requiere reservar diez días de caza). Para un búfalo, la tarifa sube a 25.000 dólares. Pero la gran estrella son los elefantes, que requieren un adelanto de 5.000 dólares que se reembolsa si falla el disparo. Si se abate, el cazador paga entre 35.000 o 60.000 según sea el tamaño de la pieza. El precio se infla con gastos de alojamiento y el traslado en helicóptero desde Maun hasta el rancho.
La mayoría de las expediciones parten de Maun, un bullicioso pueblo donde los nativos alquilan móviles por la calle, los chinos abren bazares y los carteles advierte del peligro del sida.
La vida en el campamento de caza es espartana, dentro del estilo de los safaris turísticos. Los cazadores duermen en tiendas de lona y tener cama es un lujo. Algunos turoperadores dan por sentado que los clientes van a montar y desmontar la tienda a las 5 de la madrugada. Solo después les dan el desayuno, racionado. Por la noche, es mejor no salir de la tienda porque suelen rondar leones y chacales. La vida en el delta del Okawango y el Kalahari es dura para el occidental, que lleva allí un régimen sobrio muy alejado de los tranquilos resorts de Kenia o Tanzania. En Botsuana, los humanos caminan en fila india para engañar a los jaguares y los pájaros avisan a toda la sabana de su presencia. Un elefante es capaz de derribar un árbol de un cabezazo o de machacar con la pata a un cocodrilo que molesta a su cría en el parque del Chobe. Si mueve las orejas es que que te ha olido y estás muerto.
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