Laponia: Seis días para oír: «Acabamos de cruzar el círculo polar ártico»
Suplemento Fugas
La Voz de Galicia
23 de Marzo del 2012
RUTA A
E. VÁZQUEZ PITA
«Señores pasajeros,acabamos de cruzar el Círculo Polar Ártico», dice el revisor del autocar que se dirige a Narvik (Noruega), el mayor puerto industrial de
Laponia. El paisaje es desolador y un monolito con una esfera metálica señala que faltan 300 kilómetros para el cabo Norte. «¿Qué significa la palabra kilómetros?», pregunta en inglés un viajero con rasgos esquimales. Se hace interminable llegar al fin del mundo.
El recorrido en tren nocturno, con el pase global InterRail (175 euros por 5 días de viaje), arranca en Copenhague y llega a la mañana siguiente a Oslo, la capital noruega con el agua
más fresca de Europa. La siguiente escala es Trondheim, un activo puerto pesquero y base militar de donde parte el tren nocturno a Bodo. Amanece en el vagón a las cuatro
de la madrugada. Allí termina la línea de ferrocarril y hay que seguir en bus. Los viajeros con carné de estudiante ISIC obtienen descuentos de hasta el 50 % en transportes
y museos. El bus emplea la tercera jornada en subir a Narvik. Hay transbordos en ferri para cruzar el fiordo de Tysfjord. Los barcos funcionan bien junto a pueblecitos
casi vacíos. La comida es prohibitiva: una bolla de pan con semillas cuesta sobre 3 euros y el cartón de leche, 2.
La renta per cápita de este país petrolífero es de 60.000 euros anuales, lo que da para mucho.
Arquitectura local
Lo que más llama la atención de Narvik es que todas las casas familiares tienen escaleras en el tejado, parecen recién pintadas y carecen de vallas en el jardín. No debe de haber muchos ladrones. Si alguien quisiese buscar empleo en Laponia, Narvik sería un buen lugar: está unido a Suecia por tren y tiene industria. Pero mucha lluvia, niebla y poca gente por la calle. Los alojamientos más baratos son los bungalós compartidos.
En Narvik, sube al bus un taiwanés de perilla y sombrero que parlotea sin parar. El viaje a Tromso y Alta será largo. El autocar se adentra en Finmark, con paisajes montañosos nevados
y pueblos donde paran pandillas de moteros en sus Harley Davidson. El taiwanés les saca una foto y la publica National Geographic.
De camino a Alta, se ve actividad acuícola: unos aros que flotan en el mar son granjas marinas. A medianoche se pone el sol y al momento amanece.
La sexta y última jornada hacia cabo Norte atraviesa un paisaje desolado, salteado de pequeños puertos, tiendas de lona, alces y renos en la carretera y túneles. Ni encontramos
el hotel de hielo de los que habla Españoles en el mundo.
En el centro de observación de Nordkapp aterrizan excursiones de jubilados en bus desde Alicante. La bajada hasta Rovaniemi, el centro económico de la Laponia finesa, coincide con precios más baratos que Noruega. En estas tierras ondea la bandera de Suomi. Muchos renos, bosques, lagos y pocos pueblos, como Ivalo, que recuerdan a Tejas. Rovaniemi acoge la casa de Santa Claus, ambiente universitario y tren a Helsinki. Un buen sitio para trabajar.